A un año de la llegada de la Covid-19 a México, es necesario recordar lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador y las autoridades de salud dijeron el 28 de febrero de 2020. Allí están varias claves del desastre sanitario posterior.
El 27 de febrero el comunicado técnico de la Secretaría de Salud sobre el nuevo coronavirus reportó que ese día había un caso en investigación en Hidalgo, un hombre de 31 años, que fue tratado de manera ambulatoria porque su estado era estable.
Un día después, Hugo López-Gatell informó, durante la conferencia de prensa presidencial, del primer caso comprobado de una persona contagiada por el Covid-19 en México.
Aquel día López-Gatell informó de varios casos sospechosos: dos en un barco en Cozumel, además de otros en Oaxaca, Guanajuato y Hidalgo (uno en cada entidad), que fueron descartados, y uno más en estudio de Tijuana.
Pero también informó del primer caso confirmado de Covid-19 en el Instituto de Enfermedades Respiratorias, en donde “detectamos un caso nuevo que en el curso de las últimas horas de la noche nos informaron que había una prueba reactiva. Esto en su momento lo informamos vía Twitter y nos pusimos en contacto con los medios, y estaba pendiente hacer la segunda prueba, que es de confirmación por parte del laboratorio nacional de referencia, el Indre.
“Esto ocurrió. Fue un proceso de toda la noche, y en casi las 6:00 de la mañana salió ya el resultado, y se confirma también. De modo que tenemos ya un caso confirmado de coronavirus; este consideraríamos que es el caso índice”.
Del enfermo dijo que se encontraba en condiciones de salud estable que “tiene una enfermedad leve. Leve se refiere a que no tiene neumonía; tiene los síntomas parecidos a un catarro, de hecho, indistinguibles de un catarro. No tiene enfermedades previas; es un individuo joven, de modo que es de muy bajo riesgo”.
También informó de un caso en Sinaloa, confirmado por el laboratorio estatal pero faltaba el análisis del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos, así como dos hombres asintomáticos en la Ciudad de México y en el Estado de México que eran observados.
Ante el primer caso, López-Gatell dijo que “esto no se puede contener”, lo que no quería decir que la transmisión no se pudiera mitigar “hasta el grado potencial de eliminarlo”.
Y añadió sobre la Covid-19: “No es una enfermedad grave; en su mayoría —estamos hablando de más del 90 por ciento— son casos leves. Leves quiere decir los síntomas de un catarro, son indistinguibles de un catarro”.
Además, “en personas que no tengan edad avanzada o enfermedades crónicas el riesgo es muy bajo de complicarse, pero todas y todos tenemos que actuar”.
En ese tenor, también comentó que “este nuevo coronavirus produce gruesamente más de 95 por ciento de casos leves; este es un término médico que, aunque es relativamente genérico, indica la situación de una enfermedad que no pone en riesgo la vida, que no afecta gravemente la funcionalidad del cuerpo, independientemente de que pueda transmitirse con razonable eficiencia para mantener una epidemia. Esta es la situación del coronavirus”.
Y, en la sesión de preguntas y respuestas, López-Gatell también dijo que “invariablemente las nuevas enfermedades al inicio se aprecian como más grave de lo que terminan siendo”.
El 28 de febrero de 2020 López-Gatell mencionó, sin nombrarla como tal, su esperanza en la inmunidad de rebaño: “De hecho la gran mayoría de las personas, y podríamos llegar hasta un 50, 60 por ciento o 70 por ciento de las personas, podríamos tener la infección; es decir, el virus podría entrar a nuestro cuerpo sin causar absolutamente ningún síntoma, es decir, no nos daríamos cuenta. Pero esta es una excelente noticia porque nos convertiríamos en personas inmunes, en personas que ya no se pueden infectar. Esto es lo que va a pasar en la gran, gran, gran mayoría de los casos”.
RAÍCES DE LA ESTRATEGIA DEL DESASTRE
Aquel día el presidente López Obrador mencionó “tres elementos” ante el arribo de la Covid-19 a México: primero, que el país estaba preparado para enfrentar la situación; segundo, que “no es, repito, según la información que se tiene, algo terrible, fatal. Ni siquiera es equivalente a la influenza”.
Tercero, que López-Gatell iba a estar informando, “diario”, de la situación.
Dijo López Obrador: “Entonces, decirle a la gente: serenos, tranquilos, tenemos capacidad para enfrentar esta situación”.
Asimismo, aquel día el presidente se negó a suspender sus giras, y dijo que en 2009 se exageró “y se prohibió incluso que se llevaran a cabo reuniones, me acuerdo”.
Por su parte, en una de sus escasas apariciones durante esta contingencia sanitaria, Jorge Alcocer Varela, titular de la Secretaría de Salud, convocó “a lo que caracteriza al pueblo de México, a su solidaridad y el acompañamiento en situaciones, que no es de gravedad, es una situación anunciada, es una situación que llama a la participación de todos”.
Además, desde entonces advirtió: “Pero si alguien está tosiendo, la saliva es el conductor más claro y hay que alejarnos; no llegar a los extremos que muchas gentes, no la población, pero gentes con preocupación lo están recomendando de usar no solo cubrebocas, sino aditamentos, técnicamente más avanzados que no son necesarios ni en el mismo hospital, como ustedes saben”.
Sobre el cubrebocas cabe rescatar las palabras que también dijo López-Gatell en aquella conferencia de prensa: “El virus se transmite por vía respiratoria, en los aerosoles, en las pequeñas gotas microscópicas de la transpiración, la respiración, la saliva que uno proyecta al hablar, al cantar, al toser. Estas permanecen en el aire, pero si el clima es seco y cálido se reduce considerablemente el tiempo en que están en el aire y, por lo tanto, la transmisión se reduce muy significativamente y hace más posible que no se perpetúe la transmisión”.
Pese a que contaba con esa información, el subsecretario ha mantenido una gran oposición a la recomendación del uso del adminículo para reducir la transmisión. Un año después, por ejemplo, en las recomendaciones que están en la página que la Secretaría de Salud dedica al coronavirus continúa ausente esta sencilla medida.
Sobre las medidas, en la conferencia de prensa de la mañana López-Gatell dijo: “Por el momento, tampoco nos demos besos ni abrazos, simplemente así. ¿De acuerdo? Y entonces esto nos va a ayudar a disminuir la transmisión. De manera inmediata esta acción es importante alrededor de los casos, pero como una medida preventiva general ya empecémoslo a hacer”.
Sin embargo, por la noche, después de que López Obrador dijera que no iba a suspender sus giras y que seguiría su trato con el pueblo, López-Gatell cambió de parecer: “El tema de abrazarse o no abrazarse y darse besos o no besos, que es parte de nuestra cultura, insisto, en este momento que tenemos apenas la importación y aun en la fase que pudiéramos llegar a tener transmisión en pequeños brotes comunitarios, no es una medida indispensable, no es una medida estricta. Entonces, si hoy mismo alguien está abrazando a sus compañeros o se está saludando, es más, nuestro presidente está en este momento de gira, y él es un individuo extraordinariamente generoso de corazón y el pueblo lo quiere, lo van a abrazar. No pasa nada, en este momento no hay riesgo”.
En cuestión de horas el “científico” López-Gatell cambió su recomendación. ¿Por qué? No por una consideración médica, sino para justificar las actividades del presidente López Obrador.
Aquella mañana también se acordó, en caliente (al estilo presidencial, sin ninguna preparación ni planeación), que se diera un informe diario sobre la situación de la Covid-19, a las 9 de la noche. El presidente incluso hizo una votación a mano alzada con los reporteros asistentes. Por la noche se realizó la primera conferencia de prensa sobre Covid-19.
Como se puede ver, desde aquella conferencia de prensa se enunciaron con claridad algunas constantes de la estrategia contra la pandemia en México: desde no contenerla sino “mitigarla”, la apuesta por la inmunidad de rebaño, las sesiones nocturnas de la Secretaría de Salud, la minimización de los efectos de la enfermedad, que López-Gatell cambiara sus recomendaciones para adaptarlas estrictamente a los deseos del presidente, hasta cuestionar severamente el uso del cubrebocas.
El 28 de febrero de 2020 se reportó en el informe técnico de la Secretaría de Salud que en el mundo había 82 mil 652 casos confirmados de Covid-19, así como 2 mil 858 fallecimientos por esa enfermedad. En México, tres casos confirmados y, por supuesto, sin defunciones.
Un año después, en el mundo hay 114 millones 41 mil 134 infectados por Covid-19, así como 2 millones 529 mil 897 muertos por esa enfermedad. En México ha habido 2 millones 281 mil 355 contagiados, y 185 mil 715 fallecimientos.
A nivel mundial, México ocupa el lugar 13 en contagiados, el tercero en fallecimientos, el 14 en muertes por millón de habitantes y segundo en tasa de letalidad con 8.89 por ciento.
A un año del día uno de la Covid-19 en México, el presidente López Obrador ya estuvo contagiado, mientras que López-Gatell padece esa enfermedad y ha estado hospitalizado desde el miércoles pasado (hasta cinco días después lo informaron las autoridades sanitarias, pese a que brindan un informe diario, como se acordó hace un año). Se espera que este lunes sea dado de alta.
López-Gatell dijo: “No es una enfermedad grave”; a su vez, López Obrador afirmó: “No es algo terrible, fatal”. Hace un año.