Una acusación recurrente en contra del gobierno de la 4T es que se “desapareció” el Fondo Nacional de Desastres y que por ese motivo, no hay recursos para atender tragedias como la ocurrida en Acapulgo tras el paso del huracán “Otis”.
Esta es una verdad a medias o una mentira a medias, como quiera verse, pues es cierto que el fideicomiso del Fonden se extinguió legalmente en octubre de 2020, junto con otros 108 fideicomisos con miles de millones de pesos que AMLO quería que ingresaran a las arcas federales. Sin embargo, el Fonden como programa sigue existiendo.
Como se recordará, tras una intensa lucha política en medio de lo más duro de la pandemia, se concretó la extinción de estos instrumentos, con lo que múltiples áreas quedaron sin ahorros, incluyendo el Fonden.
Sin embargo, el Fondo Nacional de Desastres Naturales, como programa federal, no desapareció y se le siguen asignando recursos en el presupuesto de cada año. Sin embargo, ya no tiene cómo hacer ahorros y depende totalmente de lo que cada año le quiera asignar el gobierno y la Cámara de Diputados.
El dinero no ejercido se regresa al final del año fiscal a la federación. Esto de por sí ya abre las puertas al ejercicio discrecional del dinero por parte del gobierno. Pero no solo eso: las reglas de operación bajo las que fue creado permiten al gobierno de AMLO usar, si así lo quiere, el presupuesto del Fonden para dar apoyos sociales o para otros fines por determinar.
De acuerdo con un documento de 2010 del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, el Programa Fondo de Desastres Naturales se creó en 1996 como “un instrumento financiero del Sistema Nacional de Protección Civil”, con la finalidad de apoyar a los estados y dependencias en caso de daños por desastres naturales.
Sus reglas de operación se crearon en 1999 y han sido modificadas varias veces. Se creó con tres mecanismos o instrumentos financieros: el Fondo Revolvente, el Programa Fonden y el Fideicomiso Fonden o Fondo de Reconstrucción.
El Fondo Revolvente es dinero disponible de manera inmediata para la protección de la vida y la salud. El Programa Fonden es una partida presupuestal asignada dentro del Ramo 23, y debe cumplir un porcentaje mínimo del gasto anual programable. El Fideicomiso Fonden “concentra los recursos no ejercidos del Programa Fonden al término de cada ejercicio fiscal, las economías registradas por las dependencias y entidades federales a las que se autorizaron recursos, los saldos de recursos federales transferidos a fideicomisos estatales” y otros recursos.
Para acceder a los recursos del Fonden, los estados deben contar con una declaratoria de emergencia o desastre natural. El dinero que se entregue se toma del Fonden, con la participación de Hacienda y Gobernación.
Cuando AMLO extinguió el fideicomiso del Fonden “reasignó” 30 mil millones de pesos al Tren Maya. Y un remanente se le entregó, como asignación presupuestaria, al programa ya sin fideicomiso. Desde 2020, el presupuesto no ejercido por el Fonden se debe regresar a la federación y ya no puede ahorrarse para futuras emergencias.
Así, en el caso de un desastre mayúsculo, como el ocurrido en Acapulco, en que los 18 mil millones de pesos que tiene este año el programa (según la Secretaría de Hacienda) seguramente no serán suficientes, no hay más dinero en reserva.
Así, quedan dos opciones: o el gobierno le quita dinero a otro ramo, con las consiguientes afectaciones o bien, simplemente deja a los habitantes a su suerte en cuanto se termine el dinero.
Según AMLO, cuando se trata de desastres no hay límite en el presupuesto. Aun si esto fuera cierto, hay que preguntarse de donde obtuvo el dinero y qué programas se están afectando. Así como los programas de combate al cáncer de mama se quedaron sin recursos mientras se incrementaban las becas.