El Consejo de Salubridad General presentó una nueva versión (la tercera) de la Guía Bioética para la Asignación de Recursos Limitados de Medicina Crítica en situación de Emergencia, en la que se elimina el criterio de juventud y ahora incluye el respeto a la decisión del paciente para recibir o no un tratamiento.
El criterio original para la asignación de recursos de la vida por completarse (edad) ya ha sido eliminado del nuevo documento, que establece que la única característica para ser candidato a la asignación es “la posibilidad demostrable de acuerdo con la experiencia médica nacional e internacional de beneficiarse de dichos recursos médicos. Esta guía no excluye a ningún paciente que sería, en condiciones ordinarias, sujeto a recibir cuidados críticos. Esto quiere decir, en principio, que la edad cronológica o tener una discapacidad no son de por sí características que excluyan a pacientes de ser candidatos(as) a recibir cuidados críticos. Es un error que ha de evitarse a toda costa asumir que tener cierta edad o cualquier discapacidad es sinónimo de tener una calidad de vida inferior, un pronóstico desfavorable, o mala salud”.
Otro añadido es el de la autonomía de los pacientes, el derecho que estos tienen para decidir sobre los tratamientos e intervenciones que se le proponen. Por ello se les debe de informar claramente sobre su diagnóstico y pronóstico médico y los cursos de acción que se pueden seguir. El paciente podrá decidir, incluso, si recibe o no cierto tratamiento o intervención (por ejemplo, ser intubado o no), lo cual deberá ser respetado.
Ahora se señalan tres criterios para que, mediante el triaje, se realice la evaluación de los casos: el impacto de la infección, las comorbilidades preexistentes que puedan impactar sobre la expectativa de beneficio del tratamiento y la expectativa de supervivencia al tratamiento.
Asimismo, el texto responde a cuestionamientos que se han hecho en diversos ámbitos: que una persona pueda tener más méritos que otra para recibir la ayuda. Al respecto contesta: “El valor social percibido de la persona no debe contar en la asignación de recursos escasos de medicina crítica. La razón es que dicho criterio supone erróneamente que las ocupaciones pueden ser objetivamente jerarquizadas y éticamente evaluadas en este contexto, y distrae la atención de las consideraciones estrictamente sanitarias. Y aun más, este criterio favorece estereotipos sociales y prejuicios que generalmente operan contra personas que pertenecen a grupos en situación de vulnerabilidad y de discriminación histórica. Convertir la decisión de triaje en un concurso de méritos sociales alejaría la toma de decisiones, en un contexto de emergencia de salud pública, del objetivo de salvar el mayor número de vidas posible”.
En esta ocasión la guía ya no es presentada como “proyecto”, como ocurrió con la segunda que apareció el 15 de abril, e incluso ya aparece con el membrete del CSG. Su extensión es mayor, ya que ahora consta de 17 cuartillas, cuando las de anteriores tenían 11 y 13. Además, en esta ocasión ya contiene una fundamentación constitucional y legal.
En “Uso específico y específico de la guía” establece que esta guía “entrará en si la capacidad existente de cuidados críticos en un determinado hospital está sobrepasada, o está cerca de ser sobrepasada, y no es posible referir pacientes que necesitan de cuidados críticos a otros hospitales donde puedan ser atendidos de manera adecuada”.
Respecto a la elección de pacientes que harán uso de los recursos escasos individuales, la guía ahora aclara que “su asignación a veces es considerada como si se eligiera quién morirá. Sin embargo, la evaluación anterior del acto de asignación de recursos escasos es errónea. Lo es porque la intención del médico(a) detrás del acto de asignar recursos escasos es elegir quién sobrevivirá. La muerte, o daño que sufre, la o el otro paciente se prevé pero no se busca intencionalmente ni puede evitarse”.
También se mantiene el azar como último recurso de asignación, pero ya no se le llama así sino “sistema aleatorio”, que es “ampliamente aceptado dentro y fuera de la medicina”. Lo califica como “método equitativo”, que además tiene la ventaja de que “si los procedimientos se hacen de modo transparente, resisten la corrupción”. Pero no establece ni recomienda cómo realizarlos (se debe recordar que en la primera versión de la guía se sugería, por ejemplo, lanzar una moneda).
El documento remarca la no discriminación que debe haber en los servicios médicos, y señala que durante la emergencia no se “castigue más” a poblaciones vulnerables como las personas privadas de la libertad, los migrantes y las minorías étnicas.
Por otra parte, señala que en la emergencia los hospitales privados no podrán negar servicios a quien no cuente con recursos para pagarlos: “Los proveedores de salud privada no deberán negar la atención hospitalaria a personas que no cuenten con seguro médico privado o que no cuenten con los recursos económicos necesarios para solventar los gastos de hospitalización”.