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jueves 26 diciembre 2024

El hombre de la marcha

por Articulista invitado

Uno de las principales interpretaciones de la marcha a la que convocó el presidente López Obrador el fin de semana es que el mandatario sigue teniendo un inmenso poder de convocatoria, las miles y miles de personas que acudieron el fin de semana al centro de la Ciudad de México para acompañar a su líder, son el fiel reflejo de la alta popularidad del presidente. 

Por lo tanto, esa movilización mostró el musculo político del presidente, de su movimiento y dejó en claro que no hay ningún otro líder en este país con esa capacidad para movilizar, sin embargo, esa solo es una de las muchas interpretaciones que se le puede dar a la marcha del domingo, otra interpretación es que este es un control de daños para demostrar poder en un territorio en el que el oficialismo ha perdido influencia. Ante estas interpretaciones es conveniente hacer un análisis sobre lo que representó la marcha del fin de semana. 

Ese supuesto poder de convocatoria del presidente encontró su clímax el 2 de junio del año 2018 cuando 30 millones de electores salieron a respaldar con su voto la esperanza de un cambio político en México.

A partir de ese momento la supuesta capacidad de convocatoria del presidente ha venido a la baja. En el actual sexenio el presidente ha convocado dos veces a la ciudadanía a ejercicios de democracia directa y en las dos ocasiones ha fracasado. Primero en la consulta para enjuiciar a expresidentes donde solo participó un 8 ciento de la población; segundo, en la revocación de mandato donde participó un 17 por ciento, aún y con todo el apoyo del aparato estatal. Los ejercicios han resultado un fracaso, números muy lejanos para un presidente que presume un nivel de aprobación por arriba del 60 por ciento. Ante sendos fracasos lo más sencillo fue culpar al INE por los bajos niveles de participación, cuando en realidad, el decreciente desempeño electoral del gobierno se explica por los resultados que ha dado.

Sin embargo, esta no era la primera señal de que el oficialismo no gozaría del apoyo popular en las urnas y que la supuesta popularidad presidencial no se veía ratificada en las casillas. Justo en la cúspide de su victoria, unos meses después de ganar las elecciones presidenciales, el aquel entonces presidente electo convocó una consulta para preguntar a la ciudadanía si querían o no continuar con la construcción del Aeropuerto de Texcoco, con una consulta fuera del marco legal, sin ningún tipo de vigilancia, el presidente convocó según sus propias cifras a un millón de mexicanos, los otros 29 millones que lo habían votado meses antes no quisieron acudir a las urnas a apoyarlo.

El éxito electoral es indiscutible, 22 gubernaturas con un INE en “contra” no son poca cosa, y, sin embargo, su partido siguió perdiendo votos, de los 30 millones que votaron en 2018 por Morena en el 2021 votaron únicamente 16 millones de personas.

Quizás por eso al presidente le dolió tanto el resultado de la elección intermedia, en poco tiempo las clases medias que en buena medida lo ayudaron a ganar en el 2018, lo habían abandonado en el 2021, en el corazón del país los resultados todavía fueron peores. El oficialismo no se pudo explicar cómo es que, teniendo el control de la narrativa pública, controlando la mayoría en las dos cámaras legislativas y la presidencia de la República, buena parte del electorado los había abandonado.

La escena del pasado domingo se montó desde antes, con una imagen cerrada, la narrativa de influencers y funcionarios públicos se centró en compartir imágenes del presidente como un hombre del pueblo, rodeado de miles de personas, el aparato de Estado salió rápidamente a decir que la marcha había rebasado el millón de asistentes.

Al final de la marcha el presidente siguió machacando con su discurso como desde hace cuatro años, que la transformación sigue en marcha, que él gobierna para el pueblo, aunque en su concepción el único pueblo que le importa es el que le sigue ciegamente, él gobierna para los pobres y por eso en su sexenio más personas han pasado a situación de pobreza, aproximadamente cuatro millones más de pobres se han acumulado en su sexenio, aunque el presidente lo niegue.

Durante su conferencia mañanera no hubo insultos a la gente porque salió a marchar el pueblo bueno, las cifras alegres hablan de una participación masiva, así lo dicen los confiables voceros Batres y Sheinbaum, hubo caras contentas porque se cumplió el objetivo. Pero aún y con el supuesto triunfo que fue la marcha del domingo, el presidente sabe que una parte importante de los habitantes de la Ciudad de México no lo apoya por eso volvió a repetir que son conservadores.

Lo que se pretendió recrear el domingo fue la imagen de un líder popular que sigue atrayendo a las masas, que sigue teniendo poder de convocatoria, pero lo único que consiguió fue movilizar a su base y a los que se vieron obligados a asistir, el resto de la ciudadanía observó con indiferencia o rechazo la marcha de un hombre que sabe que su mandato se diluye y que sabe que su sexenio pasará a la historia por ser un sexenio perdido. 


Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor

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