En el marco de la ofensiva presidencial contra el Instituto Nacional Electoral (INE), Germán Martínez afirmó que por encima de su cadáver lo destruirán, y añadió que ve sólido al Senado de la República para defenderlo y fortalecerlo.
En una conversación con Marco Levario, director de etcétera, cuestionado por la amenaza de una vuelta al autoritarismo, el legislador del Grupo Plural afirmó que se debe proteger al instituto “Yo veo al Senado muy sólido para defender al INE, para no pasar la reforma eléctrica (…) Incluso veo rebelde a Monreal”.
En su defensa de la institución electoral, el senador también añadió elementos personales en su convicción al respecto: “Debo aprovechar para decir que lo hago también por Lorenzo Córdova, de quien creo que es un gran árbitro, independientemente de que hay que defender al INE como institución al margen de quién encabece y quién lo integre, las consejeras y los consejeros. Lo hago por Lorenzo Córdova, que su padre fue un michoacano universal que conocía de la revolución. Como michoacano, Lorenzo Córdova tiene mi apoyo y tiene mi compromiso de que, por encima de nuestro cadáver, desintegramos al Instituto Nacional Electoral. Lo debemos defender y lo debemos fortalecer”.
Acerca de si tiene temor de una regresión autoritaria, Martínez lo negó “porque Carlos Castillo me enseñó a leer a Albert Camus, quien nos habla del mito de Sísifo, de insistir, de rebelarte frente a la realidad una y otra vez. Camus me da ánimo: tengo fe y soy muy optimista en volver a subir la piedra como en el mito de Sísifo: una y otra vez. Aquí sí en brega eterna, constante, terca, a decir que este país puede ser igual y puede ser justo”.
Al respecto, se definió como un optimista: “No tengo fe en los políticos ni en los partidos; tengo fe en lo que critica López Obrador y eso me fue apartando de él: tengo fe en la UNAM, en el CIDE, en la UdeG, en los jóvenes de la Feria Internacional del Libro (porque los vi con renovada rebeldía), en las mujeres que marcharon el 8 de marzo. Allí hay una efervescencia social y una indignación cívica apasionante, verdaderamente atómica, que está esperando que alguien les diga: ‘Oigan: yo puedo encabezar eso. Esta es la alternativa’”.
Sobre esa efervescencia abundó al decir que ella no va a permitir que alguien se instale autoritariamente en el poder: “Vamos a defender al INE en nuestro ámbito electoral, nuestras libertades, y esas no se defienden desde la cobardía, el cinismo o la mentira”.
Fue exigente con la oposición, a la que consideró que hay que reclamarle “mayor articulación, menos juegos, menos ambiciones. El señor Marko Cortés, del PAN, se la pasa destapando a los candidatos muchas veces, y el señor Alito, del PRI, se la pasa destapándose a sí mismo. Debemos buscar una gente en la sociedad civil, en el mundo empresarial o donde sea, que articule toda esta efervescencia social de jóvenes, de mujeres, que están por no derribar nuestra democracia, y por supuesto que la hay. Pero hay que exigirle a la oposición seriedad y que no esté jugando, sí compromiso cívico y no con sus parcelas ni con sus proveedores ni con su corrupción”.
En el tema de la seguridad pública, frente a las masacres en Michoacán Martínez dijo que sólo le pide al gobierno de López Obrador que haga lo que este siempre supo hacer: “Condolerse con Ayotzinapa, con los desaparecidos, con las víctimas del gobierno de Calderón (en el que yo participé), con las de Peña Nieto. ¿Ahora por qué no se conduele en Michoacán, en Zacatecas, en Tamaulipas? A mí me extraña que no se conduela y que sea un gobierno indoloro. Un gobierno sin dolor no es un gobierno humano”.
Agregó sobre el tema que el gobierno teme usar la fuerza pública, la que viene de los tiempos de Gustavo Díaz Ordaz desde Tlatelolco: “Pero sí se vale usar la fuerza contra la delincuencia en el marco de la ley y siempre con el respeto a los derechos humanos. Yo no quiero balazos a tontas y a locas. Yo quiero inteligencia, estrategia, táctica para acabar con la delincuencia y pacificar”.
Sentenció al respecto: “Un verdadero liberal (López Obrador se considera liberal) nos salva del miedo”.
Sobre los problemas sociales, expresó que hay un problema de deuda para el cual hay una bandera poderosa: “‘Por el bien de todos, primero los pobres’. Esa no es de López Obrador: se la aprendí al catolicismo social de hace 50 años, que se llamó opción preferencial por los pobres”.
Y se autodefinió: “Yo soy un rebelde que sólo quiere acabar con la desigualdad”.