La tarde del pasado 1 de agosto, en la escalinata de su casa de transición, Andrés Manuel López Obrador informó que Jorge Carrillo Olea no quiso colaborar en su administración por su avanzada edad, no obstante dijo que el militar retirado ha asistido a diversas reuniones para asesorarlo.
“Él ha estado asistiendo a algunas reuniones. No aceptó colaborar… estaba contemplado… él escribió un libro de seguridad que por cierto es un libro interesante, lo recomiendo, yo estoy leyendo todo lo que me llega sobre estos temas, y su planteamiento es bastante bueno… pero él argumenta que por su edad ya no quiere tener ninguna responsabilidad”.
Jorge Carrillo Olea, licenciado en administración militar por la Escuela Superior de Guerra, no cuenta con las mejores credenciales en la historia contemporánea del país, y nada tiene que ver su militancia priista, tiene que ver el hecho que durante su mandato en Morelos el narcotráfico creció a niveles antes desconocidos.
El 14 de mayo de 2011, el ahora gobernador de Morelos, Graco Ramírez, dijo en entrevista para Proceso que el narcotráfico se avivó en dicha entidad cuando Carrillo Olea gobernó entre 1994 y 1998.
De hecho, comentó que el incremento del crimen organizado en el estado empezó desde que Carrillo era funcionario en la Secretaría de Gobernación (durante el gobierno de Miguel de la Madrid 1982-1988) porque controlaba las aduanas, donde se manejaba el contrabando de marihuana. Incluso al año siguiente, ya en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, cuando fundó el Cisen, sí, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional que ahora López Obrador pretende desaparecer, porque ahí controlaba toda la información política del gobierno federal; si alguien tenía datos, ese era Carrillo Olea.
En su época como gobernador, señala la propia revista, empezaron los secuestros, principalmente los operados por Daniel Arizmendi “El Mochaorejas”, que secuestró por mucho tiempo sin que nadie lo molestara, sin embargo, nada fue tan impactante como el hecho de que a sólo tres calles de la casa de gobierno de Morelos, donde dormía el creador de la mayor agencia de inteligencia del país, viviera el narcotraficante Amado Carillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”.
Javier Sicilia, uno de los más grandes activistas de Morelos, declaró hace apenas un año en entrevista con RT, que con la llegada de Carrillo Olea “todo se descompuso. Y hago esta aseveración porque llegué pocos años antes de su gestión”.
Asimismo, el periodista especializado en temas de seguridad Héctor de Mauleón, recogió en su columna del 8 de octubre de 2015 un extracto del documento “Antecedentes de la dinámica delictiva en el estado de Morelos”, elaborado por el Consejo Estatal de Seguridad, que registra los vínculos entre los funcionarios y el crimen organizado durante tres administraciones estatales, iniciando, claro, con la del fundador del Cisen.
“1994-1998: Durante la gestión de Carrillo Olea fueron detenidos, por su participación en asesinatos y secuestros, el procurador Carlos Peredo Merlo; el coordinador de la policía judicial, Jesús Miyazawa; el jefe del grupo antisecuestros, Armando Martínez Salgado. Con ellos cayeron el subprocurador Rafael Angulo y los comandantes José Luis Estrada y Rafael Raybal. Durante esa administración operaron libremente en Morelos Daniel Arizmendi, El Mochaorejas; Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, y Amado Carrillo, El Señor de los Cielos”.
El 23 de febrero de 1997, bajo la firma del dos veces Premio Pulitzer, Craig Pyes y Sam Dillon, y previo a la renuncia de Carrillo Olea al gobierno de Morelos, The New York Times publicó el reportaje “Ataduras de drogas manchan a 2 gobernadores mexicanos”, donde señaló a Raúl Salinas de Gortari, a Carrillo Olea y a Manlio Fabio Beltrones, de recibir miles de millones de pesos de varios narcotraficantes, entre ellos, “El Señor de los Cielos”, para operar a diestra y siniestra.
Según informó entonces La Jornada, un informe de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA) elaborado desde 1994, exponía cómo Carrillo Fuentes estableció nexos con líderes políticos, incluyendo a Beltrones y Carrillo Olea, así como con un amplio espectro de policías mexicanos para proteger sus operaciones.
Si bien Beltrones, entonces gobernador de Sonora, y Carrillo Olea, desmintieron los señalamientos, un documento de la inteligencia estadounidense, citado por el Times, dice que informes de 1992 indican que el “ex coordinador mexicano contra el tráfico de drogas Jorge Carrillo Olea era entonces el asociado más influyente de Amado Carrillo Fuentes en el gobierno mexicano”.
“De acuerdo con este documento, Carrillo Olea controlaba la detección por radar en México y, al usar la información en su poder ‘podía garantizar el paso seguro de los aviones’’ de Carrillo Fuentes. Funcionarios de la lucha contra las drogas estadunidenses dijeron al Times que el Señor de los Cielos ha estado viviendo en el estado de Morelos, ‘donde tiene muchas propiedades’ e incluso su flota de aviones ‘aterriza frecuentemente y sin problemas en el aeropuerto de Cuernavaca’”.
El informe señalaba que los capos mexicanos ingresaron hasta 10 mil millones de dólares anuales, de los que gastaban hasta el 60% en sobornos a funcionarios de todos los niveles.
El asesor del virtual presidente electo rechazó en su momento las acusaciones y las calificó de “una mentira rotunda y absoluta” que “no tiene ningún fundamento”. Sin embargo, a principios de 1998, cuando Graco Ramírez y otros legisladores promovieron un juicio político en su contra, el entonces secretario de Gobernación, Francisco Labastida, les pidió retirar la solicitud. Como se negaron, Labastida pidió que se le permitiera presentar su renuncia. Para mayo de 1998, Carrillo Olea dejó la gubernatura de Morelos y lo inhabilitaron por 14 años.
Las investigaciones en su contra, como muchas otras en el país, no procedieron, “él supo negociar su silencio”, declaró Graco a la revista Proceso.