Aún no hay evidencias suficientes para saber si es verdad que el plan maestro del Bloque Opositor fue forjado por Omar Cervantes Rodríguez, Director General de Comunicación Social de Segob, como señaló Alonso Cedeño en este tuit https://twitter.com/acedeno/status/1270408474946605057?s=21.
Si el documento del Bloque Opositor Amplio (BOA) se hubiera redactado en los sótanos del poder de la Ciudad de México, el ridículo para la 4T sería mayúsculo, porque el presidente expuso en su conferencia matutina el protocolo del complot como si fuera algo veraz, apoyado en su Beria de Tlatelolco, Jesús Ramírez Cuevas. La mala factura del programa de conspiración sólo hace sospechar que es más falso que las arengas de un merolico en La Merced. Vamos por partes:
1. La selección de estrategias cae en lo obvio. No se necesita un grado en Harvard para descubrir que sólo la unión de los opositores puede hacer factible una estrategia electoral contra Morena. Cualquier zutanito memo de los primeros semestres de Ciencias Políticas de la UNAM pudo plantear esas vías (y lo habría explicado mejor). En pocas palabras, hasta Gibrán pudo diseñar el plan de acción del BOA.
2. El protocolo opositor apela a todas las fobias de López. Fifís, conservadores, neoliberales, empresarios, intelectuales y hasta extranjeros se sumarían a la cofradía anti López (¿no era mejor nombre inventado “Los Antílopes” que “Las Boas”?, only time will tell, dirían John Wetton y Geoff Downes). La BOA es un enemigo a la medida, como plantea Umberto Eco, resulta ideal para exacerbar el nacionalismo y la lucha de clases, mecanismos predilectos del modo político de operar del hoy presidente López Obrador. Ese supuesto complot le queda a la medida, como anillo al dedo. No obstante, su selección perfecta de malosos lo hace inverosímil. Como dice el programa de televisión: no lo sé Rick, parece falso.
3. Los opositores y críticos no son secretos, la novedad es ponerlos juntos. Gustavo de Hoyos, Hector Aguilar Camín o Leo Zuckermann son críticos abiertos de lo que hace la presidencia. En su oposición o disenso no hay novedad. Sin embargo, acomodarlos en un grupo parece una puntada sacada de un cómic de Spider-Man o Batman: ¡ahí vienen los Seis Siniestros o la Liga del Acertijo! Nuevamente suena a mentira, porque el documento BOA nunca dice que están juntos, sino que van a explorar que esos personajes se integren a la conspiración fifí. Además hay alianzas en el texto que parecen improbables: ¿por qué Femsa se coludiría con la Sociedad Serpiente, si es de los grupos empresariales con más interlocución con López? De hecho, la selección de activos parece hecha por un menso o ignorante: no están todos los que son y algunos de los señalados no tienen incentivos para participar.
4 .Y si existiera el BOA, ¿qué? Lo planteo con dos categóricas: a) no sería ilegal; y b) no sería ilegítimo. Proponer una alianza para ganar una elección y hacer acciones de contraste, por más que a López no le guste, es parte del juego correcto de la democracia. Ya hemos señalado varias veces que Obrador tiene transmisión tipo Humvee (doble estándar) y hoy se duele de lo que él siempre hizo: por ejemplo, actualmente exige respeto a una investidura presidencial que durante dieciocho años mancilló. Ahora se queja de planes en lo oscurito, cuando se tienen grabaciones donde él se opuso a arreglar Pemex, porque ya la compondría cuando fuera presidente. Así que sus motivos de queja o lamento son notoriamente improcedentes. Además, el caudillo tropical no quiere entender que, si bien ganó con treinta millones de votos, nadie sabe a ciencia cierta cuántos de los restantes noventa millones de mexicanos no aguanta sus políticas, pero no son tan pocos como él cree, lo que fortalece la legitimidad del disenso con sus políticas.
5. El timing no hace creíble la existencia del BOA. En un momento de desastre económico, de salud y político, curiosamente aparecen los protocolos de los reptiles. Hasta eso suena forzado (¿una serpiente, personificación del mal, es el nombre escogido por quienes consideran que López está equivocado? Ajá). Para usar la terminología de Luis Estrada, que tanto le gusta a Epigmenio Ibarra y la 4T, lo del BOA parece una caja china, otro distractor que insulta la inteligencia del público. A pesar de la tosquedad de la cortina de humo, López consiguió desviar un poco la atención de la gente y sus propagandistas ya usan la etiqueta BOA como si fuera algo real. Por ejemplo en el pasquín Regeneración: https://regeneracion.mx/en-jalisco-el-boa-lanza-campana-publicitaria-contra-amlo/. Para el presidente poco importa que esa mentira sea poco aceptable, ya le tocará a su Goebbels repetirla mil veces en redes sociales y panfletos, hasta que la gente la asimile.
En conclusión, la oposición existe con y sin plan secreto. Aunque actualmente no estuviera unificada, eventualmente lo estará y, si López intenta ser al menos un poco demócrata, tendrá que aguantarse: de no hacerlo, pasará de tirano a dictador. En vía de mientras, el presidente puede usar la BOA para lo que mejor le sale: victimizarse.