Las siguientes pautas de comportamiento, pero sobre todo de comunicación, posiblemente le resulten conocidas, lamentablemente casi cotidianas.
“Nosotros” son la nación, la gente buena, EL PUEBLO, la forma en que se hace una sobregeneralización acerca de un ente colectivo, pero se niega la posibilidad de individualidad. “Nosotros” son todos o no son. Pero quien no es “nosotros” entonces es “ellos”.
“Nosotros” son defensores de la patria, de la nación, del orgullo de “nuestro” origen, y por tanto, del origen superior.
No cabe la posibilidad que “nosotros” estén equivocados, porque el conflicto lo causan “ellos”. Tampoco es posible que “nosotros” tengan tanta culpa y responsabilidad como “ellos” en los problemas que llevan al conflicto.
Por lo tanto, “nosotros” siempre tienen razón, siempre están en lo correcto, siempre actúan bien, y “ellos” siempre son irracionales, siempre están equivocados, siempre están mal.
“Nosotros” se saben mejores, superiores, no ofenden ni atacan, sólo son patriotas que luchan por la causa justa, la más justa de las causas: el bien de “todos nosotros”. “Nosotros” sólo defienden valores supremos para lo cual “yo” y “ellos” no son valiosos y pueden ser ignorados. “Nosotros” no atacan, sólo se defienden, o en su caso, sólo toman medidas por precaución, previendo que “ellos” siempre son los que los han atacado. Así, quien no está CON “nosotros” esta CONTRA “nosotros”.
El valor de persona humana de “ellos” no se considera similar al valor de persona humana de “nosotros”, porque “ellos” en su comportamiento así lo han elegido, y lo merecen. “Ellos” defienden la individualidad porque “ellos” son mezquinos y les permite discriminar a “nosotros”.
“Ellos” nunca cambiarán porque no quieren cambiar y “nosotros” no los aceptarán ya, porque se creerá que existe una segunda intención. A “ellos” sus actos previos los ha marcado para siempre. Porque “ellos” son malos, idolatras, envidiosos, mezquinos, ladrones. Flojos. Sucios. Inferiores. Cualquier adjetivo negativo describe a “ellos” sin lugar a dudas y por lo tanto permite que “nosotros” jamás los acepten y justifique todas y cualquier acción que se tome contra “ellos”.
“Ellos” son siempre los causantes de todo lo malo. Son villanos que roban al desvalido, al desprotegido. “Ellos” son la causa de todos los problemas sin importar la crueldad o el horror, sólo buscan someter, humillar, arrebatar. “Ellos” son crueles y quieren aniquilar, aunque no lo digan.
Para “ellos” está bien engañar, contaminar, esparcir el crimen, lucrar con la enfermedad. Así que cualquier acción de “nosotros” es apenas justificada como precaución o reacción a lo que “ellos” “nos” hacen. Siempre será por precaución o en respuesta, porque “ellos” son los que “nos” odian.
Y, tanto para “ellos” como para “nosotros” cualquier intento de conciliación es, sin la más mínima duda, una señal de debilidad o una oportunidad de traición, por lo que no es posible ni permitida.
Ningún acto que sea de “nosotros” hacia “ellos” está equivocado, ni es una transgresión, una ofensa, mucho menos un crimen. Al contrario, es deber de “nosotros” defender y prevenir las transgresiones, ofensas y crímenes, porque siempre son “ellos” los que los cometen contra “nosotros”. “Ellos” nunca hacen nada bueno, son malos por origen y naturaleza y no pueden ser diferente de eso ni nunca van a cambiar.
Por eso también el poder emanado de “nosotros” es bueno, justo, digno y honroso. El poder encarnado en el líder, siempre que ha sido elegido por “nosotros”, es porque tiene, o recibe, todas las virtudes, méritos, que “nos” representa, que “nos” transfiere el poder como ente colectivo que “lo hemos” puesto en “nuestra” representación y para que sea el brazo que ejecute “nuestra” voluntad.
Es tal, la capacidad de esa transferencia, que “nosotros” no pueden ver cuando el líder llegó usándolos y ahora sólo la afinidad la refuerza ofreciendo el exacerbado culto a la propia imagen como una forma de culto a “nosotros”. Para “nosotros” es imposible ver la corrupción del líder, o en su caso, se justifica buscando atenuantes en la narrativa llamándole difamación o presentándolas como calumnias y mentiras emanadas de “ellos”.
Esa relación simbiótica es irrompible. Él es el grupo, el grupo es él, la egolatría de él, es la egolatría de “nosotros”. Y en consecuencia, de manera ya imposible de corregir llegados a este punto, las taras, defectos de personalidad y patologías del líder, serán las taras, defectos y patologías del grupo.
“Nosotros” no pueden ver que son explotados psicológicamente, empezando por el emborronamiento de su individualidad y capacidad de juicio crítico.
“Nosotros” creen que el líder es la encarnación del poder que merecen, es el poder que lucha por “nosotros”, aunque esa lucha sea más bien un comportamiento paternalista en una incesante dinámica de premio y castigo. Sin embargo, para “nosotros” cualquier superlativo virtuoso es poco para describir al líder. El punto culminante es que se confunda a esta dinámica con AMOR. “Amor con amor se paga”.
Y entonces, oponerse al líder es el máximo agravio que se puede cometer contra “nosotros”. “Nosotros” el pueblo, la gente, los desposeídos, los injuriados, los desafortunados, las víctimas, los débiles. Porque “somos” los que luchan por el bien de “todos nosotros” y “hemos” elegido al líder. Agraviar al líder, es agraviar al pueblo, agraviar al pueblo, es agraviar al líder.
Cualquier expresión adversa a “nosotros” en persona del líder cabe en cualquier categoría; ofensa, ataque, blasfemia, sacrilegio, odio. Quien quiera el mal para el líder, quiere el mal para “nosotros”; quien quiera el mal para “nosotros”, quiere el mal del líder. Quien se oponga, critique y ofenda al líder, se opone, critica y ofende a “nosotros” el pueblo.
Todas las anteriores pautas de comunicación forman parte de lo que se descubrió en el Centro de Estudios de Psicología Política en su área de Análisis de Comportamiento de Paz y Conflicto, de la Universidad de Tel Aviv, Israel. Y faltan más. Muchas más.
Este análisis se realizó sobre los materiales propagandísticos, panfletos de reclutamiento, material de adoctrinamiento, discursos de campaña, arengas de guerra, y demás formas de comunicación y mensajes que se ha usado en distintas épocas, pero con una característica; en tiempos y circunstancia de conflicto y revuelta.
Estas pautas de comunicación describen áreas de ceguera cognitiva y creencias modeladas, que guían patrones de comportamiento observadas en grupos sociales con creencias fanáticas. Le llaman “síndrome de deshumanización por fanatismo”.
Las creencias modeladas sustentan la ceguera cognitiva que permite la deshumanización de quien no comparte el elemento de afinidad motivo del fanatismo. Una causa social. El nacionalismo. Un líder. Lo que sea puede ser causa de fanatismo, y sustentarse en la deshumanización de quien no la comparte.
Hoy se retoma en un contexto peligroso: el alcance de las redes sociales, como instrumento de manipulación de comportamiento con fines políticos.
Hoy buena parte del poder que aún se sustenta en el mundo, requiere de un proceso de autoanulación de su población. Buena parte del poder que se ejerce en el mundo ha surgido y busca sustentarse de lo que se resume en la vieja máxima, “divide y vencerás”. Aunque a quien estén dividiendo sea a la propia población que, dicen, gobernar.
Es duro pensarlo, pero estos gobiernos no son de todos y para todos, sino que necesitan de inducir la idea del adversario a vencer, aunque sea en persona de a quienes deberíamos ver como el prójimo.
Hagamos red, sigamos conectados. Veamos al prójimo aún en aquel con quien no se compartan ideas o pensamientos.