Para mi adorada madre Rosario Robles
Berlanga, a quien amo con todo mi
corazón.
Mi madre hace unos años escribió que: “la pobreza no se combate con la guerra, México tiene que encontrar el camino de la concordia y de la unidad por medio de una paz justa y no por la vía del disciplinamiento autoritario”
En ocasiones las personas opinan que el liderazgo es un atributo de poder y glamur, pero no se dan cuenta que el verdadero liderazgo es enormemente difícil, es una responsabilidad.
El liderazgo consiste en hacer cosas que nadie está haciendo aún, en asumir riesgos, en defender las verdaderas causas que le duelen al país, en tomar decisiones incluso a veces sin certeza de cuál será el resultado. Mi madre no sólo es una líder natural; un tribunal y un juez resolvieron jurídicamente lo que todo México sabía y quienes nunca la dejamos defendimos incansablemente: ¡ES INOCENTE!
Por 3 años y 6 días, Rosario Robles estuvo presa injustamente. Desde el encierro al que fue sometida por un acto autoritario de venganza, ella se mantuvo firme, respecto a su inocencia y pese a los amagos desde diferentes frentes del poder no sólo permaneció incólume, sino que siempre sostuvo la convicción de que saldría de esos helados muros por la puerta grande y con la frente en alto. Y así fue. Hoy la justicia le dio la razón porque no podía haber sido de otra manera.
En un sistema de justicia “pro-persona”, su obligación es garantizar y favorecer las medidas alternativas de sanciones, garantizar el debido proceso, la presunción de inocencia, en este caso, en el de Rosario, fue completamente al revés. Día a día nos enfrentamos no solamente nosotras, sino miles de familias con las grandes deficiencias de nuestro sistema de justicia, tenemos miedo por el fenómeno de corrupción que lo acompaña. Por fortuna, no se puede generalizar.
Rosario ha sido ejemplo de lucha, por las mujeres, por la democracia, por las Instituciones de nuestro país. Fue Dirigente del STUNAM, Diputada Federal en donde presidió la Comisión de Desarrollo Social e hizo la primer Ley de Desarrollo Social. Fundadora del PRD, presidenta nacional del mismo, creadora de las brigadas del sol, que sin duda fueron fundamentales para el triunfo de nuestro primer jefe de Gobierno el Ingeniero Cárdenas, secretaria de Gobierno, y la primera mujer en gobernar nuestra gran ciudad. Secretaria de Desarrollo Social y la SEDATU, donde fortaleció el cumplimiento de los Derechos Sociales, puso en marcha la Cruzada Nacional Contra el Hambre, favoreció el desarrollo de entornos dignos, dotó de esquemas de seguridad social, que protegieron y elevaron la calidad de vida de millones de mexicanos y mexicanas, participó en medios, fue voz en espacios como con Pepe Cárdenas, Mujeres en el Risco, Milenio, Fundadora de las Insurgentes, la única mujer latinoamericana de 8 personas en todo el mundo en formar parte del alto panel de la ONU, para la implementación de la Agenda Urbana a nivel mundial y designada con el carácter de copresidenta.
Rosario, mi madre también me acompañó a mis competencias de gimnasia, me levantaba a las 5 am para estudiar para mis exámenes, lloró cuando acredité el examen único para entrar al CCH SUR de la UNAM, no le cayó tan bien mi primer novio, tampoco el último. Hacíamos legos, rompecabezas. Lloró un poco enojada cuando le dije que quería dedicarme a la política; también cuando quise ser cantante o actriz. Me ponía a escribir las canciones para aprendérnoslas y después cantarlas; compró mi primer disco/acetato de Timbiriche, y me enseñó a no permitir que nadie me corte las alas y a que jamás permitiera que el miedo me paralizará. Me enseñó también que el que nada debe nada teme y por eso siempre hay que dar la cara. Que la palabra dada es palabra empeñada y había que cumplirla.
Sin duda, Rosario, mi madre no sólo ha sido una gran líder en su país, Rosario ha sido y es la mejor mamá que la vida me dio. Una mujer que desde la adversidad encontró los caminos para seguir ayudando y ser empática con los problemas y desigualdades que viven las mujeres en la cárcel. Una mujer resiliente con gran capacidad para enfrentar la injusticia a la que fue sometida superó obstáculos y aprendió que de las experiencias difíciles también, del dolor y el sufrimiento también había esperanza.
A partir de su injustificado encarcelamiento decidido por juez de consigna, desde luego iniciamos una defensa legal, pero ¿fue eso suficiente? La respuesta es NO.
Descubrimos en el día a día, que el de mi madre no fue un proceso legal justo ni equilibrado, mucho menos apegado a los principios constitucionales y de los tratados internacionales de los derechos humanos. Hoy la verdad ha salido a la luz. ¡ES INOCENTE Y LO SABÍAMOS!
Todos los ciudadanos tenemos derecho a la justicia real y efectiva, con juzgadores capacitados, que actúen con profesionalismo e independencia, con ética. No más jueces, ni juzgadores por consigna, fue nuestro grito que hizo eco en todo el país a través de la Ruta de la Libertad. La ley, la justicia, el debido proceso deben estar regidos por las normas, no por la venganza, porque sí es VENGANZA no es JUSTICIA.
Pero también, en esa etapa que por fin acabó, la más difícil que sin duda nos ha tocado vivir, descubrimos el calor humano en todo su esplendor, ya que contamos con el gran apoyo de nuestra familia, familia que creció en amigos, en compañeros, en personas que nos han abrieron las puertas de sus casas y no dieron fuerzas para resistir.
En el andar de la ruta hacia la libertad encontramos también, en quienes menos imaginábamos, todo su apoyo, cariño, lealtad, respaldo incondicional, y ante ello jamás tendremos palabras suficientes para agradecerles. Sólo he de decirles que sabré y sabremos corresponder con la misma firmeza e incondicionalidad, con la misma lealtad, pero sobre todo con un profundo amor.
Al realizar la Ruta por la Libertad, hemos ido encontrando en el camino historias que me quiebran el alma. El enfrentarnos a todo el aparato de un Estado, evidenciar las deficiencias del sistema sin duda implica o implicará la dureza de la reacción, porque es una medida del poder que estamos desafiando. Por ello con más razón y como sea la dureza de la reacción, no nos detendremos ni permitiremos que el miedo nos paralice.
Siempre he creído en los movimientos sociales, pero con las causas reales, justas que hoy exige nuestra sociedad, nuestro país y que éstas deben seguir siendo la brújula que nos guíen.
En la medida de nuestra fuerza, en la medida de que cada vez seamos más unidos, organizados, y lo enfrentemos de forma creíble y responsable, bien entonces se harán realidad las palabras de aquel maravilloso poema de Mario Benedetti “y en la calle codo a codo somos mucho más que dos”, y estoy convencida que seremos miles.