Hay varias formas de ver lo que puede entenderse como un congelamiento de la Reforma Educativa en la Cámara de Diputados.
Por un lado podría decirse que está la sensatez del Gobierno. Son muchos los indicios de que las cosas podrían llegar a confrontaciones mayores que por ningún motivo quiere enfrentar el gobierno, “somos diferentes”.
Si algo no quiere el Presidente es entrar en un callejón sin salida con la CNTE. Sabe lo que puede pasar y el costo que tendría con la CNTE y sus grupos afines. Por otro lado a López Obrador le importa mucho lo que puede provocar entre sus innumerables y furibundos seguidores cualquier cosa que haga que pueda enfrentar o contradecir sus discursos de muchos años.
Está en algún sentido jugando para la tribuna. Se ve más preocupado por la CNTE que por la propia reforma. El coordinador de Morena en Diputados se la ha pasado haciendo malabares para no hacer enojar a los líderes de la CNTE.
Mario Delgado ha tratado de mantener ciertos equilibrios también con la oposición, la cual, en particular el hoy chiquipartido llamado PRI, sabe muy bien de lo que se trata todo esto. La Coordinadora tiene a los diputados sin capacidad de maniobra.
Los líderes de la CNTE están de manera tajante por encima de sus representados. No hay manera de conocer la opinión y perspectivas de buena parte de los maestros. Quien se atreve a hablar o disentir por lo general le va mal, con las repercusiones propias del caso.
No es casual que en estos días el Presidente haya dicho que es importante escuchar a los maestros y no necesariamente sólo a sus líderes. Lo expresado por López Obrador no cayó nada bien entre los dirigentes, los cuales lo interpretaron como un intento por tratar de entrarle a la reforma por otra puerta. Al final, todo quedó en intentona, los líderes serán los interlocutores y los que decidan.
Esteban Moctezuma mandó un mensaje que habrá que ver qué tanto se mantiene y qué tanto es efectivo en la práctica. Aseguró que no se va a hacer una reforma como quiere la CNTE. En medio de una especie de congelamiento del tema en el Legislativo, provocado por la Coordinadora es todo un enigma lo que pueda pasar en caso de que no sea del gusto, o como se quiera decir, de la CNTE.
Quizá en el Gobierno se esté perdiendo de vista lo que se está enfrentando. El Presidente está entrando con la CNTE en lo que dijo que no quería por ningún motivo hacer: un juego de vencidas.
A la Coordinadora se le abrió la puerta de tal manera que ahora ya no hay cómo cerrarla o al menos medio cerrarla. Es una organización que desde siempre ha apostado por el todo o nada. En otras ocasiones habían sido ignorados, con las consecuencias que se conocen, o simplemente se administraban los conflictos.
Hoy la CNTE está más fuerte que nunca. Hizo una gran alianza con López Obrador en las pasadas elecciones y están bajo el “ahora me cumplen”.
La pelota no está en la cancha de la Coordinadora, está en la del Gobierno. ¿Hasta dónde está dispuesto el Presidente a negociar y ceder con tal de satisfacer los planteamientos de la CNTE, los cuales podrían repercutir en el espíritu de la reforma y que además pueda terminar con la “mal llamada”?
Es mucho lo que se encuentra en juego. El país no puede seguir en un largo compás de espera hasta que se pongan de acuerdo. En el fondo prevalece la idea de que todo esto tiene que ver con la búsqueda de poder mantener privilegios.
No se pasa de largo que durante muchos años los maestros han sido uno de los sectores más castigados; sin embargo, no se puede negociar con una mano adelante y otra atrás.
Se trata de la educación de millones de niñas, niños y adolescentes, casi nada.
RESQUICIOS.
A Trump ahora le dio por echarnos porras. Por un lado, Olga Sánchez Cordero asegura que la política migratoria no va a cambiar nada de nada, y al día siguiente, Trump nos felicita por estar deteniendo migrantes en la frontera sur, por primera vez en décadas; a ver quién les entiende.
Este artículo fue publicado en La Razón el 3 de abril de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.