Desde tiempo atrás se sabía con certeza dos cosas respecto a Marcelo Ebrard;
1) Que en 2011, cuando Marcelo aceptó el triunfo de Amlo en una encuesta a modo para que éste ganara, decidió no romper, pues nada ganaba. A cambio, Amlo le ofreció que, de llegar a presidente en algún momento, lo nombraría su sucesor.
2- Desde el inicio de este gobierno quedó claro que Amlo no cumpliría esa promesa, pues lo puso en un cargo que nunca ha sido una plataforma eficaz para saltar a una candidatura presidencial (Relaciones Exteriores), mientras que a Claudia Sheinbaum no sólo la nombró candidata a la capital en 2018, sino que envió distintos mensajes de por dónde estaban sus preferencias.
Ante ello, quedaba en el aire la incógnita de qué haría Marcelo al comprobar que Amlo no cumpliría su promesa.
Los dos escenarios básicos eran: A) reconocer a Claudia como ganadora y aceptar algún otro cargo en Morena, sin hacer mayor escándalo; y B) romper con Morena y buscar la candidatura en Movimiento Ciudadano donde Dante Delgado siempre dio muestras de buscar esa posibilidad, calculando (probablemente de manera correcta) que Ebrard podría darle a MC más votos que ningún otro prospecto.
Marcelo estuvo insistiendo desde tiempo atrás que debía haber piso parejo en la contienda interna de Morena, lo que sonaba claramente como una advertencia. Le concedieron algunas peticiones pero no todas.
La incógnita pareció despejarse cuando finalmente se conocieron los resultados favorables a Claudia, y Marcelo alegó ilícitos, favoritismo, amenazando con impugnar el resultado (cosa que hizo dentro de Morena, pero sugirió que podría llevarlo también al Tribunal Electoral).
Esa reacción llevó a muchos (yo incluido) a considerar seriamente el escenario de una ruptura pues, ¿de no pensar en abandonar Morena, para qué hacer tanto escándalo, para qué poner en duda la legitimidad del proceso y la validez del triunfo de Sheinbaum?
Hacerlo así y después quedarse en Morena parecía una especie de tiro al pie, pues esos agravios le serían cobrados más adelante (como creo que sucederá). Parecería irracional políticamente, y yo consideraba a Marcelo como alguien esencialmente racional y pragmático.
Pero no; rechazó competir en MC pese a que Dante siempre mantuvo esa invitación abierta. Desde luego, no ganaría la presidencia pero podría después contar con una protección y espacio político donde podría actuar con mayor presencia, autonomía y protagonismo del que tendrá en Morena.
Ahora ahí será un cero a la izquierda (no la “segunda fuerza” de ese partido).
Pudo incluso desde MC considerar la búsqueda de una alianza con el Frente Amplio, pues a él no le convenía que la nueva presidenta fuera su enemiga, en lugar de alguien que le abrió los brazos y habla bien de él.
Desde luego, estaba la cuestión de una posible persecución legal por parte de Amlo, para quien la ley es instrumento político y no jurídico. Pero cercanos a Marcelo señalaban que también le tiene un amplio expediente a su jefe.
Pero en caso de no ser suficientes tales defensas, ¿para qué tanto berrinche con el resultado de la contienda, para terminar cediendo al final? Suena irracional. Quedó mal con todos. Sus aún correligionarios lo insultan y se burlan de él. Dice él que desde adentro impedirá que Morena siga avanzando hacia el modelo priísta; o sea no termina por conocer ese partido (o finge no entenderlo).
Me temo que Marcelo incurrió en lo que Maquiavelo advertía; no ponerse en manos de alguien a quien has agraviado fuertemente, porque llegará el momento en que buscará la venganza.
El ejemplo era César Borgia, al dar sus votos al Cardenal Della Rovere – a quien los Borgia habían agraviado – para ser Papa a cambio de dejarlo como jefe del ejército clerical.
Así fue el pacto y a los pocos días el nuevo Papa (Julio II) mandó perseguir a Borgia, quien tuvo que huir de Roma y después de Italia. Confió en su enemigo y éste no cumplió el acuerdo. A ver cómo le va a Marcelo.