Me pareció interesante analizar el video que el día de ayer difundió Carmen Aristegui sobre la demanda que, por daño moral, emprendió en su contra el concesionario de radiodifusión de MVS, Joaquín Vargas Guajardo. Además de los apuntes que ayer hice, veo lo siguiente:
El video dura 7 minutos y 11 segundos y creo que estos son los pasajes más significativos:
1) Durante los dos primeros minutos elabora tres planteamientos que estructuran su alocución completa:
a) El problema no es con MVS Comunicaciones. El problema es con Enrique Peña Nieto y el grupo de periodistas que hizo la investigación sobre La casa blanca –como se sabe, ella no participó en la hechura de la investigación aunque su relevancia pública al difundirla, fue decisiva para suscitar el impacto político que todos conocemos.
b) Enrique Peña Nieto goza de una mansión hecha a su gusto por un grupo empresarial que fue favorecido durante su gobierno en el Estado de México. Con eso subraya los privilegios del poder y lanza una acusación directa.
c) Ayer lo comenté, por ello no abundo: Aristegui señala que en un país con auténtico estado de Derecho el presidente Peña Nieto muy probablemente habría renunciado. Pero no aquí no, y en vez de eso, Aristegui y el equipo que realizó la investigación “fuimos echados del aire de la radio mexicana”. En las proclamas sobran los matices, y esta es una proclama, fácil: el Presidente goza de privilegios ilegales cuando incluso debiera ser destituido y quienes lo denunciaron no tienen trabajo y están siendo perseguidos.
2) A partir del minuto dos hace la denuncia (y la voz adquiere tonos graves): ella y su equipo decidieron “desarrollar un proyecto propio, independiente, desde el espacio digital, pero hay que decirlo, al momento de anunciar esta intención se intensificó el acoso, el hostigamiento y la persecución judicial con la que se ha castigado a nuestro trabajo. Eso es lo que queremos denunciar, esa es la razón de nuestro mensaje”. Veamos la razón de su mensaje:
(Del minuto 2:11 al 3:24) “En las últimas semanas se han acumulado en nuestra contra varias demandas judiciales que ya llegan a niveles insospechados (ríe). A la primera demanda presentada hace más de un año con el propósito de aniquilar un contrato vigente se han ido sumando otras y otras, cada vez más descabelladas. Y hoy se pretende por la vía judicial mutilar un libro, el libro de “La casa blanca de Enrique Peña Nieto” con la eliminación del prólogo; se demanda a quien la escribió y a la editorial que se atrevió a publicarlo y vía una demanda por daño moral –que es como prima hermana de la que presentó el exgobernador Humberto Moreira contra el muy respetado académico Sergio Aguayo– se pide un resarcimiento económico indeterminado que se antoja millonario y se pretende prohibir que se hable de ese prólogo en la radio, en la televisión y en conferencias. Así, con todas sus letras, prohibir. De lo que se trata es de intimidar, de fastidiar y de impedir que estos periodistas sigan haciendo su trabajo, se pretende hacer uso del poder judicial para imponer la censura, dañar a los periodistas y saciar ánimos de venganza”.
a) La forma es fondo, lo sabemos. Ella está en primer plano (un recurso que pretende lograr la identificación del usuario con la persona). Se mira seria, sobria tanto en su vestimenta como en su rostro y cada vez más enérgica. Atrás hay varias docenas de libros (se alcanza a notar “El libro Rojo”, aunque por las fechas no puedo afirmar que el autor es Carl Gustav Jungle, famoso por sus teorías de la manipulación del inconsciente colectivo). El objetivo es claro: asociar la importancia de la lectura con la defensa que la comunicadora hará de aquel prólogo que suscitó la demanda.
b) No menciona a Joaquín Vargas Guajardo por su nombre. Como he dicho, “el tiro” es con el Presidente pero no sólo lo hace por eso, sino porque el concesionario habría sido parte del complot que determinó que ella y su equipo salieran de MVS. Las confabulaciones siempre tienen un atractivo adicional, aunque no se detalle como fueron urdidas.
c) Habló de varias demandas judiciales que se han acumulado en su contra en las últimas semanas, pero sólo citó una, la demanda por daño moral. Una, insisto, no varias. Enseguida se remonta a más de un año, al conflicto laboral y emplea a propósito el término “aniquilar” un contrato vigente y luego habla “de otras y otras cada vez más descabelladas”. ¿Cuáles? No lo sabemos pero el impacto emocional es que hace un año hubo unas y otras demandas y en las últimas semanas varias otras demandas. Muchas, demasiadas demandas. Lo cual hace sentir agobio y, claro, indignación, el deseo de apoyar a las personas que están recibiendo decenas de demandas. No obstante, lo único que hasta ahora se puede asegurar, porque la periodista no precisa más, es que hay tres demandas, tres: dos establecidas hace más de un año (la laboral y la comercial) y la demanda por daño moral (hay que precisar que la primera demanda no es de una sola de las partes sino de las dos). Además, vale la pena señalar que ella también acudió a otros recursos legales para ser reinstalada (alegó el derecho de las audiencias, por ejemplo) además de que ahí sí, varias y varias demandas, poco más de cien. Muchas demandas, se interpusieron en distintas instancias legales para que la periodista regresara a los micrófonos de MVS. A esto habría que sumar la demanda que ella promovió contra el Estado Mexicano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y que, el 6 de octubre del año pasado, firmaron más de 101 periodistas de Iberoamérica. Creo que esas sí son muchas demandas y fueron promovidas por la exconductora de MVS.
d) Digamos junto con perogrullo que hay personajes con prestigio y hay otros personajes que no lo tienen, pero que estos se parecen en algo: si no han cometido ningún delito, gozan de los derechos que la ley les permite, por ejemplo demandar por difamación. Y eso según la ley lo puede hacer alguien tan impresentable como el exgobernador Humberto Moreira o alguien tan reconocido como el doctor Jorge Carpizo –quien lo hizo cuatro veces por difamación–, fundir la demanda de Joaquín Vargas con la de Moreira es pretender manipular el sentido específico que cada caso tiene.
e) “Se pide un resarcimiento económico indeterminado que se antoja millonario”. ¿Quién lo pide? Ella no está dispuesta a mencionar a Joaquín Vargas pero puede entenderse que es él quien lo pide. ¿A quién se le antoja millonario? La pregunta no es ociosa porque ella habla en tercera persona y no dice (lo hace a propósito, claro) que a ella es a quien se la antoja. ¿No valdría la pena que le mostrara al espectador parte de la demanda siquiera para saber de dónde se desprende ese antojo de la periodista? Para el objetivo de generar molestia en los espectadores, no vale la pena. Ellos le creen y ya. MVS aclaró que no busca el resarcimiento del que habló la periodista por lo que valdría la pena que ella informara, si es que la empresa está mintiendo, sobre el documento específico que respalda su antojo.
f) ¿Joaquín Vargas Guajardo tiene derecho a interponer la multicitada demanda judicial? Sin duda lo tiene, aunque haya quienes no estemos de acuerdo con ello. (Yo no lo estoy, repito para evitar confusiones: no lo estoy) Y al ejercer ese derecho ¿lo hace parte de una ruta de intimidación del gobierno federal? Eso es justamente lo que valdría la pena que la periodista demostrara. (En contraste, del minuto 3:25 al 3:45 sin mencionarlo por su nombre, Carmen Aristegui le llama censor, dócil y sumiso, entre otros fuertes descalificativos que, supongo, no le agradan a Joaquín Vargas que atraviesa una situación complicada: si calla mediáticamente podría traducirse como que otorga y si hace algo, la contraparte lo denuncia por censor). En cualquier caso la percepción del complot que seduce a muchos queda establecida.
3) Creo que esto es interesante. Ocurre en el minuto 3:55:
“En México, el Presidente pide perdón por La casa blanca y a los periodistas que la investigaron se nos acosa judicialmente; se nos amenaza con causarnos un daño patrimonial y se pretende imponer una mordaza para expresar nuestras ideas. De qué perdón estamos hablando presidente Peña Nieto, cuál es el verdadero alcance de sus palabras. Pide perdón por La casa blanca pero se sigue persiguiendo a los periodistas que la investigaron, pide perdón por La casa blanca pero no cesan los ánimos de venganza. Señor presidente, deje de mecer esa cuna” (La actitud de juez ya es notoria porque el cálculo es que en ese momento la audiencia ya esté identificada con ella).
a) Se trata de un momento cúspide por su sobrecarga emocional y su intencionalidad política: asociar el perdón que pidió el Presidente con la demanda por daño moral (no varias ni una tras otra, una, solo una). Por eso es que previamente ella no mencionó a Joaquín Vargas (tampoco lo hizo después), porque en el diseño de su discurso el concesionario está en la cuna que mece el Ejecutivo con ánimos de venganza, según Aristegui.
b) De acuerdo con los vasos comunicantes que se diseñaron para el video, el pleito es de tú a tú: EPN y Carmen Aristegui y su equipo, que en ese instante, según el discurso de ella, ya representan al país (aunque ellos son parte, no todos los mexicanos a quienes el mandatario ofreció perdón): De tú a tu, reitero, pero un combate desigual: o sea, la furia del poder contra un puñado de hombres y mujeres que lo desafían y que quieren la libertad para ellos y para todos nosotros. Desde luego, el formato atiende a dibujar una división entre buenos y malos y, entonces, a seducir al público para que haga lo correcto, vale decir, lo que debe hacer. (Dentro del maniqueísmo, quienes salen del guión no entienden nada o tienen fines aviesos o simplemente no aman la patria). Así lo expresa Aristegui:
“Esta batalla es por la libertad y el derecho de los ciudadanos a estar informados, a tener espacios libres e independientes, a no ver con contemplaciones al poder y de eso se trata esta historia y de ella queremos ser parte”.
Estoy seguro que en ese momento muchos usuarios se encuentran realmente motivados.
4) Desde mi punto de vista el siguiente momento es uno de los más desafortunados (5:24):
“Apenas ayer asesinaron a Pedro Tamayo, un colega periodista de Veracruz. Esta demanda, la más reciente de la que le hablo, presentada hace algunos días antes del meaculpa del Presidente tiene como propósito aumentar la dosis de censura y colocar a México como si fuera el tiempo de la inquisición…”
Aristegui usa (creo que esa es la palabra) el crimen de nuestro colega periodista y además lo asocia de inmediato con la demanda en su contra, como si una y otra cosa fueran lo mismo. Y no lo es en modo alguno: en efecto, en los diez años los periodistas del país atraviesan por condiciones sumamente difíciles y los crímenes se han extendido cada vez más en todo el país, es un problema nacional. Ustedes pueden revisar el recuento pormenorizado, puntual que la revista etcétera ha hecho de todos los casos denunciados, de todos: Chihuahua, Tamaulipas, Oaxaca, Guerrero y Veracruz son los estados donde más periodistas han sido asesinados. Considero importante resaltar que la periodista no se ha significado por informar puntualmente sobre estas atrocidades, lo mismo cuando condujo el noticiero de MVS que en el espacio que dirige en CNN y Aristegui Noticias. Pero ahora la ocasión era propicia.
5) La periodista dice que “lo menos que esperaríamos después del meaculpa del Presidente es que se frene el hostigamiento, que se frente el acoso y la persecución. (…) “México tiene el derecho a tener periodistas fuertes, libres, independientes y críticos”.
La pieza oratoria está por concluir y el intento es que al auditorio no le quepa duda de que el poder la persigue a ella y a su equipo mediante un complot y varias y varias demandas en el terreno legal, y que al hacerlo le está quitando el derecho al país entero de contar con los periodistas fuertes, libres… Es decir, ellos. Aristegui no hace ningún reconocimiento al trabajo cotidiano de los periodistas en el país ni menciona la diversidad de medios de información y de opiniones que hay en México.
6) (7:01) “México tiene derecho a leer si quiere un libro como el de la casa blanca que no este mutilado”. Creo que Carmen Aristegui tiene razón. O al menos, coincido con ella.