miércoles 03 julio 2024

Taiwán en la mira de Xi

por Pedro Arturo Aguirre

Uno de los acontecimientos geopolíticos clave a principios de 2024 serán las elecciones presidenciales y parlamentarias en Taiwán, previstas a realizarse el 13 de enero, con la cual comienza el abigarrado calendario electoral internacional de 2024. El último intento de los partidos de oposición para formar una alianza contra eal Partido Democrático Progresista (PDP), actualmente en el poder, fracasó hace un par de meses y ello hace más probable el triunfo del candidato oficialista, el vicepresidente Lai Ching-te. Pésima noticia para Pekín. El PDP es el partido más reacio a establecer algún tipo de reunificación con China, aunque ha abandonado, por lo menos a nivel retórico, su intención de declarar formalmente la independencia, idea que era central en sus plataformas electorales hasta finales del siglo pasado. Desde 2000 adoptó el criterio de que Taiwán ya es un estado independiente “de facto” llamado ¨República de China¨, y por lo tanto no es necesaria ninguna declaración emancipadora. Esta idea ha sido asumida por la inmensa mayoría de los taiwaneses: aunque hay  todavía hay quienes sueñan con un referéndum de independencia, según encuestas recientes más del 70 por ciento creen que su país ya es un Estado soberano y solo una minoría siente la necesidad de cortar formalmente los lazos con China. 

Xi Jinping asegura una y otra vez que Taiwán se reintegrará a China “a como dé lugar” a más tardar en 2049 para festejar el centenario de la República Popular, por eso persiste el temor de la inminancia de una invasión. Además, algunos analistas argumentan que ante la desaceleración económica china el Partido Comunista podría verse tentado a lanzar una ofensiva militar para distraer a la población inflando ínfulas nacionalistas. Pero es equívoco suponer que el conflicto es inevitable. Pese a la constante bravuconería, arriesgarse unilateralmente a una guerra con Estados Unidos por Taiwán no encajaría con la ambiciosa estrategia de Xi de establecer a China como la potencia líder en el escenario mundial. Por paradójico que parezca, apoderarse de Taiwán, por un lado, y afirmar el liderazgo mundial china, por el otro, están en tensión directa. Una guerra sería catastrófica para el futuro de China porque pondría en peligro sus acceso a las finanzas y los mercados mundiales, le enemistaría con los países vecinos, Incapacitar uno de los corredores marítimos más transitados del mundo (el estrecho de Taiwán), traería consigo consecuencias desastrosas para la propia economía china impulsada por las exportaciones. la importante economía de Taiwán se arruinaría (incluida su poderosa industria de semiconductores) y un número incalculable de militares y civiles perderían la vida. Pekín se enfrentaría a un grave retroceso diplomático y sufriría sanciones sin precedentes. Y, por supuesto, al invadir Taiwán, China estaría arriesgando una guerra con Estados Unidos y quizás con otras potencias regionales, incluido Japón y Asutralia. Cirto, Xi, como todos sus predecesores, quiere ser el líder que finalmente se anexionara Taiwán. Pero durante más de 70 años, Pekín ha llegado a la conclusión de que el costo de una invasión sigue siendo demasiado alto

Sin embargo, desde luego que la probabilidad de una confrontación militar debe ser tomada en serio. El triunfo del PDP seguramente recrudecerá las tensiones con China continental. Y es que 

Taiwán no solo es “el portaaviones estadounidense más grande del mundo” (según la óptica de Pekín), ni una mera gran fábrica de chips electrónicos. También es una democracia, y una de las más vibrantes del mundo.  Eso no le gusta nada al Partido Comunista Chino. En 1988 Taiwán puso fin a más de 40 años de ley marcial y dejó de funcionar como un estado policial de partido único. Hoy, las credenciales democráticas de la isla son verdaderamente impresionantes: el ejército y la policía han sido objeto de reformas sustanciales; las instituciones civiles, los derechos humanos y los sistemas de educación se han fortalecido; el sólido crecimiento económico ha dado lugar a una extensa la clase media y a una justa distribución del ingreso; el sistema educativo es considerado uno de los mejores del planeta; notables son los progresos en la representación política de las mujeres y en la mejora de los derechos de género. un sistema de partidos estable e institucionalizado. Además, en el gobierno de la todavía presidenta Tsai ing-wen Taiwán avanzo en la instauración de una democracia digital con mayor el empoderamiento de la ciudadanía y participación cívica de los jóvenes. Se han puesto en marcha varias herramientas digitales para impulsar la participación ciudadana.

Todo este desarrollo democrático contrasta agudamente con el totalitarismo cada vez más opresor imperante en China comunista y -lo más grave a ojos de Xi y los gerifaltes comunistas- desmiente la supuesta incompatibilidad entre la idiosincrasia de los pueblos de tradición confuciana con la democracia. Por eso la dureza y agresividad de Xi. Por eso Pekín ha cortado cada vez más contactos con el gobierno taiwanés y le presiona en una serie de ámbitos como el diplomático, privando a Taiwán de todos sus socios y de su participación en organizaciones Internacionales como la OMS; por eso las violaciones constantes del espacio aéreo de la isla y por eso las agresivas patrullas navales. Taiwán representa la libertad, la transparencia, la rendición de cuentas y otras características las cuales la diferencian claramente del régimen impuesto en el continente por el Partido Comunista Chino. Los taiwaneses cultivan una economía libre con una pujante sociedad civil a través de instituciones democráticas independientes. En muchos sentidos han convertido a su país en un ejemplo notable para Asia y el mundo de cómo una nación emergente puede avanzar progresivamente hacia nuevos estadios de desarrollo, de cómo la libertad es una fuerza estabilizadora y de cómo la libre empresa, la libre asociación y la libertad de expresión conducen a la prosperidad y a la seguridad. Por eso su supervivencia en tan importante para todos.

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