La reforma a la Ley de Banco de México, aprobada por Morena en el Senado de la República, evidenció que el presidente Andrés Manuel López Obrador es salinista. Sí, salinista, al menos en lo que se refiere a su favoritismo por el empresario Ricardo Salinas Pliego, el dueño de TV Azteca y Banco Azteca quien, hay que recordar, se volvió magnate en los años 90 a partir las privatizaciones neoliberales de Salinas de Gortari (con el favor presidencial y el dinero que le prestó Raúl Salinas de Gortari). La iniciativa fue aprobada por el Senado el 9 de diciembre anterior y turnada a la Cámara de Diputados, en donde se empantanó, pero la evidencia del salinismo lopezobradorista permanece aún y con las señales de naufragio que amenazan tal reforma.
Presentada por el senador Ricardo Monreal, previa indicación y/o visto bueno del inquilino de Palacio Nacional, la exposición de motivos de la iniciativa postula el beneficio para los paisanos que trabajan en Estados Unidos, envían remesas a sus familias y viajan de este lado de la frontera para gastar sus dólares en comercios y servicios turísticos nacionales. Sin embargo, se ha demostrado que el 99% de las remesas llegan a México mediante transferencias bancarias y no en efectivo, como la iniciativa mañosamente sugiere.
Lo cierto es que en la iniciativa propuesta los paisanos quedaron en el olvido, pues cada una de sus frases tiene una dedicatoria particular. Con el marco legal hoy vigente, los bancos que operan en México y captan dólares los repatrían a Estados Unidos mediante contratos de corresponsalía con bancos de aquel país; los bancos estadounidenses les intercambian los dólares en valores con los que pueden operar y se hacen cargo de los controles contra el lavado de dinero, conforme a las leyes del país vecino.

Pero sucede que hay un banco que se ha visto imposibilitado de realizar ese tipo de operaciones y es precisamente el Banco Azteca. Este tenía contrato de corresponsalía, con el Lone Star National Bank, pero el acuerdo se suprimió luego de que la agencia antilavado de Estados Unidos (Fincen) detectó riesgos de lavado de dinero y operaciones irregulares. Es por ello que, desde entonces, el Banco Azteca se ve en la necesidad de canjear los dólares que capta en los centros cambiarios nacionales, percibiendo por ellos un pago más barato que si los repatriara.
La reforma, que por instrucciones de López Obrador aprobaron los senadores de Morena, se aboca a resolver ese problema exclusivamente, ya que propone que el Banco de México tenga la obligación de aceptar los dólares que la banca privada no pueda repatriar a su país de origen. Pero ésta norma violaría la autonomía de esta institución y pondría a las reservas internacionales de México en el grave riesgo de convertirse en un gigantesco mecanismo del lavado de dinero de procedencia ilícita. Con justa razón, tanto especialistas como las autoridades del banco central se han opuesto a esta reforma, cuyos impulsores ahora trastabillan en su consumación.
Añadiendo este intento a la larga lista de adjudicaciones directas por miles de millones de pesos con las que el gobierno de la 4T ha favorecido al emporio salinista, hasta intelectuales identificados con el lopezobradorismo como Jorge Zepeda Patterson han cuestionado: ¿qué le debe López Obrador a Salinas Pliego? Interrogación a la que se puede añadir: ¿o será que algo le sabe?
Cincelada: La mitad de lo que se dice en las “mañaneras” son falsedades. El otro 50% son hipótesis de muy dudosa comprobación.
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Autor
Fundador y consejero nacional del PRD, fue su diputados federal y representante electoral. Se desempeña como asesor parlamentario y analista político.
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