Estamos en el peor momento del covid-19. El sistema de salud está rebasado, agotado, bloqueado. No se da a basto. A este ritmo, los pacientes que se pongan graves no tendrán a dónde los reciban, coinciden los especialistas.
El número de camas con respirador disponibles ha disminuido a niveles alarmantes, sobre todo en la Ciudad de México. La jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, no logra esconder su angustia. La cosa está tan grave que tuvo que admitir que estamos al límite.
La capital superó el número de hospitalizaciones que se tuvo el pasado 22 de mayo —considerado como el pico más alto de la pandemia— con cuatro mil 573 camas ocupadas de enfermos de covid.
Un inventario sobre las camas y ventiladores en unidades del IMSS en la CDMX y el Edomex da una idea de la situación; no hay disponibilidad en 19 de 25 hospitales; en seis van de una a cuatro. Conforme se acercan las fiestas decembrinas —posadas, Nochebuena, comida de Navidad, vacaciones— aumenta la preocupación.
El Presidente pidió al “pueblo” que se guarde los próximos 10 días. Sólo 10 días.
“El 24 se acostumbra a pasar la noche en familia y estos días es cuando hay más tráfico, cuando sale más la gente, las compras…”, dijo en la mañanera.
Pero López Obrador se muestra reacio a imponer medidas restrictivas, como el uso obligatorio de cubrebocas, limitar la actividad o declarar toque de queda en las zonas más afectadas. “Prohibido prohibir”, repite.
¿No le hace que esté en juego la vida de un sinnúmero de mexicanos? Es pregunta.
Los expertos del Grupo Eurasia, con sede en varias ciudades del mundo, hacen notar que la 4T ha depositado todas sus esperanzas en la campaña de vacunación. “México está bien posicionado para obtener vacunas, pero su implementación podría ser un desafío”, advierte en su reporte de ayer.
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El nerviosismo de Claudia se viene expresando desde el fin de semana. No es para menos. La CDMX es el epicentro de la pandemia. Ella tampoco se anima a poner el semáforo en rojo.
Le preguntaron sobre el mensaje del exsecretario de Salud, Salomón Chertorivski, que incluye su propuesta para corregir el rumbo de la pandemia.
Respondió con una grosera descalificación: “Probablemente sea el mensaje de un vendedor de seguros… Es el inventor del Seguro Popular”.
Chertorivski replicó ayer: “No soy vendedor de seguros, pero reconozco que es una profesión honesta. Muchas mujeres y hombres así se ganan la vida”.
Y dio la cachetada con guante blanco:
“Efectivamente, me tocó implementar el Seguro Popular, logrando que 53 y medio millones de mexicanas y mexicanos que antes no tenían financiamiento para su salud la tuvieran y nunca faltaron los medicamentos oncológicos para niñas y niños. Hoy ya sabemos lo que pasó”.
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