En el marco de las mesas llamadas “Pensamiento” en la FIL el eje de las discusiones ha estado sobre el Presidente y su proyecto de gobierno. Es inevitable por todo lo que suscita y ha hecho la presente administración.
Las declaraciones del Presidente de la mañanera de ayer sobre una periodista y una revista intensificó el debate. La definición presidencial sobre el periodismo para el pueblo no se alcanza a entender ni qué es lo que quiere decir con ello.
Partamos de que el ejercicio de la profesión es por definición plural. Esto significa que todos los elementos que conforman la vida noticiosa del país tienen que formar parte del trabajo periodístico. Pensar el periodismo para el pueblo puede terminar en un periodismo de consigna y causa que le quitaría la autonomía y libertad a la profesión.
El compromiso está en la pluralidad uno de sus elementos fundamentales. Al Presidente no le gusta que en ocasiones le planteen temas que le son incómodos, en muchas ocasiones ha utilizado el descrédito hacia los periodistas como forma de responder a reportajes que se han hecho sobre él, sobre su gobierno y ahora vemos que también sobre su familia.
No tiene sentido que el Presidente apueste por una prensa que esté a su servicio. Bien sabe que tarde que temprano dejará la Presidencia y vendrán los tiempos de los balances y análisis sobre su sexenio, será la prensa en buena medida la que lleve a cabo este trabajo, porque el periodismo se ha convertido en uno de los instrumentos más importantes y estratégicos para escribir la historia.
La confrontación no necesariamente es negativa. La cuestión está en que nos la hemos pasado en medio de discusiones que no llevan a ningún lugar porque parten de visiones maniqueas sobre la vida del país. El Presidente ha tenido mucho que ver en esto, pero no se puede soslayar que muchos medios de comunicación son parte de este maniqueísmo.
La declaración del Presidente de la mañanera es inquietante, porque pareciera que hay un enojo de fondo, y porque quisiera un periodismo a su servicio, porque asume que encarna al pueblo.
El sábado tuvimos la oportunidad de participar en el Seminario de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Las y los ministros entienden que estamos ante una nueva realidad en la que juegan un papel fundamental de cara a la sociedad. No es que antes no lo hubiera sido, lo que sucede es que hoy las instituciones están obligadas, en el proceso democrático, de ser transparentes y rendir cuentas.
La Corte está ante nuestras vidas como nunca antes. Los asuntos que trata están a la vista de los ciudadanos. Las y los ministros tienen la convicción de que así debe ser. Tienen claro, sobre todo, que la Corte tiene que responder a la gran cantidad de demandas, particularmente atender los innumerables problemas que tiene la gente de escasos recursos ante la justicia.
En la Corte tienen claro que a menudo se toman decisiones que pueden ser brutalmente impopulares, pero éste no es el criterio que rige su trabajo. Sus decisiones se establecen conforme a la Constitución y si eventualmente la Carta Magna se queda corta o no le gusta a alguien, esto no significa que las decisiones tengan que tomarse fuera del marco legal.
Las y los ministros tendrán que atender temas en los próximos meses muy bravos, el acuerdo, “decretazo”, y la Reforma Electoral, los cuales son fundamentales para el Presidente.
Lo que decida la Corte podrá gustar o no al tabasqueño, pero es secundario, lo importante serán las razones legales para decidir sobre ellos.
En la Corte saben que se les viene una avalancha y nos dicen que están preparados para ello.
RESQUICIOS
La imposición ganó en el CIDE. No hubo diálogo, no se recibió un pliego petitorio en el Conacyt, el hoy nuevo director no hizo caso a los estudiantes, y al final señalaron a la institución como conservadora y neoliberal; poco les importó pensar al CIDE con su comunidad.
Este artículo fue publicado en La Razón el 30 de noviembre de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.