Desde el meritito principio la cosa comenzó mal. Súbitamente, sin motivo ni razón, el presidente decidió por sus…otros datos, cancelar el aeropuerto de Texcoco. Ahí comenzó esta locura, ya que con el pretexto de obedecer la voluntad del pueblo bueno y sabio (después de una quesque consulta) comenzó la construcción del fallido Aeropuerto Felipe Angeles, cualquier cosa que esto sea o haya sido en la desmedida imaginación presidencial.
El caprichito del primer mandatario nos ha salido bastante caro y seguiremos varios años pagando por ello. Se calcula que la gracia salió en algo así como 280 mil millones de pesos o más. El resultado: hoy contamos con un aeropuerto mediocre, insuficiente y, lo más preocupante, con problemas serios para la aeronavegación. Eso sí, los militares estaban muy contentos con el encargo de la construcción de la terminal de Santa Lucia, especialmente cuando se enteraron de que en las puertas de los baños habría efigies de los personajes de Chespirito y de algunos luchadores, no sociales…pero si del llamado pancracio.
No pus si, como dijera la culta maestra Delfina, la cosa iba requetebien. Para no salirse del guión de la llamada 4T —también cualquier cosa que esto sea— a AMLO se le llenaba la boca diciendo que el NAIM estabá plagado de negocios chuecos y corrupción de los conservadores. Hasta el dia de hoy, más de cuatro años después, seguimos esperando las pruebas de los malos manejos señalados por el ejecutivo. El oficialismo no ha podido comprobar ni denunciar nunca nada de esto, ni lo hará.
Pero aquí no acaba está bonita historia de lo que es capaz de hacer un gobierno irresponsable y autoritario, no. Hoy nos enteramos de que la primera auditoría interna llevada a cabo a la empresa que maneja al AIFA (de la SEDENA, por supuesto) muestra que en la central avionera en cuestión se han detectado: nepotismo, conflictos de interés, personal insuficientemente preparado o sin el perfil para cumplir su función, denuncias de cohecho, hostigamiento laboral, abuso de funciones y falta de cumplimiento de labores, entre otras.
No lo estoy inventado, estos datos forman parte del informe del Órgano Interno de Control (dependiente de la Secretaría de la Función Pública) del AIFA SA de CV, o sea, son datos oficiales. ¡Ay, caray!
Pero, la cosa se pone cada vez más fea.
Voy a algunos detalles: el gerente de Santa Lucía llegó al puesto no por su experiencia o por conocimiento del tema o por sus méritos, sino por recomendaciónes y tiene un buen número de familiares en la nómina del Felipe Ángeles o como se llame —el mejor aeropuerto de Latinoamérica, según AMLO—; otros funcionarios tienen “conflictos de interés” por hacer contrataciones “a modo”, 31 empleados no tienen el perfil para los puesto que ocupan, no tienen los conocimientos, ni competencias, ni habilidades que se necesitan en sus cargos. Hay más, el personal militar en activo que ocupa puestos en el AIFA continúa normándose para sus ascensos y desarrollo profesional de acuerdo con las leyes y reglamentos militares, lo que resulta altamente peligroso para el ejercicio de este tipo de ocupaciones que pueden poner en riesgo la vida de cientos y cientos de personas. Así las cosas.
Hay mucho más que decir sobre lo reportado en este informa oficial. La voluntad presidencial de hacer por decreto a las fuerzas armadas, expertos todólogos es peligroso para ellos y para todos. El AIFA ni fue ni es algo medianamente cercano al Aeropuerto Internacional que le urge a la ciudad de México. A veces me pregunto si en la toma de protesta del presidente López en 2018, no juró el actual mandatario cumplir y hacer cumplir solo su santa voluntad. Uff, cosas de Chaifa.