Hay dictadores de izquierda y de derecha, unos se comportan como populistas y otros no. Hay populistas que no son dictadores, también de izquierda y de derecha. Entre los dictadores y los populistas hay evidentes diferencias, pero también semejanzas.
La manera en cómo se valoran y califican a sí mismos, como se enfrentan a sus “enemigos”, que los tienen muchos, y como articulan y frasean sus discursos son campos donde se ve con claridad la parte que les es común.
La valoración de sí mismos
– Se sienten llamados, generalmente por Dios, para realizar una misión histórica que sólo ellos pueden llevar a cabo. Para eso nacieron.
– Se ven a sí mismos como los salvadores de la Patria. Se sienten herederos y continuadores de los héroes nacionales de los textos escolares. Se ven que un día estarán en ellos.
– Se piensan como los únicos capaces de conducir los distintos de la Patria. Los dictadores para eso se perpetúan en el poder. Los populistas también quisieran quedarse para siempre en el poder. Unos lo logran y se hacen dictadores, pero a otros se los impide la fortaleza de las instituciones democráticas de sus países.
La lucha contra sus enemigos
– Se sienten amenazados en su persona y en su proyecto por quienes se definen como sus enemigos: Los periodistas, los medios, los intelectuales, los científicos, los artistas, los defensores de los derechos humanos, los defensores de la libertad de expresión y los activistas sociales, entre otros.
– Se manifiestan permanentemente en contra de sus enemigos de manera agresiva y con acusaciones falsas. Utilizan los órganos del Estado y manipulan la ley, para enfrentarlos. Los llevan a la cárcel. En algunas dictaduras también los matan.
– Se dicen distintos a los que antes gobernaron. Nunca más deben volver. Los dictadores, para garantizar eso, se tomaron el poder y nunca lo van a dejar. Es lo que quisieran todos los populistas, pero no todos lo pueden hacer. Eso se los impide la fortaleza de las instituciones democráticas de sus países.
La forma y los temas del discurso
– Conciben el ejercicio de gobernar como un espectáculo. Al centro del escenario está el líder ungido por Dios. La obra es un monólogo. No hay nadie más.
– Hacen uso de un lenguaje y un tono estridente, escandaloso, donde la mentira y la exageración tienen un rol central. Todo con objeto de llamar la atención de las audiencias y de los medios.
– La retórica de su discurso busca emocionar a los suyos. El sentimiento que provocan, son maestros de la manipulación, despiertan el apoyo incondicional e irracional de los suyos y de quienes simpatizan con ellos.
– Hacen referencia constante a la Patria y al “pueblo”. Solo puede ser calificado como tal, los que están ciegamente con ellos. Los demás son los no pueblo. Son enemigos del líder y su causa.
– Con su actitud y discurso dividen y polarizan a la sociedad. En una sociedad binaria solo hay dos posibilidades: Estás conmigo o contra mí. Los que están conmigo son los verdaderos patriotas. Los demás son traidores.
– Reaccionan contra todo tipo de crítica, por pequeña que esta sea. Dicen que no tiene sustento, a pesar de la contundencia de las evidencias. Esta solo puede ser una estrategia de los enemigos, para atacarlos y desprestigiarlos.
– Hablan del fin de la corrupción. Por decreto del líder se elimina para siempre. La realidad es otra. La ignoran. Los corruptos tienen todo el espacio si manifiestan su lealtad incondicional al líder. En ese caso toda falta es admitida y perdonada.
Otras semejanzas
– Los dictadores y los populistas viven del culto a su personalidad. Lo promueven. No hay nadie como ellos. Son radicalmente ególatras y megalómanos.
– Promueven el miedo como forma de ejercer el poder entre quienes no se someten y también entre los suyos. Retan a quienes no piensan como ellos. Todos, menos ellos, están en el campo del error.
– De los suyos exigen la adhesión total. No hay lugar para el pensamiento propio. Solo se sigue lo que el líder llamado por Dios señala. A su círculo cercano, que les es incondicional, los tratan con desprecio. Los humillan.
– Entre los dictadores y los populistas hay rasgos de su personalidad que solo se pueden ubicar en el campo de las enfermedades mentales. Las hay distintas.
Twitter: @RubenAguilar