“Yo no quiero ser el siguiente Cuauhtémoc Cárdenas, eterno candidato a la Presidencia”, dijo Andrés Manuel López Obrador en una cena con empresarios. “Seré candidato en 2012 y si no gano me voy a La Chingada”.
La frase causó estupor entre los asistentes. Se hizo el silencio, pero éste fue reemplazado por una carcajada general cuando el exjefe de Gobierno del Distrito Federal aclaró que se refería a una finca en Palenque, Chiapas, que había heredado de sus padres.
Era principios de 2011. Aunque todavía miembro del PRD, López Obrador acababa de anunciar la creación del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), grupo con el que se encontraba apoyando la candidatura de Alejandro Encinas en la contienda para gobernador del Estado de México.
Unos meses después, cuando López Obrador y su sucesor en la jefatura de Gobierno, Marcelo Ebrard, negociaban qué hacer con una encuesta que daba una ligera ventaja al segundo en la definición de quién estaba mejor posicionado para ser el aspirante presidencial de la izquierda en 2012, el tabasqueño volvió a sacar la misma carta: a cambio de que Ebrard le cediera el paso, él se comprometía a no volver a ser candidato en caso de perder.
Ebrard había lanzado la idea de la encuesta durante una entrevista con CNN, el 7 de marzo de 2011: “Si sacaras ahorita una encuesta —retó el entonces jefe de Gobierno capitalino—, tengo mayor porcentaje que Andrés Manuel”.
El 16 de noviembre de ese año, la fundación Equipo Equidad y Progreso, plataforma que impulsaba la candidatura ebrardista, había convocado a una conferencia de prensa para dar a conocer los resultados de la encuesta levantada a principios de mes por las empresas Covarrubias y Nodo para resolver quién de los dos sería el abanderado.
Aquello se canceló. Lo que hubo, en cambio, fue una aparición conjunta de los dos aspirantes, en un hotel de la Alameda Central, a la que ambos llegaron vestidos con traje oscuro y corbata amarilla y en la que Ebrard anunció que —pese a haber él ganado la encuesta en tres de las cinco preguntas realizadas— el candidato sería López Obrador.
“Una izquierda dividida sólo iría al precipicio”, aseveró Ebrard. No hubo una sola palabra sobre el acuerdo privado entre ambos políticos, que habían caminado juntos desde el 2000, cuando Ebrard declinó por López Obrador en la elección de jefe de Gobierno. Sin embargo, el 16 de febrero siguiente, ya convertido en aspirante presidencial único de la izquierda, éste repitió, durante un encuentro privado con inversionistas del sector inmobiliario, su promesa de irse “a La Chingada” en caso de perder.
Esa vez, una grabación captó las palabras de López Obrador, quien, al dirigirse a uno de los asistentes, dijo: “¿Te acuerdas que en tu casa dije que si la elección era limpia y libre y yo perdía, me iba a ir a La Chingada…?”. Eso obligó al entonces jefe de prensa del tabasqueño a revelar que así le decían a la propiedad que tenía en Palenque.
Este relato viene a cuento por otra encuesta, la que tendrá lugar en unos días para definir la nueva dirigencia de Morena y en la que comenzará a construirse la candidatura presidencial del partido del gobierno en 2024, que será para Marcelo Ebrard porque ése es el compromiso que él y López Obrador tienen desde noviembre de 2011.
Si no se pudo cumplir en 2018, fue porque Ebrard pasó varios años de ese sexenio en Francia, alejado por los señalamientos que lo hacían responsable de las fallas de la Línea 12 de Metro. Y también porque López Obrador cuestionó la validez de la elección que hizo Presidente a Peña Nieto.
Sin embargo, ya superadas ambas situaciones por el triunfo lopezobradorista de hace 27 meses, nada impide que Ebrard —hoy secretario de Relaciones Exteriores—haga válido aquel compromiso. Si se cumple lo pactado, Mario Delgado, a quien Ebrard impulsó como su sucesor en la jefatura de Gobierno antes de decidirse por Miguel Ángel Mancera, se convertirá en presidente de Morena.
Será el primer paso para que Marcelo Ebrard trate de superar la maldición de los cancilleres y convertirse en el primero que llega a la Presidencia por la vía electoral desde Sebastián Lerdo de Tejada en 1872.
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