Sabina Berman y Jenaro Villamil insultan a los más pobres al calumniar a etcétera 

Este sábado 10 de mayo, la conductora Sabina Berman, en conversación con el director del Sistema Público de Radiodifusión, Jenaro Villamil, dedicaron doce minutos del tiempo pagado por los contribuyentes en Canal Once para insultar a la gente más pobre y calumniar a la Revista etcétera. 

En esencia, dijeron que la Revista etcétera en YouTube es un canal pensando para los más pobres, que “apela a atraer a una clase humilde”, de una manera análoga a los reality shows protagonizados por Carmen Salinas, para luego señalar que nuestro periodismo consiste meramente en ser “un golpeador a modo”. 

El silogismo construido entre ambos comunicadores tiene una conclusión dolorosamente obvia. Para Sabina y para Jenaro, la “clase humilde”, los “lumpen” son un grupo poblacional despreciable. Su intención era ofendernos, pero lo que realmente hicieron fue hacer gala de su abismal clasismo, pues hablaron con total desprecio de las personas de bajos ingresos.  

“Por el bien de todos primero los pobres” es el bien conocido lema que el amo de todos ellos, Andrés Manuel López Obrador, se apropió (no es de su creación) para lucrar políticamente con un país muy lastimado y generacionalmente abusado por la clase política. 

Al identificar a nuestro público con el sector “lumpen” con fines de ofensa, Sabina y Jenaro escupieron sobre el máximo lema de su amo, frase que como sabemos, Claudia Sheinbaum repite allá a donde va. 

“Canal de YouTube lumpen, de imagen paupérrima” 

Omitiendo alevosamente que etcétera es una multiplataforma informativa que edita libros y revistas, que es un portal digital, un canal de YouTube y perfiles en redes sociales, Berman afirmó que nuestro medio es únicamente “un canal de YouTube lumpen” en donde “están ensayando ese look pobrísimo”. Ellos, agregó Villamil, apelan “al pobrismo fingido”. 

¿Su argumento? Nuestros atuendos, cotidianos, de un día de trabajo. Que transmitimos desde nuestras oficinas, en nuestros escritorios y no desde un estudio de televisión. En efecto, así es.  

No tenemos maquillistas, peinadores ni vestuaristas. No tenemos estudio de televisión, pero contamos con espacios perfectamente apropiados y la tecnología suficiente para programas en vivo y videos grabados, contenidos que cumplen con el objetivo de informar con veracidad.  

El titular de cada programa –Marco Levario Turcott, Alejandra Escobar, Eduardo Atempa, una servidora y otros colaboradores ocasionales— escribe, graba y edita su propio video, una práctica habitual  y totalmente respetable en miles de redacciones de todo el planeta. Son miles los periodistas que transmiten con las mismas limitaciones (si se les quiere llamar así) que nosotros. Finalmente, lo que realmente importa, el oficio y la ética, lo tenemos de sobra. 

Ellos, al contrario, cuentan en sus respectivos programas con decoradores, escenógrafos, camarógrafos, microfonistas, maquillistas, guionistas, asistentes, iluminadores, director, coordinador de información o sus equivalentes. Lo habitual en un verdadero estudio de televisión. Ellos tienen acceso a todo eso en Canal Once y Canal 14, pagados con el erario, porque se han prostituido para convertirse en sirvientes del poder. 

Berman llevó más allá la comparación al decir que somos una especie de Latinus, pero sin dinero, ya que este medio va dirigido a la gente “aspiracional”. ¿Su argumento? Que Carlos Loret de Mola usa saco y corbata y que cuenta con recursos para grandes producciones. En efecto, así es. Y es, también, perfectamente válido.  

Sabina y Jenaro, farsantes

Sabina y Villamil se dedicaron a difamar a etcétera y a insultar a las audiencias. 

Villamil dijo que Marco Levario es un “golpeador a modo” y Berman se quejó de que en etcétera realizamos “fabricaciones fabulosas”, aludiendo evidentemente a los abundantes textos de opinión, notas y posteos en redes sociales dedicados a informar y analizar las corruptelas y la obvia labor propagandista de ella misma, de Jenaro Villamil y muchos más comunicadores al servicio del régimen que, en dos libros, etcétera llamó “Los Farsantes de la 4T”.  

Pero ni son fabricaciones, ni son fabulosas, al menos no en el sentido de ser falsas o producto de la invención. Cada letra, cada palabra, cada línea que hemos publicado de Sabina Berman, de Sheinbaum, de AMLO, de quien sea, es cierta, verdadera y documentada. 

Ciertamente, tanto Sabina Berman como Villamil  tienen mucho de qué estar resentidos con nosotros. Ambos aparecen en el primer tomo de Los Farsantes de la 4T, uno de los libros más exitosos de la historia de nuestra modesta casa editorial.  

El capítulo dedicado a Sabina Berman es una extraordinaria pieza escrita por Angélica Recillas. Se puede leer en la página 53 del libro y se titula: “Sabina Berman, una traidora de sí misma” en donde la autora documenta de manera irrefutable el chapulineo de la dramaturga, de ser una ácida y hasta ofensiva crítica de AMLO a convertirse en “chaira” según sus propias palabras. A lo largo de todo el capítulo se dan abundantes referencias y capturas de pantallas. Nada de “fabricaciones fabulosas”. 

En tanto, el capítulo dedicado a Jenaro Villamil fue escrito por Ariel Ruiz Mondragón, está en la página 249 y se llama “Jenaro Villamil, más falso que un huapango de Montoya”. El autor, también con abundantes referencias, demuestra el tránsito de Villamil, de ser un autoproclamado crítico del poder a un abyecto funcionario al servicio de la tiranía. 

La paliza que Recillas y Ruiz ponen a Berman y Villamil es, literalmente, de antología y no ha sido refutada en una sola letra. 

No nos extrañan, pues, sus torpes calificativos en contra nuestra. A la información pura y dura y a la opinión fundamentada, oponen pobres frases y aún más pobres conceptos.  

Lo que nos duele es que en el camino hayan insultado a la gente humilde, a la que dicen defender. Y peor todavía, que lo hayan hecho desde el Canal Once, hace no mucho tiempo orgullo de los medios públicos y hoy un lastimoso despojo desde donde se le cantan repugnantes loas al poder.  

Autor

Scroll al inicio