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sábado 14 septiembre 2024

Presidentes priistas militares

¿Cuál fue la relación entre el PRI hegemónico y los militares? ¿Una relación apolítica y apartidista? ¿Fue un partido militarista o cabalmente civil y absolutamente civilista? Ninguna de estas tres cosas. Una parte de la evidencia son los cuatro militares-políticos (o políticos-militares) que fueron presidentes del “Comité Ejecutivo Nacional” (CEN) del PRI entre 1946 y 1964, periodo que en eso que llamo PRI clásico incluye los gobiernos de Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos –elogiado sinceramente por el presidente López Obrador…

El general Rodolfo Sánchez Taboada fue presidente del PRI de 1946 a 1952, durante la presidencia de Alemán. El general Gabriel Leyva Velázquez presidió el partido de 1952 a 1956, la mayor parte del gobierno de Ruiz Cortines. El general Agustín Olachea Avilés sucedió a Leyva como jefe del CEN priista los dos últimos años del sexenio ruizcortinista, de 1956 a 1958. Y de este año hasta 1964 el PRI estuvo liderado en representación del presidente López Mateos por Alfonso Corona del Rosal, otro general.

Sánchez Taboada fue gobernador del entonces Territorio Norte de Baja California de 1937 a 1944; de 1944 a 1946 volvió a “servicio activo” en el ejército; ya que al mismo tiempo estaba activo en la política –en el fondo nunca dejó de ser ni militar ni político- en 1946 fue seleccionado como presidente del PRI en el Distrito Federal, y en diciembre de ese año se convirtió en presidente nacional del partido, cargo que ocupó todo el sexenio alemanista. Fue ascendido a general de Brigada el primero de noviembre de 1952, por “méritos en campaña” (?), y dejó el CEN de su partido el 4 de diciembre del mismo 52; esto es: recibió un ascenso militar mientras era presidente del PRI. Y después, inmediatamente después de ser líder partidista, fue nombrado secretario de Marina. Lo fue de 1952 a 1955, cuando murió. 

Es importante captar y retener el sentido del caso de Sánchez Taboada: en los años en que los presidentes Manuel Ávila Camacho (1940-1946) y Miguel Alemán se desgañitaban hablando de desmilitarización política y del nuevo civilismo, don Rodolfo pasó de servir formal y realmente en el ejército a hacer de lleno política partidista, alcanzando en ella una de sus cumbres por y para el presidente de México, y de ahí salió a dirigir la SEMAR como el militar que no dejó de ser en realidad. Fue el sexto secretario de Marina, siendo militar pero no marino, y lo fue inmediatamente después de presidir el máximo órgano ejecutivo del PRI –donde tuvo como secretario particular a Luis Echeverría. 

Después del poblano Sánchez Taboada, fue presidente del PRI el sinaloense Gabriel Leyva Velázquez. El general Leyva había sido gobernador sustituto de Sinaloa entre finales de 1935 y finales de 1936, para lo cual tuvo que salir de un puesto militar, la comandancia de la guarnición de Tepic. Al dejar la gubernatura fue colocado como diputado federal del Partido de la Revolución Mexicana (PRM, prePRI) y al concluir su periodo diputadil en 1940 fue “electo” senador para los siguientes seis años, 1940-1946. Empezó a destacar en la política nacional como senador y como secretario general de la Confederación Nacional Campesina, la CNC, de 1942 a 1947. Leyó bien: miembro de la élite militar, en ese momento con el grado de coronel, militante y senador del partido oficial y, simultáneamente, secretario general de uno de los sectores del partido, el campesino. Todo eso era Leyva, además de patriotero anticomunista. Durante la presidencia alemanista (1946-1952), tras abandonar la CNC, ocupó la oficialía mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional y la comandancia de la Primera Región Militar, de donde llegó a la presidencia del PRI, del año 52 al 56, con Ruiz Cortines en la presidencia de la república. Después fue gobernador priista de Sinaloa, del 57 al 62. ¿Posición que ocupó inmediatamente después de la gubernatura dizque civil a plenitud? La jefatura de la Zona Militar del estado de Hidalgo. Cerró su carrera político-militar como senador de 1970 a 1976, bajo el gobierno de Echeverría. 

Recuerdo: ya transformado el PRM en PRI y éste en partido hegemónico, Leyva pasó de la SEDENA y una comandancia militar al CEN del PRI, del partido a una gubernatura, de esta otra posición priista a otra comandancia militar y de ésta a una segunda senaduría priista. Todo sucesivamente. Sin interrupción. ¿Político civil? Nunca por completo civil. Militar y político. Unos años militar en todo activo y otros años político militar-civil. Nunca amilitar ni antimilitar. A veces militar real y formal, a veces político civil formalmente pero político militar real e informalmente. Militar en el fondo siempre, lo mismo que hombre de partido. Gabriel Leyva es caso y modelo casi perfecto de la alianza del PRI hegemónico y los militares; como su antecesor y sus dos sucesores, es casi en sí mismo el “tipo ideal” de esa relación.

El general Agustín Olachea cerró el sexenio de Ruiz Cortines –quien se cuenta como presidente civil de 1952 a 1958, aunque de algún modo fue parte del ejército en la Revolución- como encargado del llamado “partidazo”. Lo presidió antes de ser el secretario de la Defensa Nacional de la presidencia de López Mateos. Otro caso en que un general ejerce un cargo político-militar inmediatamente después de ejercer uno político-partidista, o al revés… 

Olachea se elevó militarmente participando en el sofocamiento de las rebeliones delahuertista y escobarista, la primera de Adolfo de la Huerta y varios militares más contra el presidente Álvaro Obregón, la otra del general Gonzalo Escobar y otros contra el “jefe máximo” Plutarco Elías Calles. Dichas participaciones le valieron a Olachea recibir la gubernatura y la jefatura de operaciones militares del entonces Distrito Sur de Baja California, donde estuvo de 1929 a 1931, año en que fue nombrado gobernador del nuevo Territorio Norte de Baja California. Este puesto lo dejó en 1935 para tomar plazas del ejército como las de comandante de las zonas militares XIII y XV. Hasta que en 1946, el año del estreno de las siglas PRI y de la confirmación de su hegemonía, Olachea sucedió al casi mítico general Francisco J. Múgica como gobernador del Territorio Sur de Baja California. Fue gobernador y al mismo tiempo comandante de la tercera Zona Militar. La gubernatura sudcaliforniana la abandona diez años más tarde, en 1956, porque Ruiz Cortines lo escoge como su correa en el PRI. Y en 1958, el escogido por “dedazo” ruizcortinista como presidente de la república, López Mateos, designa a Olachea secretario de la Defensa, lo que será por seis años. 

Tres datos “curiosos” en torno a Olachea, el segundo y el tercero de su paso por la SEDENA y el PRI: 1) seis de sus colaboradores en distintas épocas llegaron a ser gobernadores, entre ellos los militares Miguel Santana y Rogelio Flores Curiel. 2) En la secretaría, construyó la base aérea de Santa Lucía, transformada en aeropuerto “civil”, es decir, militar-civil por el neoecheverrista AMLO. Y 3) en el partido, el oficial mayor de Olachea fue Luis Echeverría, quien, como se dijo arriba, fue secretario particular del general Sánchez Taboada e hizo senador al general Leyva Velázquez cuando fue presidente en 1970-1976, tras derrotar (Echeverría) en la grilla por el “dedazo” de Gustavo Díaz Ordaz a nuestro último caso de presidente militar priista, Alfonso Corona del Rosal.  

Dado que el sucesor de Olachea en el CEN del PRI fue el general Corona del Rosal, resulta que en el “civilista” gobierno lopezmateísta –admirado confesamente por López Obrador- un militar que había sido presidente del PRI fue el secretario de Defensa Nacional y otro militar fue el nuevo presidente del partido oficial. Olachea estuvo todo el sexenio en la SEDENA y Corona del Rosal en el partido también, de 1958 a 1964.

Este cuarto general inició su carrera profesional como militar, sirviendo en las guardias del presidente general Calles, y con el impulso del presidente general Lázaro Cárdenas se convirtió en político partidista, más precisamente en representante militar en el entonces PRM. El “Tata Lázaro” fue quien formalizó a los militares como sector del PRM, y en su doble calidad de militar y político Corona del Rosal fue uno de los dirigentes del partido. Después fue diputado federal, de 1940 a 1943, en la primera mitad del sexenio avilacamachista. Ávila Camacho, por su parte, fue quien eliminó formalmente el sector militar del PRM, lo que no significa que fuera un presidente antimilitar ni tan civilista como se dice; el presidente general Ávila Camacho daba discursos sobre “el divorcio de la política y el ejército” pero entre los militares de élite no se dejó de participar política y partidistamente: el sector militar del partido ya no existía como corporación formal pero sí existía realmente, como grupos y redes. El mismo Ávila Camacho, además de hacer secretario de Estado a su hermano y militar Maximino, hizo diputado al militar Corona del Rosal, quien siguió en la política “civil” tras el cambio de PRM a PRI y luego fue senador de 1946 a 1952. En 1949, así como legislaba para el Ejecutivo federal, daba clases en el Colegio Militar y publicaba su libro Moral militar y civismo. En el 52 llegó a la presidencia de México Ruiz Cortines, quien había instalado a Corona del Rosal como presidente del comité priista capitalino y por tanto coordinador de la campaña presidencial en el DF, y ya en el poder don Adolfo lo designó Gerente del Banco Nacional del Ejército y la Armada. De aquí brincó en 1956 a la gubernatura de Hidalgo –es uno de los ejes históricos del influyente Grupo Hidalgo del PRI junto a Javier Rojo Gómez- y de ahí subió en 1958 a la presidencia nacional de su partido. Fue gobernador hidalguense de 1956 a 1961 y presidente priista del 58 al 64. Desde el CEN del PRI coordinó toda la campaña presidencial de Díaz Ordaz, beneficiario del “dedazo” de López Mateos, amigo y jefe directo su sexenio completo tanto de los militares de SEDENA y del PRI como del civil autoritario Díaz Ordaz, su secretario de Gobernación. 

Una vez en posesión del Ejecutivo federal, Díaz Ordaz dio a Corona del Rosal la secretaría de Patrimonio Nacional, donde lo tuvo hasta 1966, cuando le entregó la regencia de la capital. Como Jefe del Departamento del Distrito Federal, Corona del Rosal fue un precandidato priista a la presidencia, pero perdió el “dedazo” diazordacista ante otro civil autoritario, Echeverría. Éste aceptó como senador al hijo del general, Germán, también militar. De haber sido presidente del país, el general Corona del Rosal habría realizado el modelo individual perfecto del PRI hegemónico civil-militar.

Ese dato es importante: Corona del Rosal no podía ser presidente con el uniforme militar puesto pero podía serlo con el uniforme colgado por un tiempo, ya que el artículo 82 de la Constitución así se lo permitía y porque la desmilitarización política priista era relativa. Es decir, podía ser candidato presidencial priista y presidente de la república siendo relativamente civil, o relativamente militar, o en parte militar y en parte civil. Y esto es muy diferente de la leyenda priista del civilismo y la civilización absolutos en política. 

Entender el sistema priista sirve para entender más de la mitad de nuestro siglo XX, buena parte de lo ocurrido en el XXI, y al político López Obrador. Este presidente es, como he dicho en otros textos, su propio tipo de priista. No creo que busque un golpe de Estado violento, lo que no lo hace democrático, ni que los actuales jefes militares quieran dar ese golpe. Éstos no lo necesitan. ¿Quiere o intenta provocar AMLO el regreso a una relación entre políticos civiles y militares por medio de un partido común, a una alianza civil-militar como la del PRI hegemónico? La militarización actual, formal e informal (Guardia Nacional), puede servir de base y puente hacia allá… 

Extra: en la oposición se debería revisar la historia del PRI en el siglo XX, López Obrador debería estudiar la historia de los liberales en el XIX. Es evidente que no la conoce en serio. Como los priistas del siglo pasado, AMLO viola la Constitución vigente; a diferencia de los liberales del siglo antepasado, no conoce la Constitución de 1857. Y si la conociera, mentiría sobre ella por conveniencia. 

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