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En el horizonte busco una iglesia,

pues ahora al verme al espejo

no reconozco lo que allí aparece,

un velo de neblina abunda

en la mirada de los santos que

vigilan la entrada de un sitio

en ruinas,

se encuentra lejos del azul griego,

de su verdadero hogar.

Ahora yace aquí, en una fría playa

ajena,

esperando a que vuelva su profeta,

con una bandera de rescate

o por lo menos,

con un fragmento de la tierra

en la que nunca pudo ser.

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