Un oficial de la Policía rusa de nombre Mijaíl Popkov ha sido condenado por los homicidios de 78 mujeres, los que cometió en un periodo de 15 años, entre 1992 y 2007. En 2015 ya había sido declarado culpable del asesinato y violación de 22 mujeres; después confesó 59 asesinatos (de los cuales tres no han sido comprobados) y, este lunes, acusado también de violar a 10 de sus víctimas, recibió su segunda cadena perpetua.
Como ha ocurrido con muchos asesinos seriales, familiares y amigos describían a Popkov como “un hombre pacífico, tranquilo y amable, que no haría daño ni a una mosca”. Sin embargo, tras estudios psiquiátricos cuando aún era policía identificó en su personalidad “aspectos psicopáticos”, pese a lo cual siguió sirviendo en el cuerpo de seguridad.
El modus operandi de Popkov era invitar a pasear a mujeres durante la noche, a veces incluso en patrullas, y después “castigaba” a las que aceptaban tomar una copa con él.
Uno de los peores aspectos de este caso es que el policía llegó a participar en las indagatorias de sus propios crímenes, con lo cual llegó incluso a desviar las investigaciones. Sin embargo logró ser detenido gracias a pruebas de ADN.
Según testimonios, Popkov no manifestó arrepentimiento e incluso dijo que la responsabilidad era de las víctimas: “Fue su culpa. Andaban borrachas por la calle en lugar de estar en casa con sus maridos e hijos”.
El asesino, hoy de 54 años, abandonaba los cadáveres de sus víctimas (de edades que iban desde los 17 a los 38 años), desfigurados y con huellas de violación, en panteones y bosques cercanos a Angarsk, ciudad siberiana.
Según argumentó la fiscalía, Popkov tenía “una necesidad patológica de matar a gente”. Para cometer sus crímenes utilizaba cuchillos, destornilladores, punzones, garrotas, bates de beisbol y tacos de billar, entre otros.
El expolicía se ha convertido en uno de los principales asesinos seriales de la historia: con sus crímenes ha superado a su compatriota Andrei Chikatilo, que mató a 53 niños y adolescentes. Aún lo superan dos colombianos: Luis Garavito, quien mató en la década de los noventa a 138 niños, y Pedro López, quien cometió 110 homicidios en Colombia, Ecuador y Perú entre 1969 y 1980.
arm