El 6 de agosto de 1945, mientras una bomba atómica aniquilaba de manera instantánea a más de 70.000 personas en la ciudad japonesa de Hiroshima, un joven de 27 años lo celebraba con sus colegas en EE UU. “Yo estaba envuelto en esta juerga, bebiendo también y tocando borracho un tambor sentado en el capó de un Jeep; tocando el tambor con excitación mientras recorríamos Los Álamos al mismo tiempo que había gente muriendo y luchando en Hiroshima”, recordó décadas después en una entrevista para la BBC. El chico se llamaba Richard Feynman, era físico teórico y había sido uno de los padres más jóvenes de la bomba nuclear. 20 años después ganaría el Premio Nobel de Física por otros descubrimientos. Hoy, recordado como uno de los científicos más brillantes y carismáticos de la historia, se cumplen 100 años de su nacimiento.
El físico inglés Freeman Dyson conoció a Feynman en 1947. Apenas una semana después del primer encuentro, escribió una carta a sus padres para contarles que había conocido a un colega “mitad genio, mitad bufón”. Es, posiblemente, una de las mejores definiciones del personaje. En el libro más famoso sobre sus aventuras, sus memorias tituladas ¿Está usted de broma, Sr. Feynman? (1985), el estadounidense relata sin tapujos su peculiar forma de hacer ciencia. Hoy resulta inconcebible.
“Durante algún tiempo se pusieron de moda los restaurantes topless. Uno iba allí a tomar el almuerzo, las chicas bailaban desnudas de cintura para arriba y, al cabo de un rato, desnudas del todo. Resultó que uno de estos lugares estaba solo a un par de kilómetros de mi casa, por lo que iba allí con mucha frecuencia”, recordaba Feynman. “Tomaba asiento en uno de los compartimentos y hacía un poco de física en los mantelitos de papel de la mesa —algunos tenían un festón ondulado—, o dibujaba a alguna de las bailarinas, o a algún cliente; lo hacía por practicar. A Gweneth, mi mujer, que es inglesa, no le molestaba que yo fuera a ese lugar; decía: “Los ingleses van a clubs“.
Feynman nació el 11 de mayo de 1918 a las afueras de Nueva York. Su padre, que trabajaba en una empresa de uniformes, le enseñó el amor por la ciencia y el rechazo a la autoridad. El Papa también va al váter, le subrayaba. De su madre aprendió el sentido del humor y que “las más altas formas de comprensión que podemos alcanzar son la risa y la compasión humana”.
A los 13 años, Feynman empezó a estudiar por su cuenta cálculo diferencial. A los 21, tras cuatro años en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, ingresó en la Universidad de Princeton, donde en seguida fue reclutado para intentar ganar de un solo golpe la Segunda Guerra Mundial. Un día, el físico Bob Wilson, cuatro años mayor que Feynman, se le acercó para comentarle que le habían encargado “un trabajo secreto”: la separación de isótopos de uranio con el objetivo final de construir una bomba atómica. Le propuso participar.
Más información: http://bit.ly/2wy7lR7