El “rescate” de Pemex es una promesa rota del gobierno de AMLO, puesto que en diciembre de 2022 cumplió seis años en estado de quiebra técnica, a pesar de que es la empresa que más recursos se come, al grado que con lo que se ha dado en el sexenio, se podrían pagar 772 años del presupuesto del INAI.
El estudio El empobrecimiento de las empresas públicas, realizado por México Evalúa, informa, de acuerdo a cifras oficiales, que tanto Pemex como CFE registran un gran incremento en su deuda y un “desplome de sus activos”.
Indica el estudio, que se puede leer completo AQUÍ, que durante el sexenio pasado, de Enrique Peña Nieto, Pemex registró un crecimiento mínimo. “Para el final del sexenio el tamaño de la empresa, medido por el valor de los activos, únicamente creció 4.6% (108 mmdp) entre 2013 y 2018”, dice.
Ello, debido a inversiones insuficientes como para acumular activos productivos, como inmuebles e infraestructura, al tiempo de la depreciación de los activos que ya se poseían. Ello configura, durante el sexenio de Peña, una “tendencia de estancamiento”.
Se recordará que cuando era candidato, López Obrador criticó duramente el mal desempeño de Pemex y aseguraba que durante su gobierno se rescataría a la empresa y se lograría la autosuficiencia energética.
Pero no lo logró y la situación de Pemex bajo su gobierno no hizo más que empeorar, puesto que la empresa no solo no salió de la quiebra técnica en la que entró en 2017, sino que además registró una contracción de sus activos, a ritmo de 2.7% anual desde inicio de sexenio.
“Si con EPN la tendencia era de estancamiento en el crecimiento de la empresa, con AMLO esta tendencia se agravó, hasta verificarse como un achicamiento de su tamaño: según la Cuenta Pública de la petrolera, al cierre de 2022 los activos totales de la empresa fueron 10.5% (281.5 mmdp) menores a lo observado al cierre de 2018. Esto implica que han caído a un ritmo promedio de 2.7% anual”.
Según México Evalúa, esto se debe al mismo motivo: insuficiente inversión y depreciación de los activos.
Ello parece contradictorio considerando el descomunal monto de recursos y estímulos que se le inyectan a la empresa, pero el estudio indica que se trata de crear programas de inversión focalizada para acumular activos.
Pemex arrastra un grave problema histórico de endeudamiento, que devora los recursos que le provee la Federación, así como la conocida corrupción al interior del sindicato.
A ello se suma la resistencia de AMLO de abrir la empresa a la inversión privada, al considerar que se trata de un “saqueo” de los recursos del país. Para el presidente, un sistema híbrido (que combine la inversión estatal con la privada) equivale a “privatizar el petróleo”.
“Entre 2013 y 2018, la deuda financiera creció a un ritmo promedio anual de 15.8%, impulsada por la acumulación de la deuda externa, la cual creció a un ritmo de 17.8%. Para el cierre del sexenio, la deuda externa de la petrolera aumentó 127% en términos reales (1,307 mmdp) respecto a 2013”, dice el estudio.
Explica que la acumulación de deuda en Pemex durante el sexenio de Peña llevó a la Secretaría de Hacienda a duplicar las transferencias presupuestales a la paraestatal. La finalidad era reducir la deuda financiera y reducir los pasivos. Pero no ha habido resultados alentadores y la situación empeoró en este sexenio.
“Si bien del cierre de 2018 a de 2022 la deuda financiera y los pasivos de la petrolera disminuyeron 5.9% (270 mmdp), en total se han aportado 772 mmdp en transferencias durante los últimos cuatro años”. Es decir, que esa pequeña disminución de la deuda (que AMLO presume tanto) ha salido excesivamente cara para el erario.
Entre las razones para tal situación se encuentra el pasivo de pensiones, que presionan fuertemente a la empresa. También, la crisis por la Covid-19 y los vaivenes internacionales en el precio del crudo, y que afectan a todas las petroleras, pero que en el caso de Pemex implica una verdadera tragedia financiera.
“El efecto de la crisis económica y sanitaria por la covid-19 llevó a las obligaciones financieras de la paraestatal a un máximo de 5.2 mmdp, lo cual no se había observado en la última década”, agrega.
El resultado, como se sabe, hizo que dos agencias calificadoras degradaran la calificación de Pemex, lo que enfureció a AMLO y hace que sea más difícil conseguir inversionistas.
El estudio indica que la deuda y los pasivos de Pemex disminuyeron en 2022, pero no gracias a una mayor inversión, venta o utilidades, sino a mayores transferencias por parte de la SHCP.
En 2021, las transferencias aumentaron 555%, sumando 308 mil millones de pesos. Ello se convirtió en un “superávit” de 74 mil millones de pesos y obteniendo una reducción de 5% en la deuda. Pero estos logros son artificiales, ya que le cuestan al erario.
“Pemex lleva casi una década con un patrimonio negativo. Prácticamente desde 2013 las pérdidas y deudas se han comido el valor de la empresa. En la última década sus pasivos totales han sido mayores que los activos, lo que ha generado un patrimonio neto negativo (es decir, las deudas son mayores que los recursos con los que cuenta la empresa)”.
Con AMLO, la situación continúa siendo muy negativa. La pérdida de patrimonio sigue y la empresa vale cada vez menos mientras su deuda vale cada vez más.
“Lo que ha logrado el esfuerzo en los últimos dos años por disminuir los pasivos de Pemex es empequeñecer la empresa, con respecto a sus obligaciones financieras. El resultado: en cuatro años de gobierno de AMLO el patrimonio neto ha sido deficitario, generando un desahorro por 1.2 billones de pesos al cierre de 2022”.
Lo dice de manera más simple: durante el gobierno de AMLO, por cada peso de activo de Pemex, se tiene una deuda de dos pesos.
“Todo apunta a que el actual gobierno dejará una empresa petrolera más chica y endeudada”, dice en sus conclusiones.