Las fuerzas de seguridad de Río de Janeiro enfrentan una severa escasez de recursos económicos, a tal grado, que a semanas de que se inauguren los Juegos Olímpicos, los helicópteros de la policía permanecen en tierra y los autos patrulla estacionados por falta de combustible; incluso han comenzado a pedirse donaciones de insumos tan básicos como bolígrafos, artículos de limpieza e incluso papel higiénico.
Esta situación ha agravado las preocupaciones sobre la seguridad durante las Olimpíadas. Brasil padece la peor recesión económica en décadas, y el gobernador interino de Río de Janeiro declaró este mes el estado de desastre financiero, en buena medida para solventar los gastos en seguridad durante los Juegos, que pondrán la atención del mundo sobre esta ciudad.
El estado de Río ha recortado el presupuesto general, incluido el de la policía. Disgustados, varios policías realizaron un paro el lunes. A su llegada al aeropuerto internacional de Río, muchos visitantes se toparon con agentes que mostraban un cartel que decía en inglés "Bienvenidos al infierno; la policía y los bomberos no reciben paga; quien venga a Río de Janeiro no está seguro".
Pese a lo anterior, los organizadores de los Juegos niegan insistentemente que los problemas presupuestarios vayan a afectar la seguridad de los Juegos. Unos 85 mil policías y soldados, casi el doble que el contingente de seguridad en Londres 2012, estarán emplazados en las calles y las sedes de los Juegos, que se realizan del 5 al 21 de agosto y que atraerán a entre 350 mil y 500 mil extranjeros hacia una ciudad de 12 millones de habitantes donde los atracos, las balas perdidas y los enfrentamientos entre pandillas armadas están a la orden del día.
(Con información de AP)