Sin contar con datos duros o estudios que avalen su dicho, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que en México “no hay consumo de drogas”, que lo que hay es tráfico, nada más.
Llevado por sus conceptos idealizados de la “cultura mexicana” supuestamente plena de valores, el presidente, en una conferencia más en la que habla del fentanilo y el consumo de éste en los Estados Unidos, se atrevió a decir que “nosotros no tenemos consumo”. No se refería únicamente al fentanilo, sino a las drogas en general.
Seguramente el presidente no ha revisado información del sector Salud o sencillamente, no ha visto que en la vía pública con frecuencia hay manifestaciones en favor de la legalización de la mariguana.
En su visión parcial y romantizada de las comunidades indígenas, dijo, por enésima vez, que gracias a nuestras “profundas raíces culturales” México no tiene consumo de drogas y donde menos hay es en las comunidades indígenas.
Ahí “no existe”, dijo tajantemente. Ello, a pesar de estudios sociales que indican la elevada prevalencia de alcoholismo y tabaquismo en comunidades indígenas, por citar solo dos problemas de adicción.
“En México hay tráfico de droga, pero afortunadamente, toco madera, no hay consumo o es muy poco el consumo a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos en donde lo que más le daña es el consumo, es la adicción. Entonces nosotros no tenemos consumo”.
Agregó que las raíces culturales han salvado a México ante “pandemias” y otras catástrofes, sin mencionar, naturalmente, que durante la reciente pandemia y por causa de la ineptitud de su gobierno, nuestro país tuvo casi 700 mil muertes en exceso.
Dijo que también ha sido la salvación ante “gobiernos corruptos” y que por eso no hay que drogarse.
“Donde hay más tradiciones culturales, en las comunidades no hay consumo de drogas, no existe el consumo de drogas”, dijo muy seguro.
Y citó su mero conocimiento empírico, no sustentado en estudios.
“Yo fui jefe de Gobierno aquí en la Ciudad y donde había menos violencia era en las delegaciones de Milpa Alta, Tláhuac, Xochimilco, donde había más costumbre, tradiciones, donde había más organización social, comunitaria. ¿Dónde había más violencia? En las colonias donde estaba roto el tejido social, donde había más desintegración de las familias, más materialismo”.
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