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Santiago Creel Miranda:

A finales de junio de 1987, un grupo de campesinos propusieron a Heberto Castillo como candidato a la presidencia de México y, tres meses después, fue el abanderado del PMS. Tu aún no militabas en estas causas pero el ingeniero nos suscitó un gran entusiasmo frente a las elecciones federales de julio del año siguiente. Pero sucedió un imprevisto, Santiago. Ese imprevisto surgió de una sangría dentro del partido en el poder y se llamó Corriente Democrática y lo encabezó Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Los jóvenes de aquel entonces apenas podíamos creer el fenómeno político que suscitó Cárdenas y, al principio, nos resistimos. Haber participado en la creación del Partido Mexicano Socialista y tener a un candidato como Heberto Castillo era (y sigue siendo) una prenda de orgullo. Pero la realidad es terca y se nos imponía a fuerza de adhesiones al hijo del General en todo el país. El 14 de octubre de 1987, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, que durante décadas fue satélite del PRI, lo ungió como candidato a la presidencia y desde ese momento se desataron otros apoyos más como los del PPS y el PFCRN.

El hecho es este: desde las entrañas del tricolor surgió el primer político que podía vencer al candidato oficial y al partido hegemónico. No tienes idea de cómo se estremeció la UNAM, por ejemplo, que recién había atestiguado el movimiento estudiantil más relevante después del 68. Decenas de miles de jóvenes comenzamos a apoyar a Cárdenas y esperamos la decisión de Heberto Castillo, nuestro líder, y no nos defraudó. El gran dirigente universitario y fundador del PMT renunció a su candidatura y apoyó a quien fuera su alumno. El entusiasmo de los demócratas es uno de los momentos más relevantes que yo recuerdo en el país. Tú activismo, al iniciar los años 90, pudo corroborar el alcance de esa decisión junto con tu apuesta política para facilitarle el camino a Andrés Manuel López Obrador, como lo has dicho tú mismo.

Creo que los líderes opositores en México, guardadas las proporciones, viven un momento similar. Sin duda, es legítimo que compitan, como lo habría sido si Heberto Castillo no hubiera renunciado a su candidatura. Pero me parece que falta la misma capacidad para aceptar la realidad y el amor por el país que eso significa.

Santiago: eres un administrador de la política. Tu paso como consejero ciudadano del IFE lo demuestra igual que tu estancia en la secretaría de Gobernación del entonces presidente Vicente Fox. Eres parte de esa nomenclatura anquilosada y vetusta que abrió paso al populismo que hoy carcome a nuestro país. Y además eres el candidato del PAN, hay que decirlo como es, no tienes el apoyo de la llamada sociedad civil ni lo tienes, al menos no de manera significativa, de los ciudadanos. Las redes sociales y los actos públicos son un indicador. Pero hay uno más, político: formas parte de las estructuras de privilegios de los partidos y por ello Acción Nacional ha obstaculizado a Xóchitl Gálvez (como también lo hizo con Lilly Téllez. Digamos las cosas como son, con plena transparencia.

Conozco tu vocación democrática desde que participaste, en 1994, en el Grupo San Ángel para alentar la democracia. Pocas diferencias hemos tenido, una de ellas cuando siendo titular de Gobernación, le otorgaste permisos de operación de Casinos a Televisa; la revista que yo encabezo lo publicó. Así pasa en la democracia, se coincide y se difiere. Creo que tu empecinamiento por lograr la presidencia de México, es la tercera vez que lo intentas, no ayuda a la defensa de la democracia. En 1987 Cuauhtémoc Cárdenas concentró la esperanza. En 2023 la concentra Xóchitl Gálvez Ruiz. Tienes en Heberto Castillo un ejemplo.

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