Llevará algún tiempo que algunos mexicanos, la mitad del país, comprendan que tan trágica fue la ominosa y creciente militarización para todos. Espero que pronto se digieran los efectos devastadores que esto está trayendo —y traerá— para México y todo lo que significa para nuestra democracia la presidencia de López Obrador. Desafortunadamente muchos millones de compatriotas aún no lo entienden bien. Al embrutecedor encantamiento se debe que aún escuchemos, después de cuatro años de fracasos contundentes, que AMLO es el mejor presidente que ha tenido México. Así están las cosas.

Todos estamos pagando la crisis y el desprestigio de los partidos tradicionales y la consolidación de un régimen populista donde los militares se entronizan como dueños y señores en este gobierno. La claudicación del poder civil y el aplastante poder militar está frente a nosotros y muchos no quieren darse cuenta de que estamos ante un peligro inminente.
Los Guacamaya Leaks han venido a sorrajarnos en la cara que los que de veras mandan son los uniformados para complacencia de nuestro tirano decadente. Basta recordar que el titular de la SEDENA se negó a ir a la Cámara de Diputados a explicar como se produjo el bendito hackeo que nos ha permitido conocer y tener evidencias oficiales de la grave situación nacional actual. No solo eso, después de decir a los diputados que si querían tener un encuentro con el secretario Sandoval, fueran a su oficina el 18 de octubre (el día y a la hora que al general le convenía) ahora sale el susodicho con que se pospone la reunión indefinidamente en un desplante autoritario que muestra de cuerpo entero quien manda en la actual administración y que los militares no están dispuestos a rendir cuentas al poder legislativo al que desprecia como a todo el poder civil.

¿Y las famosas modificaciones que se hicieron a la propuesta de extender su presencia en las calles hasta el 2028 a cambio de informes ante comisiones legislativas?… pues papel mojado, letra muerta. En fin, ante la debilidad de lo que queda de la oposición y el adormilamiento ciudadano estamos en manos de una correlación de fuerzas diabólicas entre el narco, el tirano y los intereses de las fuerzas castrenses. Esa es la terrible realidad.
Al respecto, el presidente no ha dicho ni pio (como de costumbre ante cualquier problema). Calladito se ve más bonito y su pecho sí es bodega cuando le conviene. Y dejar hacer y dejar pasar es lo que procede de acuerdo a su manual autocrático.
En medio de esta vorágine de incertidumbre, ignorancia. polarización y violencia nos enfrentamos a una situación económica muy adversa y al mismo tiempo a procesos electorales definitorios tanto en el 2023 como en el 2024.
¿Sobrevivirá el T-MEC en medio de esta tormenta perfecta de renuncias, nepotismo e incapacidad negociadora? ¿Nuevamente se doblará Alito y sus secuaces para consolidar la destrucción del órgano electoral? Las preguntas quedan en el aire y se resolverán, eso sí, bajo el poder militar.