Gil abandonó la semana perturbado por las noticias de crímenes impensables. Se refiere a los jóvenes estudiantes de cine sacrificados en Tonalá, Jalisco. Los torturaron y los asesinaron a sangre fría. Los cuerpos fueron disueltos en ácido por otro joven, un sicario, que soñaba con ser rapero y subía sus canciones violentas a YouTube.
Jesús Daniel Díaz García, Javier Salomón Aceves Gastélum y Marco Francisco García Ávalos acudieron a una casa prestada en Tonalá, La Cabaña, locación en la cual realizarían sus tareas escolares; su proyecto se llamaba El terror.
La casa la prestó la tía de uno de ellos, suegra de El Cholo, enemigo del Cártel Jalisco Nueva Generación.Halcones y sicarios vigilaban la casa y los jóvenes fueron confundidos con integrantes de la banda de El Cholo. Al salir de la casa, acompañados además de tres compañeras, los interceptaron, los secuestraron, los desaparecieron. La Fiscalía de Jalisco informó que la tía que les prestó la casa había sido detenida y acusada de lenocinio. Así, sin más.
Una leyenda, tres destinos
Gil recordó esta conocida leyenda árabe: “Había en Bagdad un mercader que envió a su criado al mercado a comprar provisiones, y al rato el criado regresó pálido y tembloroso y dijo: Señor, cuando estaba en la plaza del mercado una mujer me hizo muecas entre la multitud y cuando me volví pude ver que era la Muerte. Me miró y me hizo un gesto de amenaza; por eso quiero que me prestes tu caballo para irme de la ciudad y escapar a mi sino. Me iré para Samarra y allí la Muerte no me encontrará. El mercader le prestó su caballo y el sirviente montó en él y le clavó las espuelas en los flancos huyendo a todo galope. Después el mercader se fue para la plaza y vio entre la muchedumbre a la Muerte, a quien le preguntó: ¿Por qué amenazaste a mi criado cuando lo viste esta mañana? No fue un gesto de amenaza, le contestó, sino un impulso de sorpresa. Me asombró verlo aquí en Bagdad, porque tengo una cita con él esta noche en Samarra”.
Esta leyenda tiene muchas variantes aunque en todas destaca una constante árabe. Al final, sugiere, no se puede luchar contra el destino. Esto contrasta con el pensamiento occidental, donde todos nuestros actos se orientan a forjar un futuro amoldado a nuestras necesidades y que podemos manipular con nuestro esfuerzo.
Desde luego: la violencia en México ha rebasado cualquier límite. Los gobiernos que se han enfrentado a ella han fracasado, no solo eso, la han multiplicado. Doble fracaso.
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