La secretaria del Departamento de Seguridad Interna de los Estados Unidos Kirstjen Nielsen anunció nuevas medidas para combatir la inmigración ilegal a su país, la más importante fue la de regresar a México a los inmigrantes de cualquier nacionalidad y que se presuma ingresaron por la frontera sur.
Esta política es contraria a la legislación internacional, ya que la Convención sobre el Estatuto de Refugiados de 1951 exige de los países que se reciba inmediatamente en su territorio a los inmigrantes que huyen de la situación migratoria.
Se esperaría que el nuevo gobierno mexicano se opusiera a esta política, violatoria de los derechos humanos de los inmigrantes, sin embargo, el consultor jurídico de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, Alejandro Alday, se apresuró a declarar que “así como reconocemos y respetamos el derecho soberano de los Estados Unidos de dictar su política migratoria, por nuestra parte también como un Estado soberano con una legislación vigente determinamos de manera soberana e independiente, poner en práctica la legislación mexicana con base en nuestra constitución, en la ley de migración y en nuestros tratados internacionales para darle acogida y recibir algunos de estos migrantes no mexicanos que enfrenten un proceso migratorio en los Estados Unidos.”
Alday da a entender que México tomó la decisión soberana de acoger y brindar visas de trabajo a los inmigrantes deportados desde los Estados Unidos, cuando en realidad es parte de un acuerdo en los oscurito del gobierno de AMLO con Trump para aliviar la presión migratoria en Estados Unidos y quitarle el problema al Presidente estadounidense, la pregunta es a ¿cambio de qué?
Recibir en México a miles de inmigrantes y comprometerse unilateralmente a hacerse cargo de ellos mientras reciben una respuesta de asilo en Estados Unidos significan millones de dólares para proporcionarles albergue, alimentación, vestido y otras necesidades.
El dinero para esto no puede venir sino de un pacto entre los dos países, algo parecido al financiamiento que la Unión Europea hacia España y Grecia, donde los países ricos como Alemania, Francia e Inglaterra le pagan a los países pobres para que sirvan de muro que evite la entrada de refugiados de Africa y medio oriente.
Parece que México y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se doblaron ante Trump y le están obsequiando un “muro virtual” que sirva para que las cifras migratorias le cuadren al presidente estadounidense y proclame que el muro, al final, si lo está pagando México.
La tremenda reducción de presupuesto al programa de protección a mexicanos en el exterior, la eliminación del fondo de asistencia legal a mexicanos y el aceptar servir como país receptor de inmigrantes para evitarle el problema a los Estados Unidos, son señales clara que los migrantes mexicanos no somos prioridad para el nuevo gobierno.
Autor
Abogado por la UNAM, emigró hace 11 años a Estados Unidos. Ha colaborado para diversos periódicos y revistas de ese país y es coautor del libro Democracia para el Cambio.
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