Los gobiernos de México, Brasil y Colombia emitieron un pronunciamiento en el que convocan a las autoridades electorales venezolanas para que “avancen de forma expedita y den a conocer públicamente los datos desglosados por mesa de votación”, sin pronunciarse sobre el anuncio oficial del triunfo de Nicolás Maduro. Mientras tanto, Anthony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, declaró triunfador al candidato opositor en los comicios de Venezuela.
Es su pronunciamiento, tres gobiernos latinoamericanos llamaron a las autoridades electorales venezolanas a que “avancen de forma expedita” en el escrutinio de los votos y a que den las cifras desglosadas, se manifestaron por la soberanía popular, para que las controversias sean solucionadas por la vía institucional y porque debe haber una “verificación imparcial de los resultados”.
La solicitud de transparencia electoral ya se ha hecho abundantemente en los días recientes, pero no sólo eso: según la Ley Orgánica de Procesos Electorales de Venezuela las juntas electorales estaban obligadas a realizar en 48 horas la “totalización” de los resultados de todas las actas de escrutinio de las circunscripciones. Es decir, el Consejo Nacional Electoral debió haber tenido esa información el martes; ya va para el doble del plazo, y todavía los gobiernos de México, Brasil y Colombia no sólo no mencionan ese hecho, sino que están esperanzados en que el organismo electoral que no cumplió avance “de forma expedita”.
Después de que se han reportado al menos 11 muertos en las protestas poselectorales, los gobiernos de México, Brasil y Colombia dijeron que “mantener la paz social y proteger las vidas humanas deben ser las preocupaciones prioritarias en este momento”, y llaman a “ejercer la máxima cautela y contención” en manifestaciones públicas para para evitar una escalada de violencia. No mencionaron nada de lo que ha ocurrido en los últimos días en Venezuela.
Aunque México ya fue escenario de diálogos entre Maduro y la oposición venezolana sin mayores resultados, este jueves, con Brasil y Colombia, insistió en “apoyar los esfuerzos de diálogo y búsqueda de acuerdos”.
Por la mañana, en su conferencia de prensa, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que tendría una llamada sobre el tema con sus similares de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Colombia, Gustavo Petro. También se lanzó contra la Organización de los Estados Americanos (OEA), a la que acusó de erigirse en “juez electoral”, además, “sin tener pruebas de nada”, aunque omitió referirse al informe que presentó la OEA sobre el proceso electoral venezolano, del que reportó numerosas irregularidades.
Sin embargo, López Obrador no explicó por qué la llamada sobre la elección venezolana sólo sería con los gobernantes de Brasil y Colombia (países que se abstuvieron en la votación sobre la resolución de la OEA sobre democracia y derechos humanos en Venezuela, con lo que contribuyeron a bloquearla), y se negó a hacer comentarios sobre la posición de Javier Milei, presidente de Argentina, sobre el asunto.
Después de que se diera a conocer el comunicado conjunto de los tres países latinoamericanos, Gabriel Boric, presidente de Chile, quien ha sido muy crítico con Maduro y su gobierno por el asunto electoral y quien fue excluido de la llamada de los tres presidentes, informó en redes sociales que había hablado con Petro sobre “la tensa situación” en la región, provocada por la elección venezolana.
Boric comentó que está de acuerdo con el respeto a la soberanía popular y con que se transparenten los resultados de la elección, y que trabajarán juntos por la paz y la democracia.
Petro confirmó la comunicación con Boric después del pronunciamiento de los tres países, y dijo que fue “para fortalecer este grupo latinoamericano”, aunque no explicó porque no se incluyó al chileno desde el principio.
López Obrador, Lula y Petro siguen esperando actas cuando la autoridad electoral venezolana, cercana a Maduro, no sólo no las presentó en el plazo legal sino que hasta ha acusado un presunto hackeo, por lo cual hasta ya obtuvo una fuerte respuesta de Macedonia del Norte, de donde dice que provino.
Más tarde, Anthony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, prácticamente proclamó el triunfo de Edmundo González, candidato opositor, victoria que, escribió, fue “abrumadora”.
“Los datos electorales demuestran de manera abrumadora la voluntad del pueblo venezolano: el candidato de la oposición democrática @EdmundoGU obtuvo la mayoría de los votos en las elecciones del domingo. Los venezolanos han votado y sus votos deben contar”, escribió el funcionario estadounidense.
En un documento oficial del Departamento de Estado incluso se felicitó a González y se llamó a un cambio de gobierno sin problemas: “Es el momento de que los partidos venezolanos inicien conversaciones sobre una transición respetuosa y pacífica de conformidad con la ley electoral venezolana y los deseos del pueblo venezolano”.
Además, el comunicado critica el proceder del Consejo Nacional Electoral al procesar los sufragios y al anunciar la victoria de Maduro, procedimientos que, afirmó, “fueron profundamente defectuosos, lo que produjo un resultado anunciado que no representa la voluntad del pueblo venezolano”, además de que no se presentó evidencia del triunfo oficialista, ni tampoco datos desagregados ni las actas correspondientes.
Por el contrario, Blinken enfatizó en que la oposición venezolana ha mostrado el 80 por ciento de las actas de la elección, las que muestran que González recibió la mayoría de los votos y que su ventaja es insuperable, lo que coincide con encuestas de salida y conteos rápidos.
Indicó que ha consultado a países socios y aliados sobre la elección, y que aunque tienen diferentes posiciones, coinciden en que ninguno reconoce que Maduro haya obtenido la victoria electoral.
El funcionario también denunció que las amenazas de Maduro sobre la posibilidad de apresar tanto a González como a María Corina Machado, lideresa opositora, son “un intento antidemocrático de reprimir la participación política y retener el poder”. Por ello deben asegurarse la seguridad de los líderes de la oposición.