Después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció su “cambio de opinión” respecto a la militarización del país, sus seguidores han adoptado ese discurso con todas sus letras, como ocurre con Epigmenio Ibarra, y continúan su ofensiva propagandística.
Apenas el martes pasado, durante su conferencia de prensa López Obrador anunció su propia y personal transformación en materia de militarización para justificar la integración de la Guardia Nacional en la Secretaría de la Defensa nacional, después de haber sostenido durante años que enviaría al Ejército a sus cuarteles.
Así, cuestionado sobre el tema, el tabasqueño respondió: “Sí, cambié de opinión ya viendo el problema que me heredaron”. Añadió: “¿Cómo enfrentar el problema de la inseguridad? Estoy absolutamente convencido que la paz es fruto de la justicia, y eso es la base de la política de seguridad”.
Continuó para justificar su decisión: “Imagínense: qué íbamos a hacer con la Policía Federal, porque de la Policía Federal salieron todos los que están en la cárcel o acusados de tremendas violaciones a Derechos Humanos”.
A su voz sus seguidores se lanzaron a la ofensiva para argüir sus razones para ahora defender la militarización. En ello, como siempre, Epigmenio Levantó la mano primero, como siempre.
En su video columna de este miércoles para Milenio, el productor de narcoseries retomó viejos y nuevos discursos de López Obrador para mostrar que ha sido fagocitado mentalmente por este.
“‘Los tiempos han cambiado y es otra nuestra realidad’, escribió en 2017 Andrés Manuel López Obrador. No debe desaprovecharse personal, experiencia e instalaciones de las fuerzas armadas para garantizar a los mexicanos el derecho a vivir sin miedo. Y, entonces, ¿usar al Ejército, a ese Ejército brazo represor del régimen al que veíamos como enemigo quienes estábamos en la izquierda, al que hizo la guerra que no era contra la droga sino por la droga, como dice Gustavo Petro? Ejército que no combate se corrompe; Ejército que combate se corrompe peor, pensé entonces”, dijo Ibarra.
Y añadió las endebles razones para su transformación: “Si cambia mando, misión, doctrina, composición de la fuerza, orden de batalla de un Ejército, sobre todo de uno nacido de una revolución social, como el mexicano, puede transformarse también a una institución que no ha sido vencida y en la que, como me dijo un día López Obrador, hay más generales como Ángeles que como Huerta. ¿Para qué, entonces, encerrarlo en sus cuarteles? ¿Por qué ante el colapso de las policías, cooptadas casi todas por el crimen organizado, no ponerlo a cargo de la Guardia Nacional? ¿Por qué no dedicar a las mujeres y hombres que lo integran a trabajar por México, a construir la paz? No se militariza al país, y por esto es que yo sí cambié de opinión cuando se pone al Ejército al servicio del pueblo”.
Pero, pese a algunas evocaciones del calderonismo en su discurso, afirmó que él se opuso a la guerra del presidente Calderón, “cruzada” ordenada por Washington y librada por el “usurpador” que buscaba, “a sangre y fuego obtener una legitimidad de la que de origen carece”.
Habló de su antigua creencia, la que hoy ha cambiado muy convenientemente: “Contra la militarización, entendida como el despliegue de fuerzas de combate, alcé la voz. También contra las atroces y constantes violaciones a los derechos humanos perpetradas por soldados y marinos, y vino entonces Enrique Peña Nieto y seguía en lo mismo. Los militares, insistí, deben volver a sus cuarteles, no sin que antes, claro, sean llevados ante un juez aquellos que participaron o fueron omisos y negligentes en Ayotzinapa. Fue este crimen de Estado el último del viejo régimen”.
No se ha avanzado mayormente en ello, pero sí lo suficiente para que Ibarra, al igual que López Obrador, cambie de opinión.
También dijo que la derecha conservadora considera hereje a quien, “cuando las circunstancias cambian, se atreve a cambiar de opinión”. Pero, por supuesto, él no es dogmático ni en la religión ni en el marxismo, pero que “la razón y la realidad nutren, rigen mi vida. También el corazón pone su parte, la compasión, el amor, el coraje. Por eso intento asumir mis errores y, cuando es necesario, cambio de opinión”. Aunque no ha hecho el mea culpa antimilitar.
Por su parte, la senadora Citlalli Hernández sigue enzarzada en un intercambio con Denise Dresser y Alessandra Rojo de la Vega después de la airada interpelación que le hicieron en el Senado de la República. Así, les atribuyó una clara “agenda política” (no aclaró cuál), por lo que no las atenderá, y también dijo que ellas “pertenecen, conviven y son parte de la élite política/académica que se ha sentido dueña de nuestro país. Añoran el viejo régimen donde unos cuántos cabían en su mesa”.
Además, recordó a Rojo de la Vega que ella apoyaba a Enrique Peña Nieto mientras ella estaba en el #YoSoy132 (por cierto, un movimiento que hizo un reclamo al candidato priista de dimensiones que hace aparecer como un juego de niños el que Dresser y la mencionada le hicieron a la senadora morenista).
En plena discusión pública sobre la militarización a la que antaño era tan desafecta, Hernández acusó que la oposición está obsesionada con López Obrador, y que, ante la carencia de proyecto y de posibilidades de defender la “política neoliberal”, “hasta le roban el discurso a quien ha sido el mayor dirigente político moderno” (¡sic!).
En ese sentido personalizador, acrítico y apologético de López Obrador también se situó Jorge Gomez Naredo, directivo de los medios Polemón y Regeneración, quien despachó el siguiente dicho propio de un creyente: “En momentos de debate y miedo a equivocarnos, siempre confiamos en AMLO, y tiempo después, todos le hemos dado la razón. No entiendo por qué hoy nos piden que cambiemos de actitud, obedezcamos a quienes nos atacan sistemáticamente, y reneguemos de la persona en quien confiamos”.
Así están.
En momentos de debate y miedo a equivocarnos, siempre confiamos en AMLO, y tiempo después, todos le hemos dado la razón.
No entiendo por qué hoy nos piden que cambiemos de actitud, obedezcamos a quienes nos atacan sistemáticamente, y reneguemos de la persona en quien confiamos.
— Jorge Gómez Naredo (@jgnaredo) September 6, 2022