Lo que está pasando en la frontera se veía venir. Es la crónica anunciada de una confrontación. Los migrantes no encontraron una alternativa de vida en México y siguieron su camino hacia EU.
El país no es visto como una opción para los hondureños; piensan con razón que podrían terminar por repetir mucho de lo que viven en su país.
Además, han encontrado otras razones; se ha creado un ambiente antiinmigrante en algunas comunidades que debe ser visto con focos rojos. Se ha alentado esta visión de las caravanas por autoridades y ciudadanos. Cosa de ver las imprudentes declaraciones del alcalde de Tijuana y los memes y supuestos chistes que algunos ciudadanos han subido a las redes, burlándose y agrediendo a los migrantes.
El tema es más grave de lo que a simple vista se ve. Somos un país de origen, paso y destino de migrantes y estamos actuando en contra de nosotros mismos. Exigimos que nuestros migrantes no sean separados de sus familias y que sean bien tratados en EU; en tanto que en el país los agredimos y maltratamos.
No se soslaya que en el caso de las caravanas hay diversos cuestionamientos. No queda claro si hay manos que mecen la cuna. No se sabe si están ligadas a la confusa situación política que desde hace algunos años se vive en Honduras o si todo forma parte de oscuros elementos que, por mucho, rebasan a los propios migrantes.
Sea lo que sea, existe un elemento clave y contundente: la situación por la que atraviesa Honduras y la vida que tienen los integrantes de la caravana los obliga a salir de su país.
Viven entre la violencia, la muerte, el secuestro, la impunidad, la pobreza y la represión. No están saliendo de su país por gusto; lo hacen obligados para poder sobrevivir.
También está claro que algunos migrantes han actuado fuera de la ley, lo cual, si bien es entendible, por su desesperación, no son actos justificables. Se han presentado actitudes que han molestado e irritado a los ciudadanos, quienes se han acercado a ellos para ayudarlos y asistirlos.
Lo que es definitivo, es que Trump no va a dejar entrar a nadie si no cumplen con las leyes migratorias de su país y, quizá, ni así. Los incidentes en Tijuana son la manifestación de cómo va a actuar el gobierno de EU. No va a haber concesión alguna; más bien se van a ir contra los migrantes.
Trump ha encontrado en todo esto, no perdamos de vista que los incidentes del domingo han tenido una amplia cobertura en redes y medios en EU, un buen pretexto para revivir la construcción del muro fronterizo.
Lo que viene al interior de EU no está claro. No se sabe cómo va a reaccionar la opinión pública después de ver los intentos de los hondureños por entrar a su país. El muro no sólo está reviviendo en la cabeza de Trump; podría también estar apareciendo, incluso por primera vez, en la cabeza de muchos.
El gobierno mexicano ha actuado como un trompicado y confuso facilitador; se la ha pasado administrando un problema que también es nuestro. Da la impresión que desde hace algunos meses está dejando el asunto en manos del nuevo gobierno.
Quizá no sea casual que haya dicho poco, o nada, acerca de lo sucedido el domingo y de la manifestación de discriminación y agresiones verbales en contra de los migrantes.
Se está incubando un lío grande en la frontera que nos puede estallar. Una pregunta obligada: ¿por qué los migrantes decidieron ir a EU por Tijuana que es el lugar más lejano desde el centro?
Es inevitable pensar que dentro de las justificables urgencias de los migrantes hay manos que mecen la cuna.
Es un galimatías que ya casi está formalmente en manos del gobierno que llega el sábado.
RESQUICIOS.
Podría estar gestándose una nueva etapa para el SNTE. Las bases del sindicato se mueven, haciendo a un lado a sus líderes, quienes lo que han hecho es responder al poder político, más que a los trabajadores que supuestamente representan. Vienen jaloneos que deben hacer, de entrada, a un lado a la profesora recién liberada.
Este artículo fue publicado en La Razón el 27 de noviembre de 2018, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.