“Lo que me fascina e interesa de un texto como éste es la genialidad de un teólogo metido a autor de teatro en la España del siglo XVII que decide escribir una “comedia”. Me parece genial como Tirso de Molina combina sin reparos realidad y ficción y nos coloca en el lugar del cuento moral”, señala Carlos Aladro, director de “El condenado por desconfiado”, que desde mañana y hasta el 4 de abril se representará en el teatro Pavón, de Madrid.
A Aladro, que combina la dirección de obras clásicas con otras contemporáneas, le interesa poner en marcha una obra como ésta que ha estado ausente del repertorio de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, “es uno de los grandes textos del Siglo de Oro, de una gran belleza y que aborda con maestría algunos de los grandes dilemas del ser humano: la lucha entre el bien y el mal, el sentimiento de culpa, la redención. Preguntas que no se agotan y están ahí sin resolver. Tirso de Molina demuestra en este texto su pasión por lo humano”.
El director de El condenado por desconfiado asegura que esta obra tiene una “idiosincrasia muy española. Este es nuestro verdadero teatro nacional y textos como los de Tirso de Molina no existen en la dramaturgia inglesa, francesa o alemana”. Para Aladro en las voces de Tirso de Molina hay “un elogio de la vida, un canto sublime a su fugacidad”.
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