viernes 22 noviembre 2024

Recomendamos: La historia de la primera gran epidemia de una enfermedad de trasmisión sexual

por etcétera

En 1509 el joven soldado alemán Ulrich von Hutten contrajo una enfermedad desconocida en ese entonces mientras estaba en Italia. El pobre hombre agonizaba con los síntomas que le causaba la enfermedad. Así pasó 10 años.

“(En todo el cuerpo) hay furúnculos, parecidos en tamaño y aspecto a una bellota. Emiten un hedor tan fétido y pestilente, que quien lo huele, cree estar infectado. El color de las pústulas es verde oscuro, verlas es peor que sentir el dolor que infligen, pese a que la sensación se asemeja a estar acostado sobre fuego”.

Esa era la descripción que hacía el paciente de sus dolencias. Se calcula que para la década de 1490 la población europea se había recuperado de las muertes causadas por la plaga, también conocida como la Muerte Negra. Una de cada tres personas falleció a consecuencia de la enfermedad en todo el continente. Con el incremento de la población llegó la prosperidad. Pero no todo fue positivo. La guerra era endémica, las hambrunas ocurrían con frecuencia… y desconocidas enfermedades empezaron a aparecer.

El comienzo

A principios de 1495 el rey francés Carlos VIII invadió Nápoles tratando de reivindicar su derecho a ese reino. Pero las tropas empezaron a contagiarse con una nueva dolencia. Nadie había visto nada similar. Los doctores de la época no encontraban ninguna referencia en libros médicos antiguos.

Preocupó a la población tanto como lo hizo el VIH cuando fue descubierto en la década de los 80 del siglo pasado. Tenía una similitud con esa enfermedad: se transmitía a través del contacto sexual. Se trataba de la sífilis. La gente estaba aterrorizada porque se propagó con gran rapidez. Llegó a Escocia, Hungría y Rusia. A excepción de los ancianos y los niños, todos corrían el riesgo de contagiarse. Se encontraba en el burdel, pero también en el castillo.

Se cree que los reyes Francisco I y Enrique III de Francia, así como el emperador Carlos V, padecieron la enfermedad. Se piensa que tampoco escaparon del contagio los monjes ni los clérigos. No importaba la jerarquía. Cardenales, obispos e incluso los papas Alejandro VI y Julio II la sufrieron. La velocidad con la que se propagó revela mucho acerca de los hábitos sexuales de la sociedad en esa época. Se consideraba que las mujeres eran las responsables de tentar a los pobres hombres y transmitirles la enfermedad.

Historia

Los franceses, por supuesto, la llamaban la enfermedad napolitana. Pero el resto se refería a ella como la dolencia francesa. Inicialmente no tenía un nombre técnico. Al final, un médico francés sugirió referirse a ella como la “enfermedad venérea” porque en ese entonces se consideraba que su causa principal era el acto del amor, el cual, a su vez, se vinculaba con la diosa Venus.

La epidemia causada por la sífilis era distinta a las vistas con anterioridad: no se concentraba en una zona en particular ni se relacionaba con la estación del año. Todos corrían el riesgo de enfermarse. Y una vez que eso ocurría, parecía que la persona nunca se recuperaba. No había ningún lugar al que se pudiera escapar para salvarse. Si el tormento era difícil de llevar en el día, en la noche era peor. Quienes la padecían gritaban continuamente debido al dolor que sentían en los huesos.

Más información en: https://bbc.in/2NPLlFR

 

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