Esta semana, las redes sociales le dieron a un viejo conocido de muchas generaciones el papel de héroe, de aquel que, aunque no pueda derrotar al sistema, sí puede averiarlo. O, en palabras de un tuitero, lo hicieron el protagonista del “me la pelan” más épico de la historia: el incomparable Osito Bimbo.
El osito bimbo haciendo el me la pelan en mercadotecnia más épico de la historia. pic.twitter.com/4dRIs3UvjI
— Diavolo pancione 👨🏻🎤 (@diavoloponce) February 10, 2021
Todo ocurrió cuando, en cumplimiento de los más recientes ajustes a la NOM-051, apartado 4.1.5, el Osito Bimbo desapareció de todos los empaques de los productos en los que estuvo durante décadas. Los internautas recordaron entonces que lo podíamos encontrar en una “edición especial” de las servilletas Pétalo, en lo que los mercadólogos llaman una “alianza estratégica”. Y además, descubrieron su cara en Hotkis, un pastelito. Bimbo se saltó la norma al colocar el rostro de su mascota no en el empaque, sino en el pan mismo.
La razón del vínculo entre Bimbo y las servilletas Pétalo es muy clara, al menos para los mexicanos: el producto más posicionado de Bimbo es el pan para sándwiches. Y cuando te haces un sándwich lo envuelves con una servilleta y la marca líder de servilletas es Pétalo. Esta marca tuvo el acierto, desde hace muchos años, de usar (tanto para sus servilletas como para su papel higiénico) como mascota a “Popy”, un cachorro Golden Retriever suave y tierno. Junto con el Osito Bimbo, Popy es una de las mascotas más queridas entre los consumidores mexicanos.
Aunque la edición especial de Pétalo se publicitó desde octubre de 2020 (en astuta previsión por parte de la marca), no fue hasta esta semana, en que se verificó la desaparición de Osito Bimbo de sus empaques, que se disparó el fenómeno celebratorio de la “invencibilidad” del personaje.
Las redes se cimbraron. Cientos de memes, miles de tuits y hasta un corrido han dado cuenta del hecho, y, a grandes rasgos, los internautas se han dividido en dos bandos: los que celebran la astucia del Osito y se sienten “representados” y los que se rasgan las vestiduras por semejante atrevimiento.
Los que lo celebran, ven a Osito Bimbo como una especie de héroe de la resistencia en contra de la Cuarta Transformación (mientras se deshacen en grandes carcajadas) y, los que están enojados opinan que se trata de un perverso representante de la “mafia del azúcar” al que no le importan nuestros niños. Un Ricardo Salinas disfrazado de osito, ni más, ni menos.
Comparte este #ositoBimbo de la suerte para que siempre resistas y nunca te dejes vencer 💪🏼#ConElCariñoDeSiempre ❤ pic.twitter.com/uiuRZ5at3Y
— Isma Netov (@ato_ciro) February 10, 2021
La criminal imposición del “Osito Bimbo” en distintos productos incumple el etiquetado claro y la NOM-051.
Es una VERGÜENZA.
Esta jugarreta da una clara muestra de la falta del compromiso de la mafia del azúcar con la niñez mexicana y su salud.
¡Ya basta! pic.twitter.com/mSSr7T7kRj
— Bertha Caraveo (@CaraveoBertha) February 12, 2021
En el medio de estas dos posturas, se encuentran quienes de manera muy adulta llaman a la reflexión: si el personaje pudo reaparecer en las servilletas o en otras modalidades, es que hay vacíos legales que hablan de una deficiente labor legislativa. Y es verdad. Bimbo cumplió la letra de la ley, que no su intencionalidad. Y si la ley no lo prohíbe expresamente, no está en falta. Aunque se pueden cuestionar, por supuesto, sus matices éticos.
La legalidad en la que está basada el gobierno de Morena es tan frágil y simulatoria que hasta el Osito Bimbo pudo demostrarla.
— Juan Burgos (@juanburgos) February 13, 2021
Por supuesto, abundan quienes, en un tenor muy mexicano, aprovechan para jugar con el sentido sexual que tiene la palabra “oso”.
Los memes han llevado la ubicuidad del osito a extremos delirantes y el mencionado corrido lo pinta, tal cual, como una especie de jefazo contra quien nadie puede.
Creado en 1947, el Osito Bimbo ha sido siempre la cara amable de Bimbo, una de las empresas mexicanas más poderosas en todo el mundo. No es exagerado decir que la prohibición de su presencia en los empaques de productos como el pan de caja, el pan molido, las Mantecadas, los Colchones, las Donas Azucaradas, las Donitas Espolvoreadas y muchos más, provocaron un duelo entre muchos consumidores. Aunque difícilmente logrará que el consumo disminuya.
Muchos recordarán viejos comerciales en donde el personaje expresaba “el cariño de siempre” con que la marca elaboraba el pan, que se suponía tan bueno como uno hecho en casa. Por supuesto, no lo es.
Las modificaciones a la Norma Oficial Mexicana 051 prohibieron que los productos no saludables ostentaran en sus empaques las figuras de personajes tiernos, divertidos o atractivos, bajo la premisa de que dichos personajes (también llamados “mascotas”) propician un mayor consumo entre los menores de edad.
Así, dijeron adiós personajes icónicos como Melvin, el elefante de Choco-Krispis, Pancho Pantera, de Chocomilk (más famoso, si cabe, que el Osito Bimbo), y Chester, la mascota de Cheetos.
La modificación a la NOM-051 impuso también que todos los productos que pudieran caer en la categoría de golosinas o botanas presentaran un etiquetado en forma de hexágonos negros para advertir sobre alto contenido de azúcares, grasas, sodio, o los tres. Tales etiquetados se usan desde hace algunos años en otros países, como Chile.
El activismo a favor del “etiquetado claro” tiene varios años en México y encontró terreno fértil en la presente administración, cuando la crisis sanitaria por la COVID-19 empezó a acumular miles de muertos. El gobierno federal necesitaba un enemigo visible y lo encontró en las “comorbilidades”: diabetes, obesidad, hipertensión. Y apuntó un dedo acusador en contra de la industria refresquera (el “veneno embotellado”, llamó Hugo López-Gatell al refresco) y la industria de las golosinas y botanas.
Me encantan las mantecadas Bimbo. Ya no, sin el osito Bimbo ya no.
Nunca nadie dijo 🙄
— Ironwoman con cubrebocas (doble) (@verlir) February 13, 2021
De este modo, en lugar de fortalecer la estrategia de combate contra la pandemia, por medio de compra de pruebas, cortes a las cadenas de contagios, impulso al uso de cubrebocas, equipamiento de hospitales y compra de vacunas, las autoridades sanitarias dispersaron energía y dinero en su campaña por el etiquetado y en contra de las mencionadas industrias, en un momento en que sus esfuerzos tenían que estar 100% dirigidos al combate contra el virus.
Sobra decir que, a varios meses de que los hexágonos negros se encuentran en los empaques de todas las golosinas que consumen los mexicanos, ni la obesidad, ni la hipertensión, ni la diabetes y tampoco el índice de letalidad por COVID-19 han disminuido.
En tanto, en las redes, el Osito Bimbo se erige para muchos en un símbolo de rebeldía, de burla hacia el sistema, de picardía y de (no es exageración) de resistencia ante un gobierno fallido.