El periodismo es la actividad de recolectar, analizar, verificar y difundir información de interés público. Su propósito principal es informar a la sociedad, ofreciendo una visión crítica y objetiva de la realidad, y servir como una herramienta de vigilancia sobre los poderes públicos. Este papel es vital para mantener una sociedad informada, participativa y consciente de su entorno.
Los antecedentes del periodismo se remontan a la antigüedad, donde ya existían formas rudimentarias de informar a la sociedad. Sin embargo, fue en el siglo XVII, con la invención de la imprenta por Gutenberg, cuando surgieron los primeros periódicos en Europa. Los avances en comunicación y la creación de medios de impresión en masa hicieron que las noticias llegaran a un público cada vez mayor. Actualmente, con el avance de Internet y redes sociales, la información llega instantáneamente, pero no siempre bien presentada ni procesada ni muchos menos bien analizada. Puede ser manipulada de múltiples formas; y eso puede ser muy peligroso, pues se desinforma al usuario final, el lector.
Uno de los grandes problemas del periodismo el es llamado periodismo panfletario o periodismo faccioso, pero ¿Qué es el periodismo panfletario?, en pocas palabras lo podemos definir como aquel que no necesita verificar los hechos que expone, simplemente le basta con tomar una acusación o un hecho cualquiera, sin tomarse la molestia de verificarla, o bien la publica sencillamente porque le resulta conveniente a su línea editorial. Si la noticia o hecho que se denuncia es falso, ese no es su problema, la cosa es publicar lo que su público desea leer.
Según los especialistas en periodismo, un panfleto es un escrito o libelo breve, generalmente agresivo o difamatorio. Por extensión se emplea para escritos de propaganda política, estén estos en un periódico, o revista, y su estilo característico es agresivo, provocador, descalificado e incendiario.
El periodismo panfletario o militante, en contraste con el periodismo tradicional, adopta una postura ideológica explícita y busca influir en sus lectores con fines políticos o partidistas. Este tipo de periodismo no le interesa la neutralidad, sino que toma una posición y la defiende activamente, a menudo con un enfoque parcial que omite o distorsiona la información. Durante el siglo XIX y principios del XX, el periodismo panfletario era común, y muchas publicaciones se consideraron órganos oficiales de partidos políticos. Hoy en día, el periodismo militante se asocia tanto con medios tradicionales como con los nuevos medios digitales.
Pero ¿Cuáles son las características de un periódico militante, faccioso? Sencillo: Sesgo evidente. Selección de noticias tendenciosas. Estilo emotivo o incendiario. Fuentes limitadas o poco confiables y ataques constantes al gobierno en turno.
Ahora bien, ¿Cómo identificar a un periódico que ha abandonado toda neutralidad para convertirse en un medio al servicio del Estado? Es un periódico que, en lugar de actuar como vigilante del poder, lo apoya y defiende. Esto se observa de distintas maneras: Ausencia de críticas al gobierno. Resaltan logros y minimizan errores. Ataques continuos a los opositores usando verdades a medias o mentiras completas. Finalmente, lo más grave, están recibiendo financiamiento del Estado, lo que los hace totalmente dependientes del gobierno en turno.
En el periodismo mexicano actual encontramos de todo, desde el periodismo serio, honesto, que invariablemente busca confirmar una noticia antes de publicarla, hasta el periodismo panfletario, que por su falta de rigor periodístico raya en lo criminal.
Este periodismo panfletario es más frecuente de lo que nos imaginamos. Ejemplos tenemos muchos, uno de los más notorios es un diario de circulación nacional, auténtica “hoja parroquial” de la 4T. Este tipo de periodismo faccioso se le reconoce fácilmente, pues recurre reiteradamente al argumento de “libertad de prensa”, pero no para informar, sino para calumniar a quienes no piensan como ellos. Es un periodismo que cierra los ojos ante la corrupción y contradicciones de sus correligionarios y patrocinadores. Periodismo que falsea, encubre, sesga, matiza, o de plano miente, si así le resulta conveniente. Periodismo, en fin, que no informa y sólo contribuye a la polarización de la sociedad.
Concluyendo: El periodismo sigue siendo un pilar de la democracia. Sin embargo, su integridad se ve amenazada por la proliferación de medios partidistas, tanto independientes como gubernamentales. La tarea del lector es aprender a distinguir el periodismo comprometido con la verdad de aquel con intenciones propagandísticas. En una época donde las redes sociales y los medios digitales han transformado la forma en que consumimos noticias, es fundamental la defensa y el apoyo el periodismo ético, independiente y responsable.
Es cuanto.