Steve Coll, dos veces premio Pulitzer, afirma que los diarios están pasando del negocio de la publicidad al de la suscripción. Entonces hay que atrapar al lector, generar una relación intensa con ellos. Además, también implementar la adaptabilidad técnica que requieren las plataformas digitales.
En su austero despacho del séptimo piso de la Universidad de Columbia, en Nueva York, el redactor estrella de The New Yorker y dos veces ganador del Premio Pulitzer recibe a Clarín.
¿Cómo evalúa el impacto de los nuevos medios y de las redes sociales sobre el periodismo tradicional?
-Hay un duopolio conformado por Google y Facebook. Google tiene a YouTube, y Facebook a Instagram. Esto determinó una disrupción enorme. Cambió el modelo de negocios para todos, y las compañías de medios tradicionales perdieron el control de sus propios canales de distribución de noticias. Por ejemplo, una nota seria y creíble de Clarín, aparece en la web junto a un artículo realizado, no sé… en Macedonia, que no tiene el mismo rigor ni calidad. Las compañías tradicionales han perdido el control del entorno periodístico y esto contribuye a la desinformación y a la confusión de los consumidores cuando tratan de evaluar al periodismo. Antes, los diarios controlaban la llegada de sus productos a cada casa. Ahora, este nuevo fenómeno, ha exacerbado la polarización ideológica y política. Lo estamos viviendo en Estados Unidos. Ustedes conocen muy bien este fenómeno. Las redes contribuyen al avance del populismo, amplifican la polarización.
-¿De qué modo la amplifican?
-Antes existía, digamos, una barrera económica para crear un medio, había que invertir. Eso ya no existe. Entonces, cualquiera puede crear una publicación digital y está bien. En general, tiene un efecto democratizador. Pero ha hecho pedazos al modelo de negocios del periodismo tradicional. Se produjo una fragmentación del paisaje de los medios en EE.UU., no solo de los medios sociales sino más ampliamente de lo digital, y una de las consecuencias de la fragmentación es que las barreras económicas para entrar a los medios han colapsado. La estrategia del Washington Post era la de ser importante en todas las mesas de desayuno de la ciudad en las que pudiera estar. Hoy eso no basta. Entonces, para conservar la influencia y para ganar dinero, las empresas tradicionales de medios tienen que crear una relación intensa con los clientes propios. Hay que tener casi una relación emocional, generar una comunidad. Esto se ve de manera más obvia en la televisión por cable, donde los canales se han convertido en pequeñas tribus. Está Fox a la derecha, MSNBC a la izquierda y CNN como moviéndose de aquí para allá. Pero ya se empieza a percibir este vínculo emocional en los medios tradicionales, como The New York Times, que han tenido que mover el negocio de la publicidad a la suscripción. Yo estoy suscripto al New York Times. Pago 60 dólares para tener acceso ilimitado a sus artículos. Tengo que tener una identificación profunda para pagar por consumir noticias.
-¿Cómo pueden construir los medios esa identificación profunda, ese vínculo emocional?
-Tomando partido. Asumiendo posiciones definidas. Tienen que ofrecer cosas que le importen mucho al lector. Los lectores quieren que los diarios reflejen las creencias que ellos ya tienen. Los diarios deben construir relaciones de deseo con el público. En Europa siempre ha habido diarios asociados con los partidos locales o, al menos, los movimientos locales. En Estados Unidos recién ahora está empezando a ser así. Realmente es una vuelta al siglo XIX para EE.UU.
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