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miércoles 11 diciembre 2024

Escepticismo en medicina

por Alejandro Vázquez Cárdenas

El escepticismo, sin entrar en detalles, es una escuela filosófica griega cuyo mayor exponente fue Pirron. A diferencia del negacionismo la base sobre la que descansa el escepticismo es la duda, por lo tanto está en total oposición al dogmatismo.

Salvo que vivamos en una cueva o en una isla desierta en la actualidad nos desempeñamos en tiempos de cambio, donde la información y la duda permean todo. Algunos lo llaman posmodernidad, otros globalización, otros admiten que los ha arrollado operación pero otros simplemente cierran los ojos y no hacen nada. La realidad es que todos nos hemos subido, y/o padecido ese cambio. En mayor o menor grado dudamos frente a todo lo que no se ajusta a nuestros filias y fobias, a nuestra forma de ver y entender las cosas.

Actualmente, en este siglo XXI, el escepticismo bien entendido es más necesario que nunca, sobre todo en Medicina. Existe un verdadero tsunami de información médica con etiqueta de “veraz” y “científica” que circula y contamina tanto las redes sociales como una infinidad de medios de comunicación con mayor o menor seriedad, desde blogs personales hasta en artículos periodísticos donde la verificación brilla por su ausencia y lo común es encontrar frases tales como “según expertos” , “científicos afirman” , “publicado en la prestigiosas revista X” etc. Son noticias que bien analizadas solo son afirmaciones sin sustento, informes incompletos , estudios e investigaciones parciales que tratan de incorporarse como verdad de manera tramposa. Por lo general todas estas noticias sensacionalistas terminan por ser desechadas por falsas.

Parece que olvidamos que la ciencia es, en esencia, abierta, crítica y antidogmática y que, por sus especiales características, siempre se enfrenta al principio de autoridad y sostiene la necesidad de verificación y confirmación como generadores de conocimiento.

El escepticismo siempre ha sido una actitud obligada en medicina, y eso es bueno, pero desde hace tiempo se ha visto la otra cara que es el aceptar de entrada cuanta novedad aparece revistas medicas, lo que da como resultado que el medico prescriba cuanto producto nuevo aparece siempre que esté rodeado de una aura de “efectividad” . Otros siguen un camino contrario, lo vimos en la reciente pandemia, el negacionismo, llegando casi al pensamiento mágico como forma de entender la realidad prescribiendo productos que solo en su imaginación van a funcionar o de plano abrazando principios de las pseudociencias y diversas “medicinas alternativas” negando la efectividad de la medicina moderna y considerando como una mafia a toda la industria farmacéutica.

La buena practica de la medicina exige enfrentarse a afirmaciones cuya única base es un principio de autoridad o de tradición. Solo debemos aceptar las evidencias y asumir como verdades los resultados obtenidos de observaciones medibles, repetibles y replicables.

Solo que en medicina nos enfrentamos a un gran problema: La escasa reproducibilidad de muchas cosas que hacemos. Esa reproducibilidad es el talón de Aquiles de muchas disciplinas que se consideran científicas, y la medicina la bordea, sobre todo algunas especialidades donde resulta imposible medir o verificar con precisión lo que el paciente refiere.

En la búsqueda de la precisión nos encontramos con los llamados sesgos bioestadísticos, donde “p < de 0,005” solo indica que creemos al 95% de probabilidad que el resultado obtenido no es producto del azar, dando por buena la hipótesis. Pero no todo es tan sencillo. Fue hasta que el medico e investigador Robin Warren estudiando la relación del Helicobacter Pilory con la úlcera péptica que descubrimos que todos nuestros conocimientos y tratamientos sobre la úlcera partían de premisas falsas. Por cierto, eso le valió el Premio Nobel de medicina.

Y finalmente , no olvidar como cuantificamos , debemos saber si lo que estamos evaluando se está midiendo de manera efectiva y real. En la vida diaria un kilo o un metro son eso precisamente, un kilo o un metro, pero en medicina medir un “dolor fuerte” es algo distinto.

Conclusiones

Un sano escepticismo nos condiciona a estar permanentemente actualizados, a dudar de cualquier planteamiento que no tenga unas bases sólidas, a rechazar las pseudoterapias y a cualquiera que ofrezca curas milagrosas. En definitiva, a no permitir que nuevos tratamientos o terapias se implanten en nuestra actividad sin pasar por ese tamiz de la duda y su posterior verificación.

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