En la mediana menguante
del horizonte
la veo aparecer de nuevo,
ella, que me ha visto caer
derrotado en los mas azules
mosaicos de una ciudad impía,
ella, con su eterno escape
entre los cirros,
se marcha cada vez que quiero
tocarla,
vuelve cuando ya la noche
ha caído sobre mi pecho
y me alumbra, a medias,
cuando entre lágrimas
únicamente espero
que la claridad
me devuelva los pies a la tierra,
donde el perfume de los gladiolos
es dulce y limpio,
donde el sueño no importa,
donde escapo de ella,
hasta que vuelve la noche
y aparece burlona,
posando sus labios en mi cabello.