El debate de los últimos días sobre la posibilidad de construir un nuevo partido político debería centrarse en la cuestión de “¿a quiénes quiere representar la nueva organización? ¿A quiénes quiere y debe hablarles para caminar junto con ellos?”
Para hacerlo debemos partir de que nos equivocamos en nuestra estrategia general en las campañas de este 2024, que no acertamos con nuestros mensajes, nuestros discursos, ni con nuestras candidaturas en la mayoría de los casos, al oponernos frontalmente a un proyecto gobernante que contaba con una aprobación mayoritaria para que continuara al frente del país.
Al final de cuentas, la mayoría ciudadana de todas las clases sociales dijo en las urnas que, aun con todas las violaciones que hicieron a la ley, estaba conforme con que la coalición obradorista siguiera conduciendo los destinos de México.
La realidad fue que no logramos construir desde la oposición un fenómeno político similar al de AMLO en el 2018. La coalición opositora, con Xóchitl a la cabeza, no logró entusiasmar a la mayoría de mujeres y hombres que fueron a las urnas. Así lo ilustran las encuestas de salida el pasado 2 de junio.
Es verdad que eso no significa que la mayoría de la gente esté conforme con el clima de violencia que existe en el territorio nacional, con la ausencia de muchos servicios que no les proporcionó ni les proporciona el gobierno de Morena, como tampoco que estén avalando las decisiones regresivas y autoritarias de la coalición gobernante. Pero también es verdad que no confiaron en la coalición del PRI, PAN y PRD, como oposición real, ni tampoco en Xóchitl Gálvez para la Presidencia de la República. ¡Esa es la cruda y triste realidad!
Indiscutiblemente que hay amplios sectores de la sociedad mexicana inconformes con lo que está pasando y quieren hablar, ser escuchados y tomados en cuenta para construir una nueva alternativa, sobre todo muchos jóvenes universitarios y de diverso tipo de actividades, y hay que buscar que todos juntos confluyamos en un solo torrente, a partir de un diálogo nacional constructivo.
Debemos asumir que los esquemas anteriores en los cuales “la línea política se traza desde arriba”, desde algunas cúpulas dirigentes, para que “los demás” la sigan, ya no funciona en el México de nuestros días. Y, por lo tanto, hay que construir la nueva alternativa desde abajo, desde la vitalidad de la sociedad civil, con sus nuevos liderazgos, con los jóvenes inconformes, los del poder judicial, los que están hartos de la inseguridad, las mujeres hastiadas de los feminicidios, con todos los que, aunque reciban los necesarios programas sociales, saben que es posible mejorar todavía más en un país con mayor civilidad y sin exclusiones.
Por eso también debemos reconocer que han sido positivos los aumentos a los salarios mínimos –que el PRD impulsó desde siempre-, los necesarios programas sociales para adultos mayores y otros sectores desprotegidos, que también han sido parte de la plataforma histórica del PRD. Y al mismo tiempo dejar claro que eso no es suficiente para establecer las bases que posibiliten un crecimiento económico que genere empleos productivos y bien pagados, así como recursos suficientes para fortalecer una educación de calidad y un sistema de salud a la altura de las necesidades sociales.
Dicho de otra manera, un nuevo partido debiera partir de reconocer los errores cometidos por los partidos anteriores y los actuales y abrirse a la participación de nuevos liderazgos. En nuestro caso, los dirigentes de lo que fue y sigue siendo el PRD (ahora sin registro legal nacional) debemos colaborar, compartir nuestra experiencia y seguir contribuyendo en la medida de nuestras capacidades pero haciéndonos prudentemente a un lado, o dando uno o dos pasos atrás , en la conducción colegiada del nuevo proyecto.
En ese sentido saludo la iniciativa de un importante grupo de dirigentes y activistas que plantean la necesidad de una Mesa Nacional de Diálogo de los diversos actores que hoy tenemos interés en impulsar la creación de uno o más nuevos partidos para empezar a hablar de todo esto, no para ver quién se suma a qué proyecto. No podemos permitirnos reincidir en el yerro de caminar separados y esperar a que los demás simplemente se formen detrás. No debe haber cabida para tal soberbia. México necesita una oposición representativa, actuante, con nuevos liderazgos y con capacidades suficientes para impulsar una agenda inclusiva, liberal y socialdemócrata, que ponga al centro las preocupaciones, necesidades y causas de la gente.
