En su ofensiva sobre el INE, el gobierno tiene a la mano una captura “suave” de la institución, mediante la toma de posiciones internas.
En abril próximo terminarán su periodo cuatro de los 11 consejeros electorales, cuyos sustitutos nombrará por mayoría la Cámara de Diputados, vale decir, Morena. Terminará también su gestión el secretario ejecutivo.
Con los cuatro nuevos consejeros, más dos que están en funciones ya inclinados a Morena, el gobierno tendría 6 de 11.
Con esa mayoría podría hacerse de espacios fundamentales, como la Comisión de Quejas, que sanciona la intromisión electoral de funcionarios y gobiernos, o como la Comisión de Fiscalización, que vigila el financiamiento irregular de las campañas.
El gobierno tendría también ventaja en la inducción de cambios en los OPLE (Organismos Públicos Locales Electorales), que serán los árbitros de las elecciones locales de 2021.
El gobierno podría también definir el nombramiento del nuevo secretario ejecutivo del INE, vetando o bloqueando la propuesta que debe hacer el presidente, Lorenzo Córdova.
Así que, con el solo ejercicio de su mayoría en la Cámara de Diputados, el gobierno podría quedarse con la mayoría del Consejo del INE, con influencia decisiva en los órganos locales, y con la secretaría ejecutiva de la institución, cuyo Órgano Interno de Control ya posee, en la figura del licenciado Jesús George Zamora, nombrado por Morena el año pasado.
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