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domingo 15 diciembre 2024

Posicionamiento de etcétera ante los ataques misóginos del caricaturista Garci Monero 

por la redacción

Las editoras de etcétera, Alejandra Escobar, Orquídea Fong y Angélica Recillas, nos solidarizamos con la senadora Andrea Chávez ante la agresión perpetrada en su contra por parte del caricaturista Antonio Garci Nieto, quien compartió una imagen manipulada con el fin de sexualizarla y degradar su imagen pública.  

No es la primera vez que el caricaturista publica contenidos denigrantes hacia la senadora y hacia otras mujeres. 

Las agresiones contra todas las mujeres, tengan la ideología que sea, y vengan de donde vengan (incluso las provenientes del propio poder, de compañeras y compañeros de partido) deben condenarse.  

Es necesario llamar a las agresiones por su nombre y la manipulación de imágenes para sexualizar a una mujer, así como la difusión de esas imágenes son agresiones cuando se hacen sin el consentimiento de la afectada. Nuestras enormes diferencias con Andrea Chávez, con su postura política y su trayectoria son públicas y las hemos expuesto en múltiples ocasiones. No es momento de reiterarlas.  

Nuestras diferencias no nos hacen, ni por un segundo, regatearle el apoyo que como mujer agredida merece. Antonio Garci Nieto, el agresor, se equivoca cuando se escuda en su labor de caricaturista para compartir la imagen en cuestión. Se equivoca cuando se justifica diciendo que la imagen no la generó él, sino que se limitó a compartirla. El mero hecho de compartirla ya es un delito, como asienta la Ley Olimpia. La situación se agrava por la posición pública del caricaturista como líder de opinión.  

La caricatura, como género periodístico, es válida y necesaria en una democracia. Esta labor debe tener toda la libertad para pintar a un personaje público de manera burda, e incluso grotesca y excesiva, con fines de crítica política o social.  

Pero como toda libertad, esta no es ni debe ser absoluta y uno de sus límites se encuentra en la privacidad sexual y la vída íntima, que no deben ser jamás tocados. Otro de los límites de la caricatura se encuentra en el racismo, el clasismo, la calumnia, la difamación y las falsas acusaciones, mismos que también hemos criticado.  

Un ejemplo reciente es la afirmación de José Hernández en el sentido de que Norma Piña actúa como un sicario, equiparando su actuar en la SCJN con el de los delincuentes que decapitaron al alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos.  

Un ejemplo menos reciente es una caricatura de Rafael Barajas en donde se hace mofa de los orígenes indígenas de Xóchitl Gálvez y se la acusa de mentir sobre su identidad.  

Etcétera siempre señalará los excesos de los medios y periodistas y como editoras, siempre estamos del lado de la mujer agredida, al margen de las diferencias que sostenemos de manera abierta, como parte del intenso debate público en el que las mujeres estamos inmersas, sin que ello implique menoscabo alguno de nuestros derechos.
 

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