marzo 9, 2025

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Leo un libro que aún no se publica y que será único en su género: Diccionario de las vedettes en México. El autor de esta idea es Marco Levario Turcott.

La palabra “vedette” es de origen francés. Ha sido empleada para designar a una actriz con atractivo físico y ciertas aptitudes para cantar y bailar. Su popularidad coincide con momentos históricos de liberación sexual del siglo XX, en los años 20, 40 y 70. Wikipedia anota: “Las vedettes comenzaron su auge y popularidad en Francia a principios del siglo XX. Después de Francia, invadieron a los países hispanohablantes como Argentina, España y México, donde causaron furor en la vida nocturna en distintas épocas”.

La investigación de Marco Levario Turcott de las vedettes trata de uno de los géneros escénicos que anticipó y se nutrió de la irrupción de las vedettes: el burlesque. Apunta el escritor y periodista: “El concepto de burlesque surgió como un género literario que tuvo por objeto ridiculizar alguna obra o espectáculo. Más tarde afianzó su significado como parodia asociada al teatro de variedades”.

Las influencias del burlesque son el cabaret, el music hall o el vodevil e integra una atmósfera donde impera el erotismo: “en las primeras décadas del siglo XIX también empezó a desarrollarse el burlesque victoriano, ya vinculado al teatro de variedades”.

Perseguí a la noche durante años y vi muchas vedettes cuando existían los centros nocturnos y los burdeles, antes de que el table dance acabara con esa tradición nocturna. Recorrí con algunos amigos todos los cabarets de la Zona Rosa y más allá.

El estudio de Marco Levario me ha regresado a aquellos tiempos. Recordaré, atraído por el anzuelo de Turcott, algunos nombres: Angélica Chaín se quitaba la ropa a la menor provocación, me mataba su desparpajo; Brigitte Aubé, una francesa opulenta que me recuerda además a Vicente Ortega Colunga, amo de la noche. Diana Gay, me pongo de pie ante mi falsa prima, la vi en el Clóset Piano Bar varias veces, me hechizó no una sino varias noches. Mara Marú, gran nombre, “la Diosa de la noche”. Dice Marco Levario: “sus senos despiertos engalanaron los amaneceres de la capital del país de los años setenta y mediados de los ochenta”.

Todos hemos sido un día príncipes de los amaneceres.

Más información en: Milenio

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