El caso Florence Cassez evidenció una relación que existía entre el gobierno y los medios de comunicación, a lo que había que sumar el carcomido estado de los aparatos de justicia. La forma en que en esos tiempos se operó en los medios no fue muy distinta de lo que por lo regular se hacía. Estos difundieron la información como algo que para las autoridades era “una gran noticia”.
Los funcionarios acomodaban la información para que al tiempo que ofrecían a los reporteros notas rentables, se les ponderara y reconociera, por más que detrás de ello estuvieran métodos poco ortodoxos, complicidades o una cuestionable puesta en escena; la AFI se manejaba bajo una brutal impunidad y soberbia.
En este caso es muy probable que los reporteros no tuvieran información sobre la recreación de la detención, la cual se convertiría al paso del tiempo en un muy serio problema diplomático entre México y Francia.
Y estuvieron involucrados los elementos que definen la relación política, económica y de conveniencias entre gobiernos y medios.
Las y los reporteros iban tras la nota, era su trabajo y no se puede soslayar que también su vocación. En la obsesión por ganar las audiencias, junto con las presiones internas, los reporteros buscaron hacer su trabajo bajo cánones que conocían.
La lógica indica que era muy difícil que bajo esta relación no se conociera lo que podría venirse. Y si no se conocía a detalle, algo tenían que saber, siendo que los secuestros azotaban a la sociedad de manera lacerante.
Tan fue así que los noticiarios matutinos dedicaron amplios espacios a lo que se presumía estaba pasando, a lo que hay que recordar que todo el día la nota fue repetida en innumerables ocasiones.
Poco importó entonces que las autoridades llegaran a intimidar y a presionar “en vivo” a los detenidos para que confesaran.
En el caso, la paradoja es que al final todo se supo porque una de las empresas dio a conocer que esa noticia había sido una recreación.
Las consecuencias de todo esto no han parado. Más allá de que el gobierno se haya regodeado recordando la historia para mandar todo tipo de mensajes, buscando desacreditar y señalar con un tema que lleva más de 15 años, no hay que olvidar que en el camino diferentes personas se vieron afectadas.
Desde los detenidos hasta los reporteros. No hay manera de imaginar que estos se movieran por la libre.
Lo sucedido es un asunto que no debe ser olvidado. Sin embargo, los motivos por los cuales se recuerda tienen más que ver con acomodar las cosas a modo que con querer encontrar los detalles de un hecho de responsabilidades compartidas y colectivas.
RESQUICIOS
La decisión de López Obrador de sacar a su gran número de seguidores a las calles después de las elecciones del 2006 fue la solución menos mala. Fue una salida ante el gran encono de millones de personas; fue una manera de canalizar la protesta.
Este artículo fue publicado en La Razón el 08 de abril de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.