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A María Fernanda, la “Chata” Campa, hija del líder social Valentín Campa, le satisface que después de 50 años, por fin se haya reconocido que los hechos del 2 de octubre de 1968 constituyeron un genocidio, sin embargo aún falta que se castigue a los responsables.

Para la geóloga y activista, la lucha de aquellos años se mantiene vigente en la actualidad;  no es suficiente que el 2 de octubre sea considerado día de luto nacional y haya la obligación legal de izar la bandera a media asta; el siguiente objetivo, dice, “es que metan a la cárcel a todos los del Ejército”.

En declaraciones exclusivas para el portal Político MX, en donde también participa como entrevistadora la escritora Elena Poniatowska, Campa hace un repaso por varios momentos de los hechos de Tlatelolco y expresa sus opiniones respecto a algunos personajes, a quienes históricamente se ha mencionado como líderes del movimiento estudiantil.

La hija de Valentín Campa no está de acuerdo en que se incluya en esta categoría al actual diputado del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Pablo Gómez, pues desde su punto de vista “no hizo nada” por las causas que se abanderaban en aquella época.

“Pablo Gómez nunca ha hecho nada, siempre ha estado en las cámaras, pasa de una a otra”, aseguró. Y en esta posición coincidió Elena Poniatowska, quien agregó: “También coincido en que Pablo nunca ha ayudado. ¿Verdad?”.

Algo parecido opinan sobre el fallecido Marcelino Perelló, de quien aseguran, nunca estuvo encarcelado como otros dirigentes y también le reprochan sus acercamientos con el régimen de Díaz Ordaz después de la masacre. Incluso, se fue becado a Europa.  También recuerdan su relación personal con Rosa Luz Alegría, secretaria de Turismo en el gobierno de López Portillo.

Respecto a Luis González de Alba, tanto Campa como Poniatowska coinciden en que su obra “Los días y los años” es un libro “precioso” sobre los acontecimientos del 2 de octubre y recuerdan que en aquellos años fue amigo de las dos. Sin embargo, Poniatowska lamenta esa amistad se haya roto y que la haya acusado de plagio; lo atribuye a su estancia en la cárcel de Lecumberri y a que su libro La noche de Tlatelolco se haya vendido más.

Para la activista y la escritora, el 2 de octubre de 1968 marcó en definitiva el curso de la historia de México y por primera vez se demostró el poder de los jóvenes organizados para luchar por construir un país más justo y con libertades.

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