Los dos principales dirigentes del sindicato han sido despedidos por haber incurrido en la osadía de exigir sus derechos: la secretaria general, Judith Calderón Gómez, y el secretario de Organización, Leonardo Mondragón Román; además, Alejandro Caballero Calderón fue citado a declarar por la PGJDF porque estuvo en las puertas del diario cuando ocurrió el movimiento de huelga”, publicó Marco Levario Turcott. Es una triste y reveladora noticia que expresa el proceso decadente que padece un diario originalmente concebido, según sus propias palabras, como “un diario en el que tuviera cabida el pluralismo de un país que ya no se reconocía en la unanimidad y que veía con alarma las crecientes amenazas a las conquistas sociales logradas durante los regímenes posteriores a la Revolución mexicana” (La Jornada. ¿Quiénes somos?).
Paulatinamente, esas metas se fueron desviando hacia una publicación sectaria. Convertida en un abierto órgano propagandístico de las izquierdas castristas y pejistas. Al inició pretendió ser un “diario de referencia”. Eso se puede apreciar en la inicial nómina de colaboradores. Hubo varias purgas. Por criticar a Castro, a CCS, a Poniatowska y a AMLO, nos sacaron a muchos. Curiosamente, esa “toma de partido por la izquierda” fue también acompañada por el incremento de la propaganda gubernamental y la inclusión de articulistas procedentes de las esferas priistas, incluso algunos que habían practicado una política abiertamente opuesta a los movimientos sociales.
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