Este artículo fue publicado originalmente el 27 de septiembre de 2016, lo abrimos de manera temporal dada su relevancia periodística.
Estás atrapada en tu auto (jaula) por completo inofensiva (tú, nunca la jaula). Has errado la ruta, el tráfico te ha retrasado, la función está por empezar. Luz roja tras luz roja: la nueva sentencia de la ciudad que no puede moverse más allá de 50 kilómetros por hora. Morder las uñas, mirar afuera, tensar: nada te dará las alas que añoras. Tac-tac. Entra la luz de la ciudad (es de noche y la ciudad se ha encendido). ¡Oh! La miras proyectarse en el tablero (la luz, la ciudad). Tac. Y entre un segundo y otro, el dibujo. Tac-tac. El dibujo se ha borrado y ha aparecido otro en su lugar, es casi el mismo dibujo, pero sus elementos han bailado para volver a repartirse. Tac-tac. (Llueve). ¡Pero no! Luz verde ahora. Y tú apenas has podido disparar tus ojos (esa cámara que guarda habitación tras habitación en la extraña profundidad de un plano). El limpiador roto no cesa (festivo) de bosquejar, y tú suplicas por un alto más, y un farol; ay, las contradicciones.