https://naavagreen.com/wp-includes/fonts/depo-25-bonus-25/

https://beccopizza.com/wp-includes/depo25-bonus25/

https://samouraimma.com/

Slot Qris

Slot Bet 100

jueves 07 noviembre 2024

De la crítica de poesía: Negroni

por Germán Martínez Martínez

Me interesa identificar que ve María Negroni, dentro de lo literario, cuando escribe sobre poemas. Negroni (1951, Rosario, Argentina) ha ejercido casi todos los géneros y está a cargo ahora del entrenamiento de nuevos escritores en una universidad bonaerense. En La palabra insumisa (2021) se reúnen breves ensayos, provenientes de diversos libros de Negroni, sobre poetas de lengua española, francesa e inglesa. El libro fue editado por la UNAM, en particular las Ediciones del Periódico de Poesía. Esta es la rama editorial de esa publicación excepcional —posible por el financiamiento de la universidad nacional de México y el trabajo de quienes la han hecho realidad— el Periódico de Poesía, que busca hacer de los poemas y sus alrededores algo cotidiano, diario, ahora desde la virtualidad. Entre las distintas lecturas que pueden hacerse de La palabra insumisa está ver sus textos como un modelo posible para la crítica de poesía.

Ante este tipo de lectura de textos de crítica literaria puede haber múltiples objeciones. Quizá la más evidente sea que el ejercicio pueda derivar en pepenar frases que ilustren la idea que uno mismo tiene sobre la poesía, para atribuírsela al autor de lo leído. Esto no dista de lo que hacen académicos deficientes que confunden rellenar páginas con investigación, encontrando citas a modo, y aún manipulándolas, para dar falso sustento a lo que se les ocurre decir. Tampoco hay que perder de vista una dimensión histórica y biográfica: en cualquier autor, a través de sus distintas obras, el pensamiento cambia; lo que podría también observarse entre ensayos en libros recopilatorios como La palabra insumisa. Esto representa un reto mayor. Un punto afín es la práctica de múltiples editores que etiquetan como historia intelectual —acaso buscando entusiasmar incautos— cualquier trabajo que hace un recorrido por las lecturas de algún personaje o cuya materia resuena como de carácter “intelectual”. Basta conocer ensayos teóricos y metodológicos de historiadores intelectuales —como Koselleck, Pocock o Skinner— para notar cómo los objetivos que se plantean son distantes de la pepena de frases o las meras listas de lecturas. La diferencia es tal que los objetivos enunciados para la historia intelectual pueden semejar casi una imposibilidad, como buscar el significado performativo —no sólo textual— de las obras en el momento en que fueron publicadas o como tratar de reconstruir distinciones entre los lenguajes y las hablas que ordenaron y dieron vida a los debates de ideas. Así pues, dado que requeriría de historia intelectual plena, no hago aquí algo cabal sobre la poética o una propuesta de Negroni sobre la crítica de poesía. Alcanzo apenas a dar un primer paso de acercamiento a ideas que se traslucen en La palabra insumisa.

El libro de Negroni sobre poetas. Imagen Libros UNAM.

En el prólogo del libro, con felicidad, el poeta Jorge Esquinca (1957, Ciudad de México) describe los ensayos de Negroni como “un trabajo de inmersión” que no cae en “academicismo” y se basa, en cambio, en “conocimiento de la obra”, pues “el pensamiento indagador de María Negroni no abandonará el tejido. Por el contario, ahonda en él”. También asegura Esquinca que “la pluma de Negroni no desdeña el apunte biográfico y la cita anecdótica”. En efecto, la autora casi siempre hace bosquejos biográficos, en cierto sentido esa es su técnica para hacer crítica de poesía, lo que arma sus textos y quizá lo característico de su abordaje. Sería un error confundir la que probablemente sea una orientación política de Negroni con lo que distingue a sus escritos sobre poetas. Cuando aborda a H.D. hay un segmento que lee a la poeta en clave feminista; al tratar, en un solo texto, a Howe, Niedecker y Waldrop, así como en otros ensayos hay algunas, pocas, afirmaciones de la misma clase —como al analizar a Dickinson— sin que pueda decirse que esto determina el sentido de La palabra insumisa (de 21 textos, 14 están dedicados a escritoras). Quizá Negroni comparte la visión del poeta Murena, de quien afirma que consideraba que “nunca fue función del arte modificar la realidad”.

En cambio, el factor biográfico es ineludible, además de palpable. Al hablar de Rimbaud podría parecer que Negroni efectúa un perfil, pero estamos también ante un posicionamiento existencial. Los ensayos de La palabra insumisa —en sus mejores momentos— más que intención histórica o falible cháchara psicológica, contienen otras búsquedas. Uno de los intereses de la escritora es rastrear el imaginario de sus autores: dibujar el mapa que habitaban las mentes de los poetas sobre quienes escribe. Asimismo, o como parte de esa meta principal, a la escritora le importa trazar genealogías literarias y encontrar de donde provienen los recursos de sus autores. Al hacerlo, para poetas como Bishop, llama incluso “receta” a tales rasgos, aunque no entra en detalles que den más sustento a sus afirmaciones. Cuando analiza la evolución de la poesía de Rich, afirma: “van quedando atrás las primeras influencias”. Afrontando la figura y poesía de Plath celebra que, “como corresponde”, traicionara —el verbo es de Negroni— sus “influencias” y “modelos literarios”. Cuando especula linajes —“la calidad de una obra depende de la profundidad de campo de sus referencias”— la autora sabe exhibir las tensiones entre diferentes tendencias dentro de una tradición y cómo las tradiciones tienen múltiples caras.

Negroni escribe sobre Sylvia Plath. Fotografía Penguin Random House.

Negroni persigue significados, sin que los conciba como desenmascaramiento del lenguaje poético; aunque citando versos de Gelman plantea: “¿de qué hablan estos poemas?”. Acerca de Pizarnik afirma: “la poeta se lanza a la caza de significantes perdidos con los que intenta manipular el contexto y estetizar lo que no existe”. Al escribir sobre Di Giorgio cita extensamente sus versos y parece interpretar sentidos. Sobre el lenguaje de sus poemas hace una breve enumeración de características sin reflexionar a partir de ellas. Aunque de ello Negroni desprende que esos rasgos sirven: “para complejizar los sentidos y erosionar la supuesta racionalidad de la lógica, trastocando de paso los hábitos que anestesian la vida”. La excepción en el libro es el texto dedicado a la poesía de Bustriazo Ortiz, cuya excepcionalidad de lenguaje y “manera inédita de ver las cosas” conducen a Negroni a involucramiento más minucioso: se revela su asombro. En otro ensayo, asomarse a una acumulación de traducciones lleva a Negroni a reflexionar: “no existe entre palabra y mundo (o entre texto y texto, da igual) algo parecido a la fidelidad. Siempre hay un real que se escapa, una oscilación irresuelta, una persecución lingüística del sentido que queda indefectiblemente diferida”. Así, Negroni aprecia la densidad de la red que conlleva el lenguaje.

Quizá hacer crítica de poesía no pueda estar desligado de alguna especulación teórica. No me refiero a malabares con jerga filosófica o pseudofilosófica; aunque Negroni se permite algunas frases que provienen del habla académica (“epistemología no autoritaria”, “discursos hegemónicos”). Hay, en cambio, enunciados que apuntan a la formulación de una poética. Algunos ven hacia la materia elusiva que la poesía es: “los poemas escritos son huellas en la arena. Señalan pulcramente aquello que extrañamos”. No obstante, estas oraciones pueden estancarse en recursos retóricos que no expanden la exploración sobre qué es lo especial de lo poético: “la poesía, ese otro país resquebrajado donde las palabras brillan a veces como antorchas heladas”. De la literatura en general Negroni dice que uno de sus “regalos” preciados es “poder acceder a una suerte de metafísica de lo invisible donde acaezca un mundo sin nombres”, que no es precisamente concreto o sugerente. Sin embargo, sería un error intelectual pedir a ensayos sobre poetas una teoría de la poesía: la lectura que he hecho toca la cuestión de que la acumulación de tropos probablemente no sea lenguaje pertinente para la poética, aunque al mismo tiempo parezca solicitarlo.

Un número impreso del Periódico de Poesía. Imagen DGCS UNAM.

Cuando hablo de especulación teórica aludo a hallazgos de la escritora, quien, por ejemplo, expone una hipótesis de por qué los poemas pueden leerse una y otra vez o, incluso, de por qué requieren de relecturas: “el juguete del poema pone en marcha, no sólo el deseo de saberlo todo, sino el de experimentarlo todo. Por eso, al igual que los cuentos infantiles, produce un placer infinito en la repetición”. O a los múltiples vislumbres que llevan a la autora a describir la actividad artística como “desconcierto lúcido” o, con referencia a Sexton, cuando Negroni se pregunta: “¿escribir puede curar?”. Cuando examina la obra de Duncan expresa que hay obras que deben ser leídas “desde la convicción de que la literatura no tiene por qué ser hospitalaria”. Una reflexión más prolongada gira en torno a lo que Negroni ve como necesidad, llevándola a concluir: “hablo del irresistible y precario poder que supone el escribir”. Pero la autora se detiene. Asienta que “la poesía es una epistemología del no saber”, como línea única de algún párrafo. Más allá de mi particular lectura —buscando una poética y una idea de la crítica— percibo falta de completitud en algunos ensayos de Negroni, no por solicitarles totalidades, sino porque acaso se queden cortos en sus propios y diversos objetivos.

El título La palabra insumisa apunta a una idea de la poesía como rebelión. En un sentido no infrecuentemente banal, los poemas pueden contraponerse a paradigmas sociales vigentes (a través de la historia, en muchas ocasiones, también los han apoyado). De Una temporada en el infierno, Negroni dice, con acierto, que fue “una revuelta contra su época”. Más sustancialmente, el lenguaje de los poemas tiende a escapar del sentido común y hasta de la gramática; quizá esto sea lo característico de la poesía. La rebeldía, sin embargo, se presta a imposturas tanto de actuación —intencionada o que supera las habilidades de los involucrados— como de seguimiento, cuando los individuos se aproximan a aquello que se presenta como rebeldía y que, en realidad, es principalmente la comodidad identitaria que ofrecen diversos teatros que son sólo teatros, en el peor sentido. Hoy la rebeldía ha decaído en cliché. Aunque hay quienes dicen —desde la Biblia hasta posmodernos— que las palabras son el mundo, las palabras son en el mundo; observar sus entornos, así sean tan íntimos como las mentes de los poetas, es circundarlas. Como dice Negroni, hay que “tender el oído a los pequeños fuegos del lenguaje”, pero no basta. Para asomarse a su insumisión es indispensable adentrarse en las palabras. No es fácil.

También te puede interesar

betvisa

jeetbuzz

jeetbuzz

jeetbuzz

winbuzz

winbuzz

daman game